Fue un escandalete que
sacudió profundamente a los círculos intelectuales
europeos: por primera vez en la historia de la
cinematografía italiana la crítica de ese país
condenó unánime, implacablemente un film de
Federico Fellini. Cuando un par de semanas atrás
se estrenó Amarcord —la última producción del
célebre director de 8 y 1/2— los especialistas no
dudaron en fustigar la película. "Fellini se
repite"; "Ya no atraen a nadie las desventuras
autobiográficas de Federico Fellini"; "El público
está cansado de que Fellini muestre en la pantalla
su propia vida", fueron algunos de los titulares
con los que la prensa italiana descargó su
artillería sobre el discutido realizador.
Es que luego de tres
de sus más resonantes éxitos— 8 y 1/2, Julieta de
los Espíritus, Roma—, en los que FF reflejaba
algunos de los aspectos íntimos de su vida,
Amarcord es, exclusivamente, un trozo
autobiográfico de su infancia en Rimini. A través
de la historia de la familia de Luigi Benzi —un
íntimo amigo de Fellini encarnado en la pantalla
por el actor Bruno Zanin— el director desgrana
prolijamente los tranquilos años de su mocedad.
En medio de la ola de
críticas y rechazos que acompañó al estreno de
Amarcord, Luigi Benzi, apodado Titta por sus
íntimos, se lanzó a una furibunda campaña
destinada a defender a Fella —así llama él a su
amigo Fellini— y a valorar los méritos de la
reconstrucción de la década del 30 en Rimini que
hace FF en el film. Así, Titta Benzi, un pacífico
abogado desconocido hasta hoy, alcanzó una
repentina notoriedad: no sólo le dio ¡a materia
prima a Fellini para rodar Amarcord sino que
asumió su defensa, una tarea plagada de acalorados
alegatos en los que reveló algunos de los más
íntimos secretos del polémico, temperamental
director.
"¿QUE TIENES QUE HACER
A LAS TRES DE LA MAÑANA?"
"Fella se acuerda de
mí, sobre todo en sus momentos de depresión o en
sus grandes alegrías —cuenta Benzi—; cuando estaba
en Nueva York, por ejemplo, esperando que le
entregaran el Oscar que ganó con La Strada, me
envió una postal que para mí lo pinta de cuerpo
entero: era una vista de la Estatua de la
Libertad, sobre la que había dibujado una
banquetita en la que estaba sentado él con cara de
aburrido. Atrás decía: Nueva York es una ciudad de
ocho millones de habitantes. Pero yo estoy solo.
Chau, Tittona".
Claro que su amistad
con el célebre director suele ocasionarle algunas
molestias. Es muy común, por ejemplo, que el
teléfono de Titta suene repentinamente a las dos o
tres de la madrugada: "Tanteo el auricular —memora
Benzi— y siento esa voz ronca, inconfundible que
me pregunta: ¿Duermes, gordo. Dormía, le contesto,
pero ahora me has despertado; ¿qué quieres?.
Entonces Fella me cuenta que necesita desahogarse,
confiar en alguien. Estoy solo en la estación de
Boloña. Quiero charlar contigo; ¿vienes?".
La invitación obliga a
Benzi a levantarse, tomar su auto y lanzarse por
la autopista a 120 kilómetros por hora para
encontrarse con Fellini y hablar de Rimini, de su
gente, de los amigos comunes, de los recuerdos de
juventud. Tras rumiar durante tres o cuatro horas
en las historias del pasado, los amigos se
separan, a veces por meses. Es lógico, entonces,
que Benzi defienda a capa y espada a Amarcord:
"Los críticos dicen que Fella narra cosas íntimas
que a nadie le interesan; ¡eso es una barbaridad!;
ha reconstruido al detalle nuestra infancia y
nuestra adolescencia; es un genio. Y además tiene
una memoria prodigiosa. En la película hay una
discusión entre mi padre y mi madre que él
presenció cuando teníamos 15 ó 16 años; la escena
está igual que ocurrió, creo que los actores
repiten hasta las mismas palabras que usaron
ellos. Yo no seré un especialista en cine; pero
cada vez que veo el film, y lo saborée más de
media docena de veces, me emocionó hasta las
lágrimas. Por eso sostengo que Amarcord es un
himno a la amistad, un canto de amor a Rimini".
NADIE PUEDE FIARSE DE
FELLINI
A pesar de que Titta
está encandilado por la obra de su amigo, no se
enceguece, en cambio, cuando se trata de ver
algunas de las aristas más controvertidas de la
personalidad del director. "Fella es un
acomplejado. Yo sé que es un gran hombre, genial,
brillante, lleno de fantasía, generoso, simpático.
Pero está lleno de traumas. Cuando íbamos a la
escuela tenía el complejo de la flacura. Nosotros
lo llamábamos Gandhi; él estaba muy avergonzado y
jamás se animaba a ponerse una malla.
También el sexo
atormentaba al joven Fellini, según cuenta ahora
su amigo, lo cual explica muchos pasajes de su
obra: "Todos nosotros teníamos una educación
bastante reprimida y sufríamos mucho a causa de
eso; pero Fella era el que más se angustiaba.
Cuando por la calle central se paseaban las
prostitutas del pueblo, la Gradisca con sus
vestidos de raso negro, o la Volpina, una rubia
fantástica a la que le gustaban las luces de neón,
nosotros dejábamos de jugar al billar o a las
bochas para admirar esos cuerpos rechonchos,
prometedores. Fella pegaba los ojos a la vidriera
del cafetín y se quedaba largos minutos soñando
con ellas".
Curioso: a pesar de
que indudablemente Titta admira la obra de
Fellini, aún cuando gracias al director él ha
logrado salir de la monótona vida de Rimini y
convertirse en una celebridad nacida a la sombra
de FF, el abogado no duda a veces en remarcar los
defectos de su amigo y en mofarse de cada uno de
sus errores.
Así, seguro de su
derecho a juzgar, Luigi Benzi se anima a realizar
un esbozo psicológico del creador de Amarcord:
"Fella es un sentimental, un introvertido
celosísimo de sus secretos. Es un pudoroso, por
eso esquiva la publicidad. Sus mentiras, grandes,
cotidianas, no son más que una cortina de humo
detrás de la que se esconde de sus propios miedos.
La gente cree que es irónico, sádico, inflexible.
Y a él le gusta en realidad dar esa imagen. Pero
la verdad es otra: Fellini escapa de sí mismo;
teme a la gente y tiene miedo de sus propios
sentimientos. Es un tímido incorregible y ha
debido inventarse una caparazón para defenderse
del mundo. Prefiere agredir antes de ser agredido;
sin embargo, es sólo un bonachón cobarde,
enamorado de todo y de todos. Su último film lo
muestra tal cual es, por eso es quizá el mejor de
cuantos ha rodado".
Revista Siete Días
Ilustrados
18.03.1974
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