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Las violentas manifestaciones estudiantiles en
protesta por la política exterior del presidente
Nixon que culminaron con la gran concentración
del sábado 9, en Washington, no alcanzan para
conmover los cimientos de una nación tan
sólidamente asentada como los Estados Unidos.
Pero sí para elevar a su punto más crítico la
tensión social generadora de belicosos
santuarios internos que en un futuro
impredecible obligarían al gobierno a
exterminarlos por la fuerza. Tal la impresión
recogida por Ricardo Cámara y Osvaldo Dubini,
enviados especiales de SIETE DIAS, telexeada la
noche del jueves 14 Revista Siete Días
Ilustrados 18.05.1970
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