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"Es encantadora. Mejor dicho, lo ha sido. Y
seguiría siéndolo todavía si su mirada no fuese
tan desafiante, su sonrisa tan acida, su voz tan
imperiosa y su gesto tan resuelto. Si fuese algo
menos ocurrente y algo más humana. Si en sus
palabras hubiera un poco menos de cinismo y un
poco más de caridad."
Con estos términos describía a Madame Nhu,
cuando todavía era la "mujer fuerte" de Saigón,
un periodista francés. El retrato no era
seguramente muy galante. Pero se ajusta a la
imagen de sí misma que le gustaba dar a la
"cuñadísima" del, por aquel entonces —hace
apenas unas semanas—, presidente constitucional
y vitalicio del Vietnam del Sur, Ngo Dinh Diem.
Orgullosa hasta la soberbia, su desprecio
absoluto por las opiniones ajenas, su odio
implacable hacia sus enemigos y su tenacidad y
carencia de escrúpulos para lograr sus fines,
eran proverbiales dentro y fuera de su pequeño
país.
Sus enemigos, que eran y son muchos, la llamaban
Madame Dragón. Para sus partidarios y
aduladores, que también formaban legión, la
pequeña y delicada Mme. Nhu era la Flor de
Acero.
Revista Panorama
1964
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