Okey. Finish, finish! Outside, outside!
Tenso, crispado, revolviéndose en la silla, Robert James
Fischer, 27, uno de los ajedrecistas más talentosos del mundo,
exigía que los cuatro fotógrafos desaparecieran de su vista.
Cada sonido del disparador lo había hecho contraer como si una
bala entrara en su cuerpo.
Revista Periscopio
11.08.1970