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"La chica de diez a once años ansía pintarse uñas y
labios, abandona sus muñecas y piensa en los chicuelos de su
edad, no como en compañeros de juego sino en posibles
futuros festejantes. En el momento álgido de su niñez,
cuando sus sueños-juegos pueden ser más perfectos e
interesantes por el desarrollo de su inteligencia y la
mayor, amplitud de sus conocimientos, nuestros niños se
proyectan en el futuro, se adelantan mentalmente a su propia
juventud y pasan cinco años no siendo ni grandes ni chicos."
Revista Argentina
1950 |
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