Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

La excepcional Françoise Giroud
Es uno de los libros más notables de los últimos tiempos, y muchas de sus frases deberían grabarse en las paredes de todas las redacciones, para enseñanza de periodistas. Pero los colegas de Françoise Giroud, directora y fundadora del semanario L'Express, ex directora de Elle, no son los únicos beneficiarios de Si miento... (Si je mens..., Emecé, Buenos Aires, 1973, 244 páginas), sino también todo lector cultivado y curioso, para quien serán un regalo las conversaciones de esta mujer excepcional con Claude Gayman. Por ellas desfilan desde Saint-Exupéry hasta Mendés France, desde André Gide hasta los mandarines de la prensa, de las finanzas, de la política, y los grandes actores y cineastas de Francia de la pre y la posguerra. Como complemento del reportaje exclusivo que PANORAMA publicó en el número 344, y como único comentario digno de las opiniones de este ser humano en quien la inteligencia nunca se aleja del buen sentido, he aquí una antología de sus respuestas más filosas:

• Es como en la vida privada, se encuentra lo que se busca: un hombre comprometido en la lucha política no tolera más que la influencia que le conviene, no soporta estar rodeado más que por quienes le caen bien. Es decir, esencialmente gente que lo tranquiliza, que contribuye pues a darle fuerza, a valorizarlo a sus propios ojos, a cimentar su confianza en sí mismo. Esta es, en primer grado, la función misma de los cortesanos. Pero hay que ser un cortesano muy sutil para saber dónde reside exactamente la inquietud del cortejado... Y qué amplitud tiene y cómo apaciguarla.
• A veces miro a mis adversarios o mis enemigos como si mirase los engranajes de un reloj. No se puede odiar a un reloj o menospreciarlo porque está mal armado, o porque alguien lo ha pisado.
•No hay buenos jefes.
•Los perros y los pianos me dan siempre ganas de tocarlos, y como lo saben, me contestan muy cortésmente...
•No he conocido ningún gran hombre que fuera trivial... la anécdota rinde mucho menos cuenta de la verdad de un gran hombre que de la mirada de quien lo ha observado.
•Con excepción del dolor físico, todo es imaginario.
•Renoir [Jean] tenía... la auténtica modestia, también, que sólo se encuentra en los hombres que no se sienten obligados a tranquilizarse permanentemente sobre su virilidad.
•Y esa distinción popular [de Maurice Thorez], que es lo contrario de la vulgaridad que exhibe Marchais.
•Uno no se naturaliza obrero.
•Cuando envejecen, las gentes se persuaden fácilmente de que fueron jóvenes revolucionarios, aún cuando en realidad no han sido más que unos buenos moluscos, vagamente agitados después de una erupción de acné.
•No sé qué es lo que produce la historia.
•... Y una de mis ideas más simples es que nunca hay que ceder al chantaje. Sobre eso soy inflexible.
•Y es una ley de prensa, como de muchos otros oficios, que no se hacen bien más que los productos que uno compraría...
•Me gustan las ciudades atravesadas por ríos.
•... no creo que esas reacciones se expliquen con análisis lógicos, sino por lo que determina fundamentalmente las actitudes políticas, en el sentido más amplio, es decir lo que se llama vulgarmente temperamento.
•Tengo miedo de la tentación fascista para parte de la izquierda, para los pequeños Robespierres de la izquierda, los que no se ríen de sí mismos cuando se miran al espejo, si atravesásemos verdaderas dificultades económicas.
•Pero eso supone que la política se vuelva racional, que no lo es, por lo menos en relación a la idea que nos hacemos de la razón; que no sea la simple expresión de crispaciones nacionalistas. Eso supone que la civilización occidental, en la que estamos, deje de odiarse, porque tendrá el vigor de renovarse antes que autodestruirse .
•Cuando se es una persona pública hay que otorgarle un mínimo de importancia a los actos públicos, de lo contrario es de los otros más que de uno mismo de quien uno se burla.
•Profesionalismo es eso. Cometer menos faltas que los demás, la menor cantidad de faltas posibles. Poca gente sabe que hacer una publicación es ante todo un oficio, y cuando se lo posee bien, se puede hacer Elle, se puede hacer el diario de la marina mercante, se puede hacer Le Monde, se puede hacer La vida de los animales. Y hacerlo con propiedad, con la única condición de que a uno le divierta lo que hace.
•Las revistas no se hacen con funcionarios.
•Cuanto más subversivas son las ideas, más hay que expresarlas con mesura. Y si se mira bien a la mayoría de las ideas expresadas con violencia, se observa que, despojadas de su terminología, son de una tremenda chatura.
•Es la verdad periodística, aquella a la que permaneceré atada hasta el fin de mis días, aún si das desgracias de la política hacen que esté prohibida. La verdad por la información y no por la opinión. La información por la encuesta, escrupulosamente llevada.
•Al volver escribí sobre ese tema y en particular dije que Punta del Este, en el Uruguay, era un campo de concentración para millonarios, lo que me valió serias amonestaciones del Quai d'Orsay.
•Execro a los que mandan a los otros para que se hagan matar.
•Además, los diarios deben ser niños flacos para seguir siendo sanos cuando crecen. Cuando los diarios jóvenes sudan plata, es que están enfermos.
•Mauriac actuó como testigo, lo que es la vocación natural del periodista.
•... verdaderos periodistas, es decir, gente capaz de ordenar ideas de modo que sean claras e indudables, de simplificarlas, de difundirlas...
•Dudo de que exista para la prensa un crimen de indiscreción. Pero existe un crimen de silencio. Mauriac escribió eso.
• Qué es el éxito de una publicación. Diría: es su influencia sobre los influyentes, más su difusión, más su buena administración... Tener una buena administración no quiere decir vender muchos ejemplares. Quiere decir, equilibrar las entradas y los gastos, crecer de manera controlada y sacar de la explotación un beneficio suficiente como para poder resistir los golpes duros.
•La prensa no es una industria como las demás. No emitir opinión, es emitirla.
•La política moviliza todo lo irracional y aspira a la ciencia exacta, a la estrategia del jugador de ajedrez. Es cómico, salvo que el error es muy a menudo trágico.
•Es útil saber quién nos traicionará inevitablemente.
•¿Ha observado que todas las bajezas se cometen con La conciencia tranquila? Los hombres son unos bichos raros. Incapaces de cinismo absoluto. Cuando Hitler hace asesinar a su buen amigo Roehm, es para salvar a Alemania.
•La independencia y la irreverencia. La irreverencia siendo inseparable de la independencia, puesto que señala la libertad de espíritu. Es la más rara. La más rara, créame, y la más difícil de conservar, ya que aterra mucho. Cuánta gente no vive bien más que tras unas rejas desde las cuales pueden gritar: "¡Libertad, libertad!".
•Hay una frase de Nietzsche, posiblemente profética; dice: "Los trabajadores vivirán un día como viven hoy los burgueses. Arriba vivirá la casta superior; se distinguirá por su ausencia de necesidades. Poseyendo el poder, será más simple y más pobre". ¿Tal vez no estemos tan lejos de eso?
•Desde que la religión ha perdido su dominio sobre los espíritus, la meta de los hombres es la felicidad. ¡Bravo! Pedimos únicamente que no nos cuenten que la felicidad reside en el estiércol, la mortalidad infantil, la lámpara de petróleo o la cosecha de papas. O que el trabajo en cadena produce regocijo en cuanto se realiza en favor del capitalismo de Estado, en vez de aprovechar al capitalismo privado.
•¿Conoce el cuento de los petit-suisses?, ¿no? Le dije que no le iba a contar anécdotas, pero... Fue durante esa terrible negociación de Ginebra. El día en que Chu En-lai almorzaba con Méndes France. Sirvieron petits-suisses. Chu En-lai seguramente nunca los había visto. Empezó a comer el suyo sin sacarle el papel. Mendés previno con una mirada a los que estaban en su mesa. E, imperturbablemente, para no arriesgarse a herir a Chu En-lai, comió, y como él todos los demás, su petit-suisse con papel.
• Creo, como Valéry, que Ampére y la electricidad han sido mucho más importantes que Lenin. Soy más sensible a lo que puede trasformar las relaciones humanas, las relaciones de autoridad, la naturaleza del poder de los unos sobre los otros, que a la eficacia del modelo económico. Me resigno al capitalismo como a un mal menor. No me gusta.
•Pasamos el tiempo considerando en un ser humano lo absoluto y diciendo después que nos defrauda. Todo el mundo es defraudador en relación con lo absoluto. Sin duda, usted y yo también lo somos.
•Por otra parte, lo que no está mal, con los militares, es que están acostumbrados a obedecer. Todo está en que haya alguien con un galón más. ¿Y sabe lo qué pasa cuando son mariscales? Que como siempre han obedecido, es su mujer la que manda.
•Hay muchos momentos en la historia en que para hacer una política de izquierda, hace falta un hombre de derecha.
•Ya puede cambiar cuarenta y ocho veces la Constitución: si la gente no quiere que funcione, no funcionará.
• Las instituciones son lo que los hombres quieren que sean.
•No creo en absoluto que el sufrimiento ennoblezca. Al contrario, degrada. Sobre todo cuando pone en jaque a la inteligencia. Y si hay un terreno en que la inteligencia es inútil, es sin duda el de los fantasmas, esos pájaros que se tienen en la cabeza... La inteligencia es un arte de adorno. Se le extraen toda clase de placeres, como de la práctica del piano o de la pintura. Pero cuando se ha aprendido, a expensas de uno mismo, por otra parte, que no es ella la que nos maneja, se ha aprendido mucho. .. sobre los demás. No es la inteligencia la que gobierna el mundo, y no más los hombres inteligentes que los tontos.
•Los intereses transigen siempre, las pasiones nunca.
•"No había hecho nada [John Kennedy], pero había descubierto "el gran secreto de los que acceden a los cargos, que es apoderarse primero de la imaginación de los hombres".
•Sólo dos palabras: [Albert Camus] tenía la más linda mirada del mundo. Una mirada azul y nocturna a la vez.
•¡Ah! ¡Me gustan las palabras y que se las sepa medir! Entretejerlas también. Una pobreza que me daría miedo es la de que de repente me vaciase de palabras y no dejase en mi memoria más que: "Qué lindo día"... "Tengo frío"... "Páseme la sal"... "¿Qué hora es?". De Gaulle era un príncipe de la palabra.
•Hay que decir que la política es el terreno soñado para la paranoia.
•El poder es siempre melancólico, puesto que es soledad.
•El análisis de Marx no se verificó, puesto que asistimos al aumento de las ganancias y de los salarios. Que las técnicas de producción ponen a disposición de la mayoría bienes de consumo a bajo precio. Que el nivel de vida ha aumentado en Europa en diez años un 54 por ciento. Que la economía de mercado puede encontrar—ha encontrado en Suecia— un correctivo a través del impuesto para que las ganancias sean ampliamente trasformadas en bienes colectivos. ¿Puede decirse todavía que la "clase" se define en relación al puesto que se ocupa en la producción? Por otra parte, ya nadie habla de la clase obrera, sino de "los trabajadores" y lo menos que puede decirse es que no constituyen una clase homogénea aunque ninguno de ellos sea propietario cíe los medios de producción.
•No hay como la gente que predica el movimiento para enloquecerse cuando se les cambia el escritorio de lugar.
•Lo que la mayor parte de los periodistas dice en seis hojas, se puede casi siempre decir en tres.
•Todo el mundo lleva su vida en la cara. Yo llevo, además, la vida de una publicación.
•¿Y si toda la desgracia no proviniera del capital? ¿Y si Marx, que era el heredero de los nacionalistas del siglo XVIII, hubiera conocido a Freud y sospechado, al mismo tiempo, que en materia de dictadura del proletariado, todo grupo humano que dispone del poder no tiene más que una meta: conservarlo, comprendidos aquellos que se erigen en representantes del pueblo?
•El poder nunca es "bueno". El poder de nadie. Pero al mismo tiempo es necesario a toda colectividad. Entonces, cómo limitarlo dejándole suficiente eficacia, no lo sé.
•... salvo error, fue Lenin quien observó que no era el exceso de capitalismo lo que pesaba sobre Rusia antes del 17, sino su insuficiencia. Pero muchos hombres han decidido aplicar el socialismo. Y hasta el presente no lo han logrado en ningún lado Me gustaría mucho que me expliquen por qué. O, mejor dicho, que se busque el porqué.
•Tal como esa infame humanista reaccionaria que se llamaba Rosa Luxemburgo, creo que la libertad es siempre la libertad del que piensa de otro modo. Y esa, la sostengo.
Revista Panorama
10.01.1974

ir al índice de Mágicas Ruinas

Ir Arriba