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—¿A qué te gustaba jugar? —...Tendría que
pensar mucho para decir al gallo ciego, a |a
mancha, o a las esquinitas... Prefería mis
invenciones... El juego de la muñeca rusa era
complicado, tan complicado de explicar como la
cuarta dimensión. Según las jugadas, cada muñeca
perdía o recuperaba su cabeza o su cuerpo, hasta
llegar a la normalidad individual, cuando las
colocaba por fin alineadas sobre la mesa. Para
otorgarles un sueño reparador, yo tenía que
encerrarlas de nuevo una dentro de otra, con
muchas precauciones. .. Este juego no interesaba
a nadie: en apreciarlo, mi soledad era total...
... Otro juego era el de la salvación de los
pescados del río, que llevaba a la fuente del
jardín, en un frasco de dulce, donde resucitaban
con distintas abluciones... Este juego repugnaba
a las personas mayores___"¿Por qué salva a los
pescados?... ¡Qué porquería!"... ... Otro
juego era el de la operación de apendicitis, con
semillas de pino (o no sé dé qué árbol), que
simbolizaban el apéndice... Ese juego tenía
éxito, y requería cirujano, enfermera y
enfermo... Silvina Ocampo Revista Gente y
la Actualidad 6 de julio de 1972
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