|
|
Gente
Jorge Luis Borges en París: Un poeta no
debe ser inteligente
"No soy el poeta que
quise ser. Me hubiera gustado hacer lo contrario
de lo que hice, componer poesia que fuera
música. Y sin embargo, parece que hay muy poca
música en mi poesía." La declaración fue
formulada por Jorge Luis Borges, de 64 años, al
semanario L'Express, durante su reciente y corta
permanencia en París.
Borges ha vuelto a
Europa, una Europa distinta de la que recorrió
hace casi medio siglo, cuando era estudiante en
Alemania o acólito de Rafael Caninos-Assens, en
España. El tiempo aquietó sus opiniones.
Hoy
confiesa que su poeta francés más admirado es
Paul Verlaine, o Jean-Paul Toulet. Esta frase
quizá explique tan raras inclinaciones: "Cuando
era joven, como a todos los jóvenes, me gustaban
las cosas complejas. Ahora avanzo cada vez más
hacia la simplicidad. Empleo las metáforas más
usadas; son lo eterno, lo que interesa a todo el
mundo: las estrellas parecen ojos, o la muerte
es como el sueño".
Borges insistió en que su
casi ceguera le impide escribir versos libres y
que la rima lo ayuda a poetizar; por eso
últimamente sólo produce sonetos — a los que
atacó en 1922 —. En cuanto a las narraciones,
"las acorto". Si se las dicta a su madre "que
tiene gusto literario", debe discutir. "Prefiero
dictárselas a las secretarias de la Biblioteca
Nacional: copian sin decir nada".
El autor de
Ficciones deslizó una ironía: "Algunos de mis
amigos se enteraron que yo escribía cuando
recibí el Premio Formentor. Ayer, aquí en París,
me presentaron a alguien, diciéndome: 'El poeta
Fulano'. Imposible hacer eso en Buenos Aires;
creerían que uno se está burlando. En
Montevideo, tal vez; pero en Buenos Aires,
nunca."
Borges negó ser un erudito, señaló
que "adoraba los western" y que no lee a los
autores contemporáneos. "Releo y ésta es una
manera de enriquecer los libros. La Biblia es ya
una biblioteca."
El escritor anunció que
había prohibido a su editor francés traducir sus
obras completas. "Hay 5 ó 6 páginas mías,
logradas. Que me conozcan hasta ahí. No sea que
se sientan decepcionados."
Esta actitud
parece el revés de una de sus opiniones a
L'Express: "Si un poeta es consciente de todo,
no vale nada. Tiene que ser un poco inocente. Un
poeta no debe ser inteligente".
1963