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Las 500 Millas Mercedinas eran este año calco
fiel de sus precedentes. Ruta mixta, en general
buena para las moles del TC, con algún sector
poceado y ciertas regiones con barrito en los
bordes del sendero; muchos intrusos yendo y
viniendo por la zona de velocidad, enorme gentío
desparramado, idéntica desaprensión de los
aficionados para ubicarse donde no deben, y 53
máquinas en la porfía de cubrir cuatro veces los
201,164 kilómetros. Como es de rigor la lucha
produjo selección de valores, porque ha de
saberse que Perogrullo tiene razón: no es lo
mismo manejar rápido, que manejar bien. Allá
sobre el recatado terraplén del ferrocarril
General Belgrano, rumbo a Navarro, nos llenamos
los ojos analizando diferencias de conducción.
Visto lo que vimos, y sin deseo de hacernos
odiar, afirmamos que los buenos pilotos de TC no
pasan de una docena, y dentro del número, los
hay exquisitos, normales y medianos. Revista
Mundo Deportivo 22.09.1958 En las fotos,
Emiliozzi, Juan Gálvez, Oscar Gálvez.
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