Fotografías
Murray Gell-Mann
Fue a principios del mes pasado, cuando el investigador Murray
Gell-Mann, del Instituto de Tecnología de California, recibió el
Premio Nobel de Física: entonces, los habitués de la Academia
Real de Ciencias de Suecia indicaron que el mundo científico
debía inclinarse ante nada menos que el sucesor de J. Robert
Oppenheimer.
Es que, durante más de 25 años, la obsesión de los físicos
fueron las partículas subatómicas, o sea las unidades de materia
más pequeñas que el propio núcleo del átomo; todos intentaron,
vanamente, idear la forma de separarlas. Recién en 1961, Gell-Mann
descubrió un sistema de separación y clasificación, "el sendero
óctuple", que muchos especialistas se empeñaron en comparar con
la ya centenaria tabla del químico Dmitri Mendeliev.
El primer paso consistió en separar las partículas en grupos de
ocho y diez: se clasificaron, según sus características
similares, como la masa y la carga eléctrica. Pero el sendero
óctuple ofrecía muchos puntos oscuros.
Mientras se explayaba sobre su teoría, en una reunión realizada
en Ginebra en 1962, el físico californiano debió admitir que a
uno de sus grupos le faltaban dos partículas.
Fue entónces que, ante la sorpresa de todos, un congresal se
apoderó del micrófono y anunció: "Señores, acabamos de descubrir
dos nuevas partículas". Eran, precisamente, las que le faltaban
a Gell-Mann.
Dos años más tarde, en 1964, un equipo de científicos que
experimentaba con un poderoso desintegrador de átomos en el
Laboratorio Nacional de Brookhaven, Estados Unidos, encontró una
nueva partícula desconocida, anticipada ya por los trabajos de
Gell-Mann: la omega menos, de una duración no superior a los
diez millonésimos de segundo y de carga eléctrica negativa. Como
esta unidad completaba otro de los grupos de Gell-Mann, los
físicos terminaron por convencerse de que la teoría era válida.
En 1964, también en el laboratorio californiano, Gell-Mann y un
colega suyo, George Zweig, ampliaron la teoría y enunciaron el
concepto de los "quarks", nuevas y originales unidades de
materia que soportaban sólo una fracción de la carga eléctrica
de los protones y electrones. Los quarks, si existen, podría ser
la base de otras partículas subatómicas. La magnitud de esta
hipótesis es tal, que los científicos ahora buscan metódicamente
usando desintegradores de átomos y detectores de rayos cósmicos.
De todas maneras, los observadores coinciden en que se trata
simplemente de los primeros resultados en una larga aventura. La
reacción de Gell-Mann, cuando un campanillazo lo despertó a las
tres de la mañana y le anunciaron que había ganado el premio,
fue escéptica. "No podía convencerme de que fuera verdad. Sabía
que iban a adjudicar el premio ese día, y pensé que tal vez
podría tocarme algo, nada más."
Revista Periscopio
25.11.1969
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