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Shelley Winters

SHELLEY WINTERS
Está llevando dos carreras distintas

ALGUN cronista capcioso afirmó qué las actrices de Hollywood se casan sólo para tener un pretexto para divorciarse. Tomado unilateralmente el concepto, podría decirse que las actrices se casan para tener un recurso publicitario. Porque lo que ha encaramado a más de una figura, antes que su afortunada labor cinematográfica son sus frustradas aventuras matrimoniales-
Una de las intérpretes más beneficiadas con este tipo de publicidad es Shelley Winters. Y no precisamente por el número de sus divorcios, ya que cuenta con dos solamente en su haber. Lo ocurrido con la sugestiva rubia —considerada sucesora de Jean Harlow— es distinto al caso de una Rita Hayworth o de una Lana Turner, sobre las que sería difícil precisar, sin acudir a las archivos, cuántas veces han formulado la promesa sacramental. Shelley Winters ha sido más veces una posibilidad matrimonial. De ahí que su nombre se lo haya vinculado en distintas oportunidades a cuanto astro se hallara eventualmente en estado de soltería.
Las circunstancias apuntadas le valieron a Shelley Winters ser llamada en una oportunidad "la soltera más apetecida de Hollywood". No se crea, sin embargo, que bastó la circunstancia de su belleza y la extraña atracción que ejerció siempre sobre el sexo opuesto para determinar su triunfo. Su camino en pos de la fama se vió sembrado de obstáculos, que sólo su decisión, perseverancia y buena dosis de filosofía no hicieron insalvables.
Su arribo a Hollywood data de 1942. Llegó contratada por la Columbia y se le hizo una prueba para el papel protagónico de "Las modelos". Al asignársele el rol a Rita Hayworth se vió postergada la carrera artística de Shelley Winters, pero comenzó su carrera sentimental. En 1943 contrajo matrimonio con Mack Mayer, un oficial del ejército, del cual se divorció en 1947.
Desde ese momento comenzaron a cobrar cuerpo la vida y los amores de Shelley Winters y a redituarle beneficiosa publicidad. En 1951 viajó a Roma en compañía de Farley Granger. Iban a filmar juntos una película, pero al margen de su labor se les tejió un romance que todos supieron que iba a concluir en el altar. Fué entonces cuando se interpuso un apuesto galán italiano: Vittorio Gassman. Entre los más diversos comentarios y polémicas se casaron a los pocos meses. Tres años duró esta boda, que concluyó en un sonado divorcio.
Otra vez se la vinculó sentimentalmente a Farley Granger, pero tampoco ahora prosperó el romance, y para no hacer demasiado tediosa la repetición, se anunció de que iba a casarse con el maduro John Payne.... pero no tardó en saberse que el asunto era otro socorrido nada novedoso recurso publicitario.
Lo único positivo en esa seguidilla de cambios en la vida sentimental de Shelley Winters es el efecto que ha provocado en su carrera, en franco tren ascensional.
Revista PBT
agosto de 1955

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