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“Los niños vestidos de azul y oro recibieron un premio a
fin de año, por haberse portado bien, por demostrar que se
propusieron jugar sin pelearse. En cambio, los chicos de
blanco y rojo, esos que siempre tienen la ropa sucia, porque
andan revolcándose por el suelo y dando puntapiés, fueron
castigados y deberán repetir el curso (hasta que aprendan)
en el que se anotaron allá por 1957...
(...) El club de Núñez ha probado todas las combinaciones
para saciar su exitismo; olvidó sólo una: incorporar
verdaderos jugadores de fútbol. Es tan desagradable lo que
hacen sus integrantes, que lograron algo insospechable: sus
parciales deliraron, felices, cuando su equipo quedó
segundo. Hasta el año último, esa colocación parecía
representar una mancha de impotencia. Desde 1957, River se
debe conformar en el casillero del escolta: por ocho veces
tuvo que mirar al campeón desde abajo.”
Revista Periscopio
30.12.1969 |
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