Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

El Perón de la ficción
POR MARTHA MERCADER

Perón en la ficciónLos argentinos han tentado muchas varas para "medirlo" a Perón. En esta nota, la autora esgrime una, significativamente inédita hasta ahora: la trascendencia —o intrascendencia— del "fenómeno peronista" en nuestra literatura. Específicamente en la literatura de ficción. Su investigación bucea en cuentos y novelas de escritores que abarcan casi toda la gama de la ideología y el prestigio. De Borges a Rodolfo Walsh y de Beatriz Guido a Bernardo Verbitsky. Al margen de las conclusiones, este informe quiere servir de valioso ÍNDICE para recorrer al peronismo en su peripecia de ficción. Y descubrir, tal vez, su buena o mala suerte en manos de los oficiantes de la pluma... Argentinos y escritores, los autores no pueden eludir la presión de ambas constantes. Por eso sus libros pueden valer como obras de arte. Y también como una clave más para desentrañar esa esfinge polifacética que —pese a tantas interpretaciones— sigue siendo en buena medida el peronismo y su rostro viviente, Perón.
Si el artista, el escritor en nuestro caso particular, tiene misión de testigo y testimonio de la realidad que vive y comparte, esta visión DE FICCIÓN debería no estar muy alejada de la realidad. A usted le toca decidir. Lea la nota. Después, si no los leyó, lea los libros. Es casi un compromiso.


VOY a hablar más del Perón de la ficción que de la ficción de Perón, aunque tal vez todo resulte sólo un cuento de ciencia-Perón. Porque las relaciones entre literatura, política y ciencia aún están por ser rescatadas de un mundo especulativo y fantástico mal que les pese a todos los teorizadores de mesas redondas. De cualquier manera, será muy útil aproximarse pragmáticamente al asunto. El cuadro de la página 46 consigna las novelas y cuentos que toman como tema principal o secundario al peronismo, identificando a éste con gobierno, oposición, totalitarismo, revolución popular, demagogia, vulgaridad, prepotencia, antiimperialismo, delación, incendio de iglesias, justicia social, etc. Se excluyen las páginas escritas sobre el peronismo mientras éste regía los destinos del país, no sólo porque el tono reinante fue uniformemente laudatorio y oficialista, sino porque no ha sobrevivido ninguna narrativa debido a su calidad literaria. Es probable que la lista analizada no sea exhaustiva, y si peca por incluir algunos libros de escasa importancia, no falta en ella ninguno que haya tenido trascendencia literaria. Y eso es lo que importa.
Aun cuando no se puedan sacar conclusiones generalizadoras, esta lista destaca claroscuros significativos. Señala quiénes se ocuparon y cómo, y quiénes no, de lo más importante que nos sucedió en los últimos cuarenta años como nación. Está claro que el peronismo, visto desde cualquier ángulo, a favor, en contra o de soslayo, es un fenómeno convulsionante, catalizador, traumático, conscientizador, decisivo, inaugurador de un nuevo estilo en el país.
El análisis que sigue toma en cuenta sólo las obras citadas, nunca la trayectoria del autor ni las opiniones políticas que puede haber emitido (u omitido) en otro lugar.
Ninguno de los ordenamientos por el contenido (tema, época histórica evocada, actitud del autor) facilita una sistematización coherente. Por eso se prefiere el orden alfabético.

CONCLUSIONES SUMARIAS
La mayoría de los autores adopta una actitud antiperonista, con excepción de Otilia de Casa Ferrándiz, que añora sin ambages las canonjías del régimen. Mario Szichman emplea otro método: no lo elogia, sino que ataca a su contrario, destacando los fusilamientos de la Revolución Libertadora. Otro tanto hace Iverna Codina. La actitud de Rodolfo Walsh es de escamoteo, la de Inés Malinow, indiferente (no ante el peronismo sino ante el fenómeno político): la de Sábato, descriptiva de un hecho aislado; Viñas recoge fugaces acusaciones contra el cipayismo intelectual de la burguesía. En los demás, la selección de hechos implica una escala de valores en todos los casos negativa hacia el peronismo, incluso en el bromista Fernández Moreno.
Por su intensidad, existe un orden, desde la indignación de Peyrou. el apasionamiento de Elvira Orphée, la fogocidad intelectual de Jorgelina Louvet, la intensa experiencia vital de Murena. la toma de conciencia de Carmen Da Silva, la condena ideológica de Wernicke y Beatriz guido (Wernicke, como antitotalitario, Guido, como “gente bien"), la crítica social de Verbitsky, la crítica religiosa de Lezama, la indiferencia de Fernando, hasta el derrotismo de Malinow y las bromas de Fernández Moreno. Intensidad vital y apasionamiento por el fenómeno político también se descubren en las páginas de Szichman.
Por su coherencia: Para Peyrou y Lezama hay buenos y malos. Es decir, antiperonistas y peronistas. Los demás escritores logran su coherencia a través de seres humanos y no de actitudes políticas. Szichman introduce, dialécticamente, situaciones encontradas, para ofrecer un conjunto más complejo.
El fenómeno peronista es obsesión en Acto y ceniza y Se vuelven contra nosotros. También en El incendio y las vísperas. El tema es leitmotiv en Setiembre, Uno, La tierra está sola. Es constante su presencia, aunque no constituye el tema principal, en Los herederos de la promesa, Las leyes de la noche, La breve curva, Villa Miseria también es América, Crónica falsa, El día de octubre. Aparece parcialmente en La Ribera y tangencialmente en Dar la cara, Sobre héroes y tumbas, Los guerrilleros, Lunes mi enemigo. Borges lo convierte en problema metafísico en un solo cuento de su extensa producción.
Teniendo en cuenta la resonancia de las obras publicadas en la Argentina a partir de 1955. Podemos decir, pues, que el peronismo no ha merecido en la literatura la importancia que tiene como suceso político, social, económico e histórico. También se puede decir que no ha sido escrita ninguna obra de ficción significativa desde la perspectiva peronista. Indagar hasta qué punto esta falta de interés se debe a la dificultad de encarar un hecho tan complejo, a la desconexión de los intelectuales con la realidad, a evasión o escapismo, o, tal vez, a características especiales del peronismo (una revolución a medias), es problema que queda por resolver.
El literato no tiene que interesarse más que en lo que se integra a su yo profundo. No tenemos por qué reprochar a Borges que no se ocupe de conflictos sociales ni a Verbitsky que no cavile sobre la eternidad. Pero es totalmente justificado llamar la atención sobre un hecho innegable: el peronismo ha originado hasta el momento el fruto literario comentado en este trabajo (en cambio, día a día aparecen más ensayos e investigaciones en el género teatral, como, por ejemplo, una obrita escrita por cuatro autores: Somigliana, Talesnik. Cosa y Rosenmacher). Paralelamente, un gran silencio, en el preciso momento del boom de la literatura argentina, cuando Borges y Cortázar triunfan a nivel internacional, cuando Sábato y Silvina Bulrich son traducidos a numerosos idiomas, cuando la producción de Mallea no se interrumpe jamás, cuando incluso las nuevas promociones logran marca de best-sellers en el extranjero (Manuel Puig) y teorizan sobre literatura "latinoamericana".
Quede como pregunta qué pasó en otras literaturas cuando sucedieron hechos tan irreversibles como el peronismo: las revoluciones mexicanas, la depresión de los años treinta en Norteamérica, la guerra española, la revolución cubana, el surgimiento de los Estados africanos, para no hablar más que de hechos cercanos o comparables. Quede también como pregunta si otros hechos sociopoliticos en nuestro país (el triunfo del radicalismo, por ejemplo) tuvieron su manifestación en las letras.
Todas estas respuestas hablarán de una manera de ser del argentino, no sé si de todos o solamente de los intelectuales. Hasta ahora, la expresión del peronismo a través de las letras apunta a una manera de interesarse en la realidad, más intelectualizada y dividida que vital y totalizadora, más escapista de lo que nos está pasando que comprometida con la realidad.
Los politicólogos (como ahora se llaman), los sociólogos, los historiadores siguen estudiando el peronismo con fervor creciente, y nadie se ha puesto todavía de acuerdo en lo que quiso o quiere significar. Los literatos, artistas al fin, no tienen por qué estar a! tanto de lo que dicen los hombres de Gabinete. Pero es importante que sus antenas intuitivas funcionen para captar los problemas que más acucian a los compañeros del tiempo y espacio en que les ha tocado vivir. Solamente en ese caso podrá integrarse una verdadera cultura.

• Martha Mercader es autora de dos cuentos: “Octubre en el espejo" e "In memoriam", que registran, respectivamente, la ocupación policial de la Universidad de La Plata y el 17 de octubre de 1945 y la frustrada revolución peronista de 1956.

(Nota MR: "Martha Evelina Mercader (La Plata, 27 de febrero de 1926, Provincia de Buenos Aires-Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 17 de febrero de 2010) (...) entre 1993 y 1997 fue diputada por la Unión Cívica Radical. Su padre fue el abogado, político y juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Amílcar Ángel Mercader." WIKIPEDIA dixit)
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Bustos no, libros sí...
Borges, coherente con su costumbre de situaciones fantásticas sobre la realidad, sólo ha mencionado a Perón o Eva Perón cuestionando su realidad o irrealidad ("El simulacro") en el mundo de las esencias. En cambio, Otilia de Casa Ferrándiz, en “El clarividente”, incursiona en la gran confusión de argumentos y de intereses que vivieron los argentinos durante la época peronista apelando a la anécdota para calificar.
Iverna Codina, una de las escritoras con más fuerza en la literatura argentina actual, se situó con “Los guerrilleros” en la resistencia peronista posterior al año 1955. Con auténtica pasión, su obra, en estilo épico, relata la tragedia de uno de los grupos subversivos que se destrozaron contra el régimen antiperonista con aparente, fracaso. María Esther de Miguel —“Calamares en su tinta"— pretende hacer un paralelo entre las tropas nazis SS con el peronismo. El arcaísmo busca en toda la obra sugerir la coincidencia entre ambos procesos políticos.
“Memorias de un príncipe argentino”, de Manrique Fernández Moreno, apenas merece mención de inventario. Estrafalaria producción, sólo destinada a mostrar el supuesto ingenio del autor. Carmen da Silva analiza con más seriedad desde su novela “Setiembre" el alzamiento militar de ese mes en el año 55. Se regodea en un meticuloso relativismo, donde se trata de juzgar, observar hechos y personas sin llegar a la absolución ni a la condena. Para la autora brasileña lo importante son las posiciones de cada uno frente a los hechos, la toma de conciencia.
Beatriz Guido, en su promocionado "Fin de Fiesta”, elabora toda una visión pormenorizada del prototipo del caudillo conservador —en este caso Barceló— con el fin de comprarlo con Perón. Todo para demostrar la vena demagógica del jefe peronista. La misma escritora comenzó en París, allá por 1960, “El incendio y las vísperas", al que puso punto final cuatro años más tarde. Apunta aquí sus cañones contra cierta oligarquía (“nuevos ricos") emergente de las prebendas del régimen, mientras enaltece hasta lo apologético la gesta estudiantil de resistencia a Perón. Todo
le permite un despliegue de conocimientos adquiridos en su deambular dentro del grupo de los happy few criollos, a los que les es permitido alternar con la aristocracia terrateniente a cambio de su despliegue de originalidad. El Jockey Club incendiado es el broche de fuego para el libro de Beatriz.
En “La Tierra está sola”, de Hugo Ezequiel Lezama, el tema histórico-político sólo es un telón de fondo delante del que desarrolla el autor un conflicto individual. Jorgelina Louvet se preocupó en “La breve cura” por las lacerantes disyuntivas y perplejidades en que se ven inmersos los intelectuales independientes a partir del golpe militar que derrocó a Perón.
Un solo día en la vida de varios arquetipos argentinos, durante una jornada de elecciones —18 de marzo del 62—; la prescindencia y el derrotismo brillan como los colores principales del cuadro de Inés Malino» en su “Lunes es mi enemigo". Mucho más allá en el tiempo, H.A. Murena —“Las leyes de la noche”— se ubica en la alborada del peronismo en los años 1945/46; aquí, nadie pudo permanecer ajeno a la movilización impuesta por el ritmo de cambio del nuevo gobierno. El mismo autor, en “Los herederos de la promesa” trata de demostrar mediante el descenso al infierno del protagonista cómo todos los hechos, incluso los políticos, son una parte real y necesaria del gran todo.
Elvira Orpheé trató de dar en “Uno” un testimonio de valor de un período controvertido y polémico, donde campeó con más virulencia el peronismo y el antiperonismo. A estas dos categorías pertenecen sus personajes. El individualismo de unos —por inducción, heredo-cultural— y el revanchismo de los otros —la revancha siempre requiere agravios— demuestran la miopía de todos.
Una manera particular de ver y sentir la Argentina puede ser la de Manuel Peyrou en “Acto y ceniza”. Las alternativas conocidas del cierre de una fábrica de caramelos por negarse a colaborar con la Fundación de Ayuda Social le da pie a Peyrou. Así transita el autor por una etapa parcial del peronismo de los años 50. En “Se vuelvan contra nosotros” Peyrou refleja con más nitidez su obsesión antiperonista, hasta lo patológico. A tal punto que su talento como escritor se ve arrollado por el tono panfletario. Sus ataques desorbitados contra el peronismo y con furia contra quienes pretenden captarlo —“frondizismo", “frigerismo”, trona el autor— impiden que hombres y mujeres —de su novela— vivan problemas humanos; la producción final se muestra como mero pretexto para que el autor hable de política y nos exponga sus ideas.
Ernesto Sábato, en su “Sobre héroes y tumbas", utiliza los acontecimientos políticos sólo como recreamiento del clima donde los personajes intentan una aprehensión del ser argentino. Mario Szichman, en “Crónica falsa”, antepone dos aspectos negativos: la incipiente persecución antijudía durante el peronismo y la represión y persecución de la Revolución Libertadora; para este último caso rescata del olvido los fusilamientos del basural de José León Suárez.
Bernardo Verbitsky analiza en “Villa Miseria también es América” el nacimiento y desarrollo de las Villas miserias en los conglomerados urbanos, en pleno proceso de industrialización durante la época de Perón. Un fenómeno insoluble para los sistemas que giran dentro de la órbita capitalista. Graficando una actitud de vida, David Viñas, en “Dar la cara” no penetra a fondo en el tema peronismo. En esta novela de 600 páginas sólo 10 o 12 líneas recogen algunos gestos. Inexplicablemente Viñas dejó de lado un fenómeno social que se debatía virulento en los años en que escribió esta novela.
“Esa mujer”, un cuento de “Los oficios terrestres” de Rodolfo Walsh es un trabajo extraño, sórdido, donde no se revela cuál ha sido el propósito de este periodista. Exaltación de símbolos, fervor esteticista, búsqueda de la verdad. En todo caso, el tema, la desaparición del cadáver de Eva Perón, lo ubica en la recorrida de esta nota.
Por el renunciamiento del protagonista a una acción política, “La ribera”, de Enrique Wernicke, coloca a esta obra dentro de las que han encarado el tema peronismo, aunque sea como elemento de un conflicto.
Revista Extra
12/1970
 

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