Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Leopoldo Costa - Ana María Martí

Detrás del micrófono un hombre de ademanes seguros, semicalvo, sonrisa generosa y camisa siempre arremangada,' convence con entusiasmo a los radioescuchas sobre los beneficios de tal o cual producto. Ese hombre y esa voz tan familiar a todos tienen un nombre: Leopoldo Costa. Que es algo así como decir quince años de trabajo continuo, responsabilidad y un estupendo timbre de voz. Pero no siempre la locución fue parte de su vida; primero quiso ser abogado, después abrazar una vida bohemia, para finalmente someterse a los cosquilleos de su vocación que lo llevarían a ingresar al ISER (Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica). Hoy nos recibe en una espléndida casona de Belgrano R. acompañado por su mujer, Ana maría Martí, a quien conociera como compañera de trabajo frente a las cámaras de televisión, y ambos ríen cuando recuerdan los comienzos:
—Al poco tiempo de hacer radio tuvimos la suerte con Ana María de participar en los heroicos comienzos de la televisión. Donde todo se hacía a fuerza de coraje e improvisación. Cuando los estudios de Canal 7 estaban situados en Ayacucho y Posadas y en el Palais de Glace. ¿Recuerdas, Ana María?
—Claro, trabajábamos en la radio . maquillados para poder llegar a tiempo a pasar los avisos en la televisión. ¡Que, por supuesto, iban en vivo!
—Y la cara con que nos miraba la gente cuando no conseguíamos autos y debíamos llegar corriendo por la calle.
Revista Gente y la Actualidad
18.09.1969

Fragmento de caricatura revista Caras y Caretas

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