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RITMO — Ahora se descubre que Stokely Carmichael sólo
será popular porque se casó con ella; en verdad, ella es
todo el Poder Negro, una fuente de ritmo, un yacimiento de
gracia. Apenas pasó tres días en Buenos Aires, apenas
derramó seis funciones en el Opera, pero esas seis horas
bastaron para que Miriam Zenzi Makeba, 35, pase a la galería
de los inolvidables. Tres músicos, su acento incomparable,
sus movimientos, un par de vestidos y un par de botas, una
docena de canciones; y, de pronto, sobre el escenario, una
magia insólita, la del África entera, erigida por esta
artista de la tribu Xosa, oriunda de Johannesburgo, educada
en Pretoria, lanzada al estrellato en Nueva York.
"Mis discos están prohibidos en mi tierra —dice Makeba—.
Allí pueden fusilar a cualquiera por cualquier cosa. Pero la
política sudafricana es más leal, más franca que en los
Estados Unidos: ya se sabe que la Constitución nunca dará
nada a los negros". Naturalmente, cree que su raza necesita
poder: "No se puede parlamentar con alguien que le apunta a
una con un revólver. Ahora, cuando los dos tienen revólver,
la cosa es diferente. Si King hubiese llevado un revólver,
quizá no lo habrían asesinado".
Primera Plana
4 de junio de 1968 |
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