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"Ultimo tango en París, nacida para la polémica, ha
defraudado a quienes se acercaron a ella con inconfesables
designios de morbosa complacencia. La instrumentación, la
interpretación que Bertolucci hace del mundo amor-eros-sexo
está más allá de toda sospecha sensacionalista, de toda
intención pornográfica, tanto es así que las famosas
escenas, lejos de complacerse en intencionada sensualidad,
recorren una intensa escala de penurias y rechazos.
Bernardo Bertolucci ratifica sus soberbias calidades de
cineasta con un aplastante dominio de la composición
fílmica, del planteo y solución de situaciones, apoyado en
la deslumbrante iluminación de Vittorio Storano y la
inconmensurable actuación de M. Brando."
Héctor Grossi
octubre de 1973
Revista Siete Días Ilustrados |
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