Cuando Giulietta
Masina depositó en sus manos el codiciado trofeo,
le resultó difícil contener la emoción: esa
estatuilla era la culminación de un largo,
accidentado trabajo que llegaba a feliz término
después de un azaroso itinerario. El éxito había
coronado la arriesgada, valiente experiencia de
Héctor Olivera (43, dos hijos) quien semanas atrás
regresó de Berlín con el Oso de Plata que obtuvo
en el Festival Cinematográfico de esa ciudad por
su película 'La Patagonia rebelde'. De esa forma
se trasuntaba el reconocimiento internacional a un
film que, desde su estreno, fue unánimemente
aplaudido por el público argentino.
Dueño de un copioso
curriculum, que se inicia en la adolescencia
-"cuando dejé el Liceo Militar"— como ayudante de
dirección de cortos musicales, HO transita, a
partir de ese momento, por todas las escalas del
quehacer cinematográfico. En 1956, junto a
Fernando Ayala, funda la empresa productora Aries.
Películas como El candidato, Paula cautiva, lo
cuentan como jefe de producción; hasta que, en
1967, dirige su primera película: Sexoanálisis.
Desde entonces, HO continuó dirigiendo -quizás en
forma despareja- una sucesión de largometrajes que
culminó en La Patagonia rebelde, su más reciente,
polémico y exitoso film.
Parco en sus
apreciaciones, aunque extrovertido y exuberante
cuando habla de su tema predilecto, el cine, la
semana pasada Olivera dialogó con Siete Días por
espacio de dos horas. En la conversación, el
realizador defendió sus trabajos anteriores
-"películas de las que de ninguna manera
reniego"-, se explayó sobre La Patagonia rebelde,
dio su concepto sobre cine comercial y cine
comprometido y anticipó -sintéticamente- sus
proyectos futuros como productor y director. Lo que
sigue son los tramos principales de esa charla.
-¿Cómo se inicia su
carrera cinematográfica?
-Yo había ingresado al
Liceo Militar cuando mi madre tomó a su cargo la
asesoría de vestuario de una película. El momento
coincidió con el interés que se había despertado
en mí por la cinematografía: tenía 14 años y ya
había decidido ser director de cine. A través de
mi madre me vinculé a ese medio y cuando llegué a
los 16 años dejé el Liceo para trabajar como
ayudante de dirección de Enrique de Rosas hijo,
quien estaba haciendo unos cortos publicitarios
con la orquesta de Francini-Pontier. Desde
entonces estoy trabajando en esto.
-Y su vinculación con
Fernando Ayala, ¿cuándo se produce?
-Bueno, después de esa
primera experiencia, viajé a Chile, donde trabajé
en una película que se llamó Esperanza y que
estaba dirigida por Francisco Mujica. Ayala era
ayudante de dirección de Mujica. Nos hicimos
grandes amigos y esa relación se tradujo, con el
tiempo, en cosas bastante importantes para el cine
argentino.
-¿Desde entonces quedó
formado el binomio Ayala-Olivera?
-No precisamente,
aunque en algunos casos nos volvimos a encontrar
en los sets. Por esa época, yo entré a trabajar en
los estudios Baires como ayudante de producción.
Allí trabajé en muchas películas, a lo largo de
cinco años, y adquirí una gran experiencia. Cuando
dejé Baires me fui a Artistas Argentinos
Asociados, donde me desempeñé como productor
independiente. A pesar de que a mí me gustaba
fundamentalmente la dirección, no se daban las
condiciones para que yo comenzara a dirigir cine,
-¿Cuándo se dieron
esas condiciones?
-Recién algunos años
más tarde. En 1955 quedé sin trabajo, como toda la
gente que estaba dedicada a la cinematografía, y
durante casi dos años, los entonces desocupados,
luchamos para que saliera una ley de cine. Esta
ley salió, finalmente, en 1957 y nos permitió, a
Ayala y a mí, conseguir un crédito para realizar
nuestro primer largometraje con libro de David
Viñas, que se llamó El jefe. A partir de ese
momento pasamos por una cantidad increíble de
altibajos. Realizamos muchas y muy buenas
películas que no anduvieron, hasta que 'Hotel
alojamiento' nos permitió salir adelante y manejar
cifras que nunca habíamos visto y que jamás, creo,
volveremos a ver.
-Reitero la pregunta:
¿Cuando se dieron las condiciones para que
comenzara a dirigir cine?
-Bueno, cuando con
Ayala constituimos Aries, dirigir cine era una de
mis más grandes ambiciones, pero durante muchos
años no la pude cristalizar porque nuestra empresa
tenía a un gran director que era Ayala y a un buen
productor que era yo, así que no podíamos alternar
las actividades porque el negocio no daba para
tanto. Sin embargo, después del éxito de 'Hotel
alojamiento', pude concretar mi sueño: la primera
película que hice como director fue Sexoanálisis,
una sátira que caminó muy bien. Filmé después 'Los
neuróticos', una especie de continuación de la
primera, que debido a la severa ley de censura
implantada por el gobierno de Onganía estuvo
durante dos años sin poder exhibirse. De todas
maneras, esta película me aportó muy poco como
director.
-¿Cómo explica que
después de haber dirigido películas comerciales
como las que usted mencionó, haya encarado un film
de corte político y polémico como La Patagonia
rebelde?
-Yo pienso que no es
posible dirigir una película de la magnitud de La
Patagonia rebelde sin una experiencia previa. Y
esas realizaciones anteriores que usted califica
de films comerciales, fueron para mí una especie
de tesis.
-Tesis de las que
ahora reniega, ¿no es así?
-De ninguna manara.
Sexoanálisis, por ejemplo, es una sátira sobre el
psicoanálisis que, en ese momento, estaba haciendo
furor en Buenos Aires, y con la que estoy muy
contento porque tenía una forma y un lenguaje
distintos dentro de ese tipo de cine. ¡Ojalá todo
director tenga la suerte de iniciarse con una
película como ésa!
-Y al filmar La
Patagonia rebelde, ¿cuál era su intención: hacer
una película política o puramente comercial?
-Mire, yo pienso que
todo el cine debe ser comercial. En ninguna parte
del mundo pueden existir realizadores que no hagan
cine comercial; salvo, por supuesto, en los países
socialistas donde el productor es el Estado y los
objetivos son otros. Creo, no obstante, que puede
haber un cine con más pretensión temática que
otro, pero repito: un productor no puede realizar
películas que pierdan dinero porque a la tercera
película ya no existe la empresa productora, ni el
productor ni nada. Gracias a Dios ahora se está
produciendo en nuestro cine un fenómeno que antes
no se daba. En 1963, yo fui el productor de 'Paula
cautiva', una película dirigida por Ayala, que si
la hubiésemos hecho en este momento habría tenido
un enorme éxito de público; en esa época, por el
contrario, pasó, casi
inadvertida. Hoy en
día la gente está interesada por el cine
comprometido, y eso ha hecho que películas como La
Patagonia rebelde u otras dentro de esa línea, que
conjugan lo comercial y lo comprometido, hayan
tenido ese tremendo éxito.
-¿Eso significa, en su
caso, un encauzamiento definitivo por ese tipo de
cine?
-Indudablemente.
Aunque yo nunca digo que de esta agua no he de
beber; creo, no sólo en mi caso, sino en el de
mucha gente que está dedicada a esta tarea, que
ahora se han dado todas las condiciones para hacer
un excelente cine comercial con contenido.
-¿Cómo se le ocurrió
llevar al cine el libro de Osvaldo Bayer?
-Yo me encontraba en
Bariloche filmando unas escenas para la segunda
Argentinísima, cuando leí el primer tomo del libro
Los vengadores de la Patagonia trágica, y me
apasionó. Era en la época del gobierno de Lanusse,
un momento inoportuno para largarse con una
película de ese tipo. Entonces, esperé que se
produjeran las elecciones y que asumiera el nuevo
gobierno para comprar los derechos del libro.
Después, comenzamos a trabajar con Bayer en la
adaptación para iniciar la filmación, a principios
de este año.
-¿Preveía en ese
momento las vicisitudes por las que atravesó la
película después?
-Bueno, en un primer
momento sentimos un pequeño temor, pero como el
guión había sido aprobado por el Instituto
Nacional de Cinematografía, en ese entonces a
cargo de Octavio Getino, no nos preocupamos
mayormente.
-¿Qué hubiese
significado para usted la prohibición del film?
-Una situación muy
desagradable y sentirme terriblemente defraudado
por quemar tantos años de trabajo. Además, claro
está, hubiera llevado a la empresa Aries a una
situación difícil. Creo que hubiese sido para mí
una gran frustración no sólo por lo que La
Patagonia rebelde significa, sino también por el
futuro.
-¿Fue una sorpresa
para usted que el Festival Cinematográfico de
Berlín distinguiera con el Oso de Plata su
película?
-Yo tenía mucha
confianza en este film. No me sorprendió e!
premio, aunque sí me emocionó.
-¿Cómo fue recibida la
película por el público europeo?
-Con satisfacción. Y,
en general, anduvo muy bien, pese a que se exhibió
en condiciones desfavorables: el peor día y a la
peor hora.
-¿Por qué razón?
-Porque cuando
aceptamos participar en el festival aún no
sabíamos si la película iba a ser autorizada para
exhibirse en el país. Entonces queríamos estar
presentes de cualquier forma. Sin embargo, la poca
gente que vio La Patagonia rebelde la siguió como
en misa: se entusiasmó, gritó, aplaudió. Tuvimos
una excelente repercusión. Las críticas también
fueron buenas; eso se reflejó, además, en los
diarios italianos después que la película se
proyectó en el Festival de Taormina.
-¿Qué está haciendo en
este momento?
-En lo inmediato,
dedicado a la producción de Triángulo de cuatro;
un querido proyecto que se está rodando bajo la
dirección de Fernando Ayala.
-¿Podría adelantar la
línea argumental de ese film?
-Es una comedia
dramática que tenía como título original Opción y
que gira en torno a los enredos sentimentales de
un hombre que se debate entre dos mujeres. Hay un
cuarto hombre que define la actitud de una de
ellas; pero, por debajo de esa situación, existe
en el tema la intención de bucear en aspectos
íntimos de la pareja, tal como se la concibe en un
matrimonio convencional. La autora del guión es
María Luisa Bemberg, y los intérpretes son
Graciela Borges, Federico Luppi, Thelma Biral y
Juan José Camero.
-Y como director,
¿cuáles son sus proyectos?
-Sí, claro. Estoy
trabajando con Osvaldo Bayer y con David Viñas,
separadamente, en distintos temas.
-¿Podría adelantar
alguno de esos temas?
-Como norma y por
cábala, tanto a Ayala como a mí no nos gusta
hablar mucho hasta no tener las cosas bien
delineadas. De todos modos, en ambos casos, se
trataría de películas dramáticas con contenido
social.
-¿Cómo ve al cine
argentino?
-Creo que está pasando
por uno de sus mejores momentos. Jamás se había
dado una secuela de éxitos de público tan grande y
con un nivel tan parejo de calidad. Por otra
parte, nuestras películas están empezando a tener
mucha aceptación en, América Latina, y eso es un
punto de partida importantísimo. Con relación al
futuro de nuestro cine habrá que esperar que salga
la nueva ley que, pienso, puede ser muy
beneficiosa para todos en general.
Revista Siete Días
Ilustrados
02.09.1974
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