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—¿Cómo es eso?
—Llegué a la conclusión de que leer a Sartre,
Unamuno o Marcuse en la Argentina actual es
perder el tiempo. El argentino debe leer sobre
los grandes problemas nacionales. No se puede
pensar en filosofía cuando hay que arreglar el
país.
—¿Cómo lo arreglaría Antonio Carrizo?
—Si se llega a elecciones limpias, sin
proscripciones de ninguna clase, la salida
electoral es lo mejor que puede ocurrir. Eso sí,
el gobierno con base popular que arrojara esa
elección (el primero en muchos años) tendría que
hacer la revolución que debimos haber hecho en
los últimos tiempos.
—¿Le interesa la política?
Ampuloso y expansivo, dos constantes de su
personalidad, A.C. comienza a golpear la mesa
con las manos como si fuera un tambor. Enciende
un cigarrillo y sonríe antes de responder.
—Yo, en Villegas, actué con los radicales:
Moisés Lebensohn, Balbín y Frondizi eran
nuestras metas por aquel entonces.
—¿Por qué no militó más?
—Porque perdimos la elección y me tuve que
dedicar al laburo.
Fragmento de entrevista de Carlos Cúneo a
Antonio Carrizo en Revista Siete Días
Ilustrados, 16.08.1971