Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Torre Nilsson

TORRE NILSSON POR TORRE NILSSON
Aquí en Buenos Aires, el 15 de junio de 1974, a las diez y treinta de la mañana, al mes y diez días de haber cumplido cincuenta años (con seguridad habiendo ya vivido bastante más de la mitad de lo que aún me queda por vivir), me digo a mí mismo que definitivamente soy un hacedor de imágenes, de películas, no el escritor o poeta que quise ser y que aún esporádicamente, invoco; soy un hacedor de películas, no un escritor, porque por el cine y buscando una imagen pude arrastrarme horas por calles y caminos de tierra helados o escalar tres mil metros de altura con una herida abriéndoseme en el vientre o volar miles de kilómetros afiebrado o hablar ininterrumpidamente durante ocho horas para convencer a una actriz o pasarme tres días y sus noches en el laboratorio, durmiendo en el piso sobre una colchoneta unos minutos para concluir el montaje de un filme. Todo eso me lo provoca el cine, el desvelo, la angustia de una proyección en la que puedo llegar a perder dos kilos de peso, o como una de "Fin de fiesta" en la Cinemateca de París en la que por temor a enfrentar a una audiencia salí con una temperatura de 0 grado con la ropa de verano que traía de Buenos Aires.
El cine me vuelve impiadoso con las cosas más queridas; por no arruinar una secuencia filmé escenas de "Un guapo del 900" sin estar junto al lecho de muerte de mi padre. Por concluir una mezcla de sonidos no asistí al nacimiento de uno de mis hijos. Al mismo tiempo al cine se lo debo todo; desde mi nacimiento sólo he vivido de él; pagó mi alimento, mis obligaciones, mis placeres; el cine fue el único modus vivendi de mi padre, y yo en toda mi vida no he ganado un centavo que no viniera de él. Quizá así quiera morir, sin percibir un interés ni un beneficio ni una renta que no venga de sus imágenes; quiero ser su amante perfecto, su macró más constante. Algo dentro de mí me dice: "Pero todavía escribís, todavía querés seguir siendo escritor".
Leopoldo Torre Nilsson, hacedor de filmes, muestra sus medallas, sus escrúpulos queridos: todos pertenecen el mundo del cine.
Revista Gente y la Actualidad
20.06.1974
Foto Juan Josè Pérez

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