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¿ARREAR ABEJAS?
Los habitués que esa tarde de 1956 colmaban las butacas del
teatro Gaumont de Manchester, Inglaterra, no podían creer lo que
estaba sucediendo sobre el escenario: un chiquilín llamado Barry
Gibb, acompañado por sus dos hermanos menores (10 años), los
mellizos Maurice y Robin, flagelaba las tablas bailando y
cantando los últimos éxitos del repertorio beat. Los hermanos
Gibb repitieron durante varios meses el suceso de ese día, pero
el imprevisto traslado de sus padres a Australia interrumpió lo
que prometía ser una brillante carrera artística. . . al menos
en Gran Bretaña, porque apenas desembarcaron en Sidney
reanudaron su frecuentación con la música que les apasionaba,
especialmente los éxitos lanzados por Los Beatles.
En un club juvenil, los Gibb conocieron a los australianos Golin
Petersen y Vincey Melouney. Y decidieron formar el hoy famoso
quinteto, bautizándolo con el nombre de The Bee Gees como
homenaje a Barry, alma pater y director del equipo, cuyas
iniciales son precisamente B. G. Como nunca se ocuparon de
explicar las motivaciones del nombre, dieron motivo a
controversias entre los que pretendían traducirlo literalmente.
Porque bee puede significar indistintamente abeja, manía o
chifladura, y a su vez ges, arrear hacia la derecha, o una
interjección similar a ¡arre! Para muchos, un conjunto bautizado
Arrear abejas hacia la derecha podía ser muy original, pero de
dudoso buen gusto.
En 1967, los BG viajaron a Inglaterra y lanzaron su primer disco
con dos temas, Massachusetts y El desastre minero de New York de
1941, que causó un gran impacto y se encaramó rápidamente en los
primeros puestos de los ranking. El suceso sirvió también para
despertar celos entre sus competidores: un integrante del
conjunto The Mama's and the Papa's los acusó ante la justicia de
plagiar a Los Beatles, y tuvo que intervenir el mismísimo John
Lennon para defenderlos. No terminaron ahí sus problemas con la
justicia: en abril de este año, el gobierno inglés conminó a los
dos australianos integrantes del quinteto a abandonar el país,
negándoles el permiso de residencia por tiempo indeterminado y
el carnet de trabajo. Miles de jóvenes partidarios de los Bee
Gees se lanzaron entonces en manifestación por la famosa Carnaby
Street, portando amenazadores cartelones: "Déjenlos en paz,
ellos son ingleses. Quien toque a los Bee Gees morirá". Las
leyes inglesas no se caracterizan por ser flexibles, y al
conjunto no le quedaba otro camino que disgregarse o emigrar a
Francia, pero ante la gravedad de los disturbios callejeros, el
propio gobierno volvió a intervenir, todo quedó arreglado y,
como en un cuento, tuvo su final feliz.
Revista Siete Días Ilustrados
14.10.1968