Fotografías
LEONOR RINALDI. No es un hecho frecuente que los autores
teatrales argentinos homenajeen a actrices de comedia. Pero el
miércoles 20, minutos después de las seis y media de la tarde,
la Asociación Argentina de Autores (Argentores) quebró esa
costumbre
y motorizó en su local de Pacheco de Meló y Callao, en Buenos
Aires, un acto que tuvo como invitada de honor a Leonor Rinaldi
(un hijo, 3 nietos).
El motivo: festejar los 52 años que la popular actriz lleva
trajinados por las tablas. Su trayectoria —frondosa como pocas—
se
inició junto con la década del 20 en un conjunto de aficionados
de la barriada de Pompeya; allí, la Rinaldi interpretaba
personajes dramáticos y recitaba poemas. En 1924 —ya trabajaba
profesionalmente en el teatro Excelsior— conoció a Alberto
Vaccarezza, quien le consiguió un papel de tercer orden en "La
vida es un sainete", donde actuó junto a Gregorio Cicarelli e
Ignacio Corsini en el teatro Apolo. Por primera vez, LR había
llegado a las salas de la calle Corrientes. Asi comienza su
carrera ascendente como actriz de comedia. "Siempre soñé con
interpretar a personajes serios —confió LR la semana pasada a
Siete Días— pero como era muy gorda me tuve que conformar con
cumplir otros roles. Muchas veces hice de madre de actrices que
casi me doblaban en edad". De todas
maneras, continúa recordando sus buenas tareas en obras como 'Un
guapo del novecientos', 'Las de Barranco', 'Las de enfrente',
'Mi marido hoy duerme en casa' y 'Fiera, viuda y avivata busca
soltero con plata'. También memora los sainetes, un género que
continúa añorando, ya que "antes había más posibilidades de
crearlos, pues los tipos se sacaban de la vida diaria". En medio
siglo
de actuación, LR atesora otro mérito: siempre representó obras
de autores nacionales, una característica de la que ella misma
se sorprende y que motivó el homenaje de Argentores. Hoy, a los
78 años, la Rinaldi mantiene el humor que la consagró en las
tablas: "Aunque mi marido es más joven que yo —afirma— parece
que fuera a la inversa: él es más serio que tamango e'gringo".
Por cierto que el homenaje que le brindó Argentores no marca —ni
mucho menos— el fin de su carrera: el verano próximo trabajará
con Darío Víttori en Mar del Plata.
09/1972
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