Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Leonardo Favio

-¿Leonardo sufrió mucho?
-Si.
-¿Cuánto?
- ¿Sabe lo que es comer durante quince días queso y miel porque no hay otra cosa? ¿Sabe lo que es tener quee poner ollas y baldes sobre la casa para juntar el agua de la lluvia para que no moje las sábanas? ¿Es bastante, no?
(La madre de Leonardo Favio, 1969)
—Mis hijos estuvieron internados en el hogar "El Alba", que pertenecía a la fundación de Williams C. Morris, y no puedo entender que le hagan homenajes a un señor si lo que hizo fue fundar un reformatorio. Ahí tienen ustedes un monumento a él que todos los años se llena de flores. ..
—¿Cuándo estuvo Leonardo en el reformatorio?
—Reformatorio, ¡no!, ¡señor! El hogar "El Alba" era un instituto privado donde dormían, pero iban a una escuela... Y si adentro están peor que en un reformatorio, eso no quiere decir que lo fuera. A mí me duele todo esto, de la misma manera que me dolieron mis hijos, igual que me dolió la miseria en que vivimos.
—¿Cómo era Leonardo?
—Muy alegre. Era un chico muy alegre, siempre contento. No como el "Negrito", que fue siempre mucho más maduro. El "Chiquito" fue siempre muy alegre...
—¿El "Chiquito" es Leonardo?
—Sí.
—¿Y cuándo cambió?
—Cuando me tuve que separar de mi marido... 5 años.
—¿Y cuál fue el cambio?
—Aparentemente seguía igual. Me abrazaba, me besaba... se me pegaba más todavía. Pero yo me daba cuenta de su dolor. Me daba cuenta de que lo hacía porque me veía sufrir. .. Entonces fue cuando nos vinimos a Buenos Aires. Y por eso me duele también que digan que mi hermana no nos ayudó entonces. ¿Qué podía hacer ella con sus catorce años? Si yo no le podía quitar el hambre, ¿qué iba a hacer ella?
—¿Allí fue cuando los internó en el instituto?
—Sí.
—¿Cómo fue?
—Yo ganaba ochenta pesos por mes, y alquilé una pieza en un conventillo de la calle Arenales. Con lo que me quedaba, los chicos no podían vivir, a no ser que vagaran por la calle, lustrando zapatos o vendiendo diarios...
—¿Y cómo estaba Leonardo en el Instituto?
—A mí me decían que bien. Yo no podía saber qué era lo que pasaba adentro. Los chicos son muy sufridos. Sabían que yo no podía hacer nada por ellos. Traté de emplearme, pero por entonces apareció una ley que prohibía emplearse a quienes no tuvieran aprobado el sexto grado primario, y como yo tenía solamente quinto, todo lo que podía hacer era trabajar como actriz y coser y coser...
(La madre de Leonardo Favio, 1969)

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