Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Marcos Zucker

—¿Dónde se inicia tu carrera profesional?
—En una compañía infantil de Angelina Pagano, Junto a Magaña, a Irma Córdoba. Tenia seis años y trabajé dos meses.
—¿Cuánto ganabas por ese entonces?
—Treinta pesos mensuales: te hablo del año 28 o 29. Era una fortuna, ai menos para mí. Como nosotros éramos de muy humilde origen mis padres aprovechaban hasta el último centavo. Me sentía muy bien, muy responsable por mi farmtia: calculá: padre, madre y nueve hermanos.
—¿Cómo es tu familia? —Mis padres no viven. De mis hermanos, quedan cunco. Entre 1971 y 1972 tuve la desgracia de perder cuatro hermanos y un cuñado. El mismo día en que murió mi cuñado, falleció mi hermana. No por accidente, sino por amor; no soportó vivir sin el marido.
—¿A qué se dedicaba tu padre? '
Era tejedor. Provenía de un pueblo industrial de Polonia, llamado Lodz. Cuando vino a Buenos Aires, trabajó como sastre de confección. Por eso con la ropa nunca tuve problemas.
—¿Cuáles fueron tus actuaciones más celebradas?
—Los años que van de 1951 a 1965 son los que recuerdo con más alegría en materia teatral. Con Narciso Ibáñez Menta estrenamos 'La muerte de un viajante'; Después, junto a Luisa Vehil hice 'La Alondra'. He hecho otras cosas que no me gustaron tanto, pero que se entienda de una buena vez: la necesidad es la necesidad. Yo tengo gastos, mi familia, mis, hijos...
Revista Siete Días Ilustrados
29-04-1974

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