Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Julio Le Parc

JULIO LE PARC, mendocino, casado, 3 hijos, actualmente residente en París, triunfador de la última Bienal de Venecia, estuvo almorzando con GENTE diez horas antes de retornar a Europa. Quisimos saber qué impresión se llevaba de Buenos Aires y con una permanente sonrisa en sus violáceos labios, nos resumió su pensamiento: "Yo estoy dentro de una corriente que es participación activa del público en la obra. Bueno, aquí encontré un material humano sensacional porque los americanos tenemos una mayor espontaneidad que los europeos. A ellos les pesan sus kilos de años de historia y cultura, nosotros somos mucho más imaginativos. Pero lo que aquí falla es el material artístico...
—¿Por qué?
—Se charla mucho y se trabaja poco. Mucha tertulia en el bar Moderno, pero pocas horas buscando cosas nuevas. Acá es fácil ser artista. Se trata de trabajar de cualquier cosa, pintar los fines de semana y tener una barra de amigos para tomar café todas las noches. Nadie se juega definitivamente. Yo trabajo con mi equipo 16 horas diarias y le escapo a las tertulias frívolas, de charla. Veo que hay un grupo interesante, pero se quedarán si no comprenden el valor de su tiempo. Eso de buscar de vez en cuando una galería para que los amigos y la familia vean lo que hacemos es un arte terminado.
—¿Y lo suyo?
—Esto no es definitivo, pero constituye un intento para que la gente deje de observar y actúe. Cien mil personas vieron mis objetos en el Di Tella y tocaron, rompieron y protestaron con la obra. Esa es mi pretensión. Aunque algunos pierden tiempo poniéndose tacos extravagantes o disfraces de locos. Eso es publicidad y no constituye nada serio.
Con un "chau", Julio Le Pare le dijo adiós a Buenos Aires y a nosotros. Posiblemente retorne al país con otro galardón, por ahora debe muchas 16 horas diarias a su taller de un barrio parisiense.
Revista Gente y la Actualidad
19 de octubre de 1967

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