Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

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LOS 100 FILMS NACIONALES QUE LOS ARGENTINOS NUNCA VERAN
PROHIBIDO PARA MENORES DE 118 AÑOS

Siete Días rescata de los archivos de Daniel Mario López -un notorio experto en cine argentino- la historia y las secuencias de 114 películas que por distintos motivos no llegaron a exhibirse comercialmente. Entretelones y detalles de las mayores frustraciones de la cinematografía vernácula

Hace pocas semanas un ostentoso aviso publicado en varios vespertinos porteños anunciaba el "estreno 1973 de Venus perseguida, de Aldo Ventura, exclusiva en primera exhibición mundial con Vera Valdor, la nueva estrella del sex-appeal en una fina, sensual y excitante obsesión sexual". La rimbombante promesa era, en realidad, una de las más múltiples tentaciones que ofrecen los cines seudo-pornográficos de Buenos Aires pero encerraba, sin embargo, una curiosa contradicción: el film se había rodado en 1964 y, tras llenarse de polvo durante nueve años, fue rescatado por los exhibidores para agregar un poco de pimienta a sus alicaídas carteleras. El fenómeno es excepcional, pues aunque el gran público lo ignora, existen 11 películas argentinas que jamás fueron estrenadas comercialmente: el caso fuera de serie de Venus perseguida —a la que un par de escenas eróticas salvaron del olvido total— no hace más que avivar una vieja enfermedad del cine local, la falta de exhibición de sus producciones. Una parálisis que tiene varios orígenes: desde la calificación en categoría B (exhibición no obligatoria) con que el Instituto Nacional de Cinematografía puede anatematizar un film, hasta la resistencia obstinada de los empresarios de salas que por razones comerciales no quieren estrenar películas argentinas. Para desempolvar algunos de esos títulos desconocidos Siete Días recurrió a la sapiencia de Daniel Mario López (27, soltero), poseedor del más completo archivo gráfico del cine nacional; un hobby —según él mismo lo define— al que dedica el tiempo que le dejan libre sus actividades como periodista de espectáculos de un matutino porteño y como jefe de prensa y hombre de relaciones públicas de varias productoras cinematográficas. El centenar de títulos inéditos fichado por López y que por diversas circunstancias no vieron la luz abarca cuatro décadas, a partir de 1932. En este número y en el próximo se presentan la historia de esos films y algunas de sus secuencias más importantes.

AÑOS 30: LOS INHALLABLES
Rapsodia gaucha (1932) es el antecedente más antiguo; fue el primer film en el que José Agustín Ferreyra ensayó el sistema sonoro Movietone, de sonido directamente grabado en la película, pero la experiencia fue técnicamente pobre. Por resultar ininteligibles sus diálogos, nunca se estrenó. Le siguen El cantor del circo (1935) dirigido e interpretado por Nelo Cosimi y cuatro films de Julio Irigoyen —un realizador que tiene tantos films inéditos como estrenados—: Los misterios de Buenos Aires (35), La canción de la ribera y Mi Buenos Aires querido (36) y La chacra de Don Lorenzo (38); Continúan la lista Tararira (36) de Benjamín Fondane, un vehículo adecuado a las canciones de Los Hermanos Aguilar, conjunto de moda en la época, y tres documentales, Glorias marinas (37) de (Raúl Doblas, Paraguay, tierra de promisión (37), de James Bauer, y El remanso (38), de Ladislao Haida, filmado en el Litoral.
Más inexplicables, en cambio, son los casos siguientes: todos títulos con actores y temas populares: La sangre de las guitarras (37) de Vicente Retta, con Héctor Palacios, Margarita Solá y Eduardo Sandrini; ...Y pasa la cumparsa (37) de Albert Arliss, con Angelina Pagano y Tony D'Algy; No te metas, Joaquín (38), filmado con el título primero de Lucy quiere ser estrella y también conocido como Millones en el aire, de Jacobo Muchnick, con Alvaro Escobar y Anita Lang; Don Perfecto y Anacleto metidos en un aprieto (39), de Domingo Tomasetta, con Alvaro Escobar, un actor muy en boga en esos años, y Totón Podestá, y, finalmente, El rey del tango (39), de José García Silva, “el primer film rosarino”, protagonizado por el cantante Oscar Silva.
Siete de los quince títulos no estrenados de la década del 40 fueron dirigidas, escritos y producidos por Julio Irigoyen, realizador que filmaba con mucha rapidez y a bajísimo costo un mismo argumento al que cambiaba situaciones y personajes: Canto de Amor (40), El cantar de mis penas y Un pobre rico (41), Academia “El Tango Argentino" (42), Cantando se van mis penas (43), La canción de Buenos Aires (45) y El cantar de los cantares (46) son ejemplos muy claros de su cine, que tenía gran aceptación en los barrios y en el interior del país. El de Juguetes modernos (41) fue un caso de censura: en junio de 1950 la Dirección de Espectáculos prohibió su exhibición por razones que se ignoran. El film de Albert Arliss era una alegoría sobre la guerra, interpretada por niños desconocidos.
El más popular de los films no exhibidos comercialmente, sin duda alguna, es La pródiga (45), producción de los Estudios San Miguel dirigida por Mario Soffici sobre el libro de Ruiz de Alarcón: su protagonista era Eva Duarte, quien no quedó conforme con los resultados del film. Finalmente se destruyeron los negativos.
Otro caso famoso es el de La mujer más honesta del mundo (46), producción EMPA realizada por Leopoldo Torres Ríos —a quien asistía su hijo, un adolescente llamado Leopoldo Torre Nilsson— basada en la obra teatral de Enrique Guastavino: por lo costoso de su producción, por lo valioso del tema, por el prestigio de su director y por el elenco (Pepe Arias, Ana María Lynch, Miguel Faust Rocha Felisa Mary, Jorge Salcedo, Gogó Andreu), hubiera podido ser un doble suceso artístico y comercial, pero su exhibición fue prohibida por considerárselo “inmoral”. Consultado Leopoldo Torre Nilsson, manifestó desconocer la existencia actual de alguna copia del film, que él vio en su momento considerándolo uno de los más logrados trabajos de su padre.
De 1946 también es el film La sombra del pasado dirigido por Ignacio Tankel y rodado íntegramente en la ciudad de Chivilcoy, con Domingo Márquez y Nélida Solá. Un realizador italiano (Piero Ballerini) desconocido en su país, fue “importado” por Argentina para que dirigiera Alguien se acerca (48), calificada "B” recién diez años después por el Instituto Nacional de Cinematografía: actuaban Juan José Míguez, Doris Duranti y Enrique Roldán. Angeles de uniforme (48), en cambio, no se estrenó en la pantalla grande pero tuvo su premiére en televisión (Canal 9) hace unos cuatro o cinco años aproximadamente: se trata de un mediocre pasatiempo para el servicio exclusivo de Tito Gómez, el popular actor cordobés que lo produjo. Nadie puede explicarse por qué extraña razón contrató a un realizador chileno, René Olivares. Su pareja femenina era Corita Dalton.
Los dos últimos cosas de los años 40 son Crimen entre bastidores (48), de Francisco Peck, con Samuel Sanda, y Tierras hechizadas (48), film de gran presupuesto, realizado en Tucumán bajo la dirección del debutante. Emilio Guerineau con Carlos Cores, Malisa Zini, Darío Garzay y Domingo Sapelli en los papeles estelares. Una copia de laboratorio se estrenó, pero en el microcine de los laboratorios Alex y exclusivamente para el personal técnico: al parecer el film era tan malo que los productores se avergonzaron de exhibirlo públicamente.

LA DECADA DEL 50
A fines de 1949, una noticia estremeció no sólo al ambiente artístico, sino a través de la prensa sacudió al público: el popular actor Semillita había recibido —según esa versión— una herencia, varias veces millonarias. Con el tiempo se comprobó la falsedad de la noticia, pero ya era tarde: el asunto había sido llevado al cine con el
título de Los millones de Semillita, y se filmó en marzo de 1950 bajo la dirección de Federic Bernheim D’Acosta, un nombre que posiblemente no sea más que un seudónimo (no se sabe de qué realizador); Marcelo Ruggero, Beatriz Taibo e Irma Roy acompañaban al principal protagonista, que luego de este devaneo “estelar” (que el público no pudo juzgar) volvió a su condición de figura de apoyo. Ese mismo año también se filmó El diablo de las vidalas, un argumento de Pedro Madrid y Belisario García Villar (que también lo dirigió) dramatizaron un asunto histórico; quizá, fuera lo delicado del tema lo que motivó que se prohibiera su exhibición en diciembre de 1950: Francisco de Paula encarnaba a Gregorio Aráoz de Lamadrid y Amanda Varela a Luisa Díaz Vélez.
Otros films inéditos de la época son Cuando un pobre se divierte (51), de Roque Lavera, con Tito Luisiardo y Oscar Villa; Fierro a fondo (52), de Alejandro Wehner, con Tito Alonso y Jacinto Herrera; El fogón de los gauchos (53), último título registrado en la filmo-grafía de Julio Irigoyen, con Roberto Roldán y Silvia Cecy, e Isla hechizada (53) de Adalberto Páez Arenas, con Miriam Sucre y Ricardo Lavié.
Una obra teatral de Roberto Tálice y Elíseo Montaine inspiró su versión cinematográfica: Sábado del pecado (53), que dirigió Belisario García Villar para la empresa EFA y que interpretaban Delfy de Ortega, Jorge Lanza, Rodolfo Onetto y Gilberto Peyret; fue calificada “B” por el instituto en 1957. El mismo García Villar (que tiene en su haber cuatro films inéditos contra cinco estrenados) realizó Reportaje a un cadáver (54), con Eduardo Rudy, Miriam Sucre, Guillermo Battaglia, Antonia Herrero, Mario Baroffio y Semillita, y Semilla de Dios (56), Un film de presupuesto ínfimo, rodado en Tandil con Enrique Zingoni y Marina Cortés como protagonistas. Otro director, Homero Cárpena, también actor, realizará dos films en 1954: Los lobos del palmar, rodado en Entre Ríos, con Carlos Perelli, Enrique de Rosas y Mora Milton, y Soy del tiempo de Gardel, con Pedro Quartucci, Maruja Gil Ouesada, Lydia Quintana y Julio Jorge Nelson, en que la figura del "zorzal" no aparecía para nada: esto pudo comprobarse no hace mucho tiempo, cuando el film se pasó por televisión.
La TV también fue "sala de estreno" de Al sur del paralelo 42 (55), de Catrano Catrani, con Rolando Cháves y Noemí Laserre, y Goleta Austral (55), de Oscar Careliano, con Tito Alonso y Diana In-gro; esos dos films comparten otras casualidades: ambos ostentan la categoría “B” del INC y se filmaron en el sur del país, zona poco frecuentada, entonces, por las cámaras.
Ricardo Trigo y Miriam Sucre protagonizaron El asesino está en
libertad (54), ópera prima de Alberto Du Bois, a quien asistió un joven llamado David José Kohop. Los argumentos policiales, al parecer, estaban de moda en los años 50: otros films que nunca fueron estrenados comparten esa temática. Como por ejemplo Cuando Buenos Aires se adormece (55), de Carlos Pérez Cánepa, con Francisco de Paula y Diana Ingro; Viaje al Infinito (55), de y con Armando Garbi; Violencia en la ciudad (56), de Enrique de Rosas (h.) con Eduardo Rudy, Noemí Laserre, Marcos Zucker y Sergio Renán, y Alta Política (57), de Raúl Gaynal, con Gloria Ugarte y Jorge Villalba. Los tres últimos son categoría “B".
Simón Feldman dirigió El negoción (57), una primera versión ( la segunda se filmó dos años después y esa sí se estrenó), en 16 milímetros, del argumento de Lucía Gabriel, con actores poco conocidos: la limitación del paso impidió su lanzamiento, pero circuló en cineclubes. El último caso perteneciente a la década del 50 es el de En la vía (59), un modesto pero decoroso film de Alberto Du Bois, visto en Canal 11 hace dos años, con Olga Zubarry, Ernesto Báez y Juan Carlos Altavista; la fatídica categoría "B” lo sumió en el olvido durante años; cuando se lo recalificó ya era tarde: había, envejecido demasiado y ya no era comercial.
En el próximo número, la segunda y última parte.!

_recuadro en la crónica_
MILLONES EN EL AIRE
Quince son los films nacionales cuyo rodaje quedó paralizado a poco de haber comenzado. En todos los casos, la falta de dinero fue la causa del desperdicio de tiempo, gente y material. El archivo de López registra los siguientes títulos: La vida del gran Sarmiento (1940), biografía del prócer a cargo de un ex asistente, José O. Alfaro, con Eduardo Otero, Héctor Coire y Juan Bono interpretando las distintas etapas de su vida; Los millones de Don Juan García, paralizado a los cinco días de rodaje, con Pepe Arias y Pola Alonso; Una noche en el Relámpago (1950), versión de la famosa audición radial, dirigida por su creador, Miguel Coronatto Paz; Pies descalzos (1950) de Alfredo Julio Grassi, producido e interpretado por Alberto Closas, logró completar su filmación, pero cuando sólo faltaba la regrabación, un incendio en los laboratorios Cristian destruyó el negativo; Un guapo del 900 (1952), primer intento de llevar al cine la obra de Eichelbaum: dirigía Lucas Demare, con Pedro Maratea y Milagros de la Vega, pero al concluir la segunda semana de trabajo quebró Lumiton, su productora; El diablo de vacaciones (1956) reunía un elenco importante (Cores, Panizza, Cabré, Ochoa, Alvarado, Alejandro Rey) a bordo del crucero Yapeyú; la filmación comenzó el 28 de septiembre del 56 y fue suspendida en los primeros días de enero del 57, según se dijo, por incapacidad, del director (el italiano Ferrucio Corlo); El cerco (1959), coproducción con Francia que trajo a Claude Boissol a filmar en Mendoza un libro de María Luisa Rupertino nunca pudo concluir se; Una excursión a los indios ranqueles (1963/65), versión del libro de Mansilla a cargo de Derlis Beccaglia (supervisado por Mario Soffici): dos veces comenzó el rodaje, primero con Alfredo Alcón y Graciela Borges, la segunda vez con otro elenco (Medina Castro, Cores, Míguez) y dos veces se paralizó; El glotón (1966): Javier Portales, Alberto Olmedo, Alberto Irizar, Gilda Lousek y el director Julio Saraceni nada pudieron hacer, a pesar de la segura repercusión comercial de sus nombres, para impedir la suspensión del rodaje por falta de fondos de su productor, Gerardo Valenzuela; El día de la nueva ola (1965) y Rapten a esa mujer o Intriga en Lima (1966) habían sido iniciadas por Guillermo Fernández Jurado, en combinación con un sello peruano: el material inconcluso de la primera fue asimilado a la segunda, pero ésta también se paralizó; El proyecto (1966/68.) quedó en su título, según Lopez el extremado puntillismo de su director, Juan José Stagnaro, malogró un film que apuntaba alto; La ruleta del diablo (1967), historia fantástica dirigida por Carlos Cores y producida por Ricky Torres; La violencia (1968), de Alfredo Mathé, con Julia Elena Cávalos como protagonista: nunca llegó a los laboratorios; Lucha de buitres (1968), segunda irrupción del italiano Massimo Alviani en el país: la primera (Mannequin... alta tensión) por lo menos pudo terminarla; Dulce Sissi (1972) es el más fresco de los films “con problemas”: el rodaje se inició e| 8 de setiembre del 72, en Mar del Plata, donde se trabajó durante dos semanas. Luego, el silencio.

Revista Siete Días Ilustrados
16.07.1973
 


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