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Eva Perón

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Eva Perón

"... En "La Razón de mi Vida" diría: "En la historia de todos los pueblos se ha visto la presencia de mujeres alentando al nativo, acompañando al héroe, aconsejando al soldado., .".
Ya la vimos en las jornadas de octubre del 45. En la gira proseíitista del 46, en Salta, Perón fue atacado con clavos y otros proyectiles. Evita saltó hacia él y lo cubrió con su cuerpo.
Esta actitudes generaron críticas, alabanzas y velados deseos de emulación.
Sebrelli observa que la escritora uruguaya Blanca Luz Brum, asistiendo desde un diario de avenida de Mayo al desfile previo a la asunción de la primera presidencia por Perón, señaló el coche donde iba Evita y dijo: "Allí debía ir yo". El mismo autor cita a otra escritora, Victoria Ocampo, eminente feminista que llegó a sugerir en un discurso que las mujeres no debían aceptar el voto femenino... sólo por provenir de quien provenía.
Por eso no es extraño que a poco de la asunción, la Sociedad de Beneficencia esgrimiera la excusa de la juventud de Evita para no nombrarla presidenta, tal como es la costumbre con la esposa del primer mandatario. Las damas que integraban la comisión no sabían, seguramente, qué rival tenían delante. En primer término, Eva tuvo la humorada de proponer para tal cargo a su madre. ("—Y, yo digo... como necesitan una vieja, se las presto, pobres!"). Y en segundo lugar, disolvió prestamente la Sociedad y en su lugar floreció la Fundación de Ayuda Social, la Fundación Eva Perón.
Esa fue la base de operaciones desde donde la "Jefa Espiritual de la Nación" proyectó su personalidad avasallante, en una obra que no tenía precedentes.
Que sorprendió a todo el país.
Que dejó mudas de asombro a las damas antes mencionadas. Las de la Sociedad de Beneficencia, inmisericordemente anatemizadas por Evita.
Vale la pena escucharlas hablar al respecto.
"ESAS MUJERES VIEJAS Y FEAS..."
Es una de sus llamadas "tardes de ayuda social". En la Residencia Presidencial. Logramos raptarla de las interminables colas que se arman frente a su despacho: cientos de hombres, mujeres, familias enteras que van a exponerle problemas.
Nos interesa recordar con ella un punto neurálgico.
—¿Puede darnos su opinión sobre su "vida social"?
—¡Ja! Prepárense para escuchar cosas graves; creo, como que hay sol, que la vida social así como la sociedad aristocrática y burguesa que la vive son dos cosas que se van... ¡Este siglo acabará con ellas!
—¿Entonces, usted no está de acuerdo con las mujeres que desarrollan actividades sociales?
—Qué pregunta ¡Nunca entendí a las mujeres de esa raza! La "mujer de sociedad" no tiene objetivos, está llena de apariencias, de pequeñeces, de mediocridades y de mentiras: todo consiste en representar bien un papel tonto y ridículo...
Usted también representaba papeles, señora. En el teatro.
—En el teatro, por lo menos, se representa algo que existió alguna vez... o que puede existir. En el teatro, el artista sabe que es alguien... En la vida social, las mujeres son artistas representando ¿qué?, ¡nada, absolutamente nada! Nunca envidié ni quise a esa clase de "artistas".
—¿Y qué piensa de las "Damas de Beneficencia" ?
—Que son todas viejas y feas y por eso se dedican a eso, como un "hobby" más o menos aburrido. No tienen ninguna importancia. Ellas son las que dan limosnas. Los niños que ellas intentan salvar no olvidarán jamás que ellas fueron sus verdugos. Ellas representan a los que crearon el "comunismo" el día en que englobaron a todos los pobres del mundo bajo el rótulo común de "chusma". Por eso mis hogares son generosamente ricos... más aún, quiero excederme en esto. Quiero que sean lujosos. Precisamente un siglo de asilos miserables no se puede borrar sino con otro siglo de hogares "excesivamente lujosos". Y ahora, ¿me quiere hacer un favor?
—Usted dirá.
—Déjeme en paz, que tengo mucho quehacer.

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