Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

Fotos

Héctor Alterio

—¿Qué significa estudiar "lo necesario"?
—Significa que hice la primaria, que aprendí a leer, a sumar y a restar. Eso no era mucho pero debía servirme y me sirvió. Mi casa era de extracción muy humilde y tuve que empezar a trabajar antes de terminar la primaria. Estudiar era un lujo, era soñar. Las cosas no estaban para sueños. Había que salir a la calle a "pelarse" y salí.
—¿Qué hizo en la calle?
—Ganar el peso de mil maneras. Trabajé como cadete en una farmacia, de ayudante en una carnicería, en una tejeduría, en una herrería; vendí de todo. Por ejemplo, dejaba manteles bordados en las casas y los pasaba a cobrar o retirar al otro día. Más adelante también correteé perfumes y en la etapa más holgada fui pintor de obras. Mis años más prósperos los tuve vendiendo galletitas.
—¿Quiere decir que aparte de vender de vez en cuando "metía la mano en la lata" y sacaba algunas galletitas?
Alterio larga la cabeza para atrás; se ríe. Como a los pibes, se le forman dos hoyitos.
—Je..., je, en la lata de galletitas no metía la mano, pero no puedo negar que en algún momento de los más apretados hice contrabando hormiga con cartones de cigarrillos, en el puerto. También pegué carteles. De todo hice.
—¿Y el teatro a qué hora?
—Todo lo hacía para subsistir, con subsistir me conformaba. El teatro lo hacia a la noche, cuando ya había juntado los pesos para comer.
Foto de Eduardo Klenk aparecida en reportaje de Rodlfo E. Braceli para revista Gente y la Actualida, 03.08.1972

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