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En el camino a Monte Grande habla de muchas
cosas. De muchas personas. De Quino, por
ejemplo. "Una vez estábamos en un aeropuerto,
esperando que salga mi avión. Estábamos los dos
solos, tomando café, comiendo sandwiches y
charlando. De pronto Quino se levanta y se va.
"Ya vuelvo —me dice—, te voy a traer un regalo
de recuerdo..." Yo pensé que se trataría de
algún nuevo libro suyo. Pero no. Volvió con una
cajilla de chiclets. "Para cuando te molesten
los oídos", me dijo. Esas cosas tiene Quino.
Esas cosas de ternura. Él vive muy preocupado,
muy angustiado por las cosas que suceden en el
mundo, pero a pesar de todo pudo dar vida a
Mafalda. Es infinitamente tierno. No quiero irme
esta vez sin verlo". Revista Gente y la
Actualidad 11.04.1974 foto de Rodolfo
Solari
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