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DICE LA TRIBUNA:
—Yo de lo que estoy seguro, Pololo, es de que "Pinino" debe ser
un tipo bárbaro. No se puede negar que en la cancha se da entero
todo el partido. Y tiene agallas.
—Y nunca arma peloteras, ni chilla cuando se la dan. Y eso que
le dan tupido, ¿eh?... Todas las hinchadas lo quieren.
—Yo como persona soy un tipo formidable. Trato de ayudar siempre
a que todo ande mejor. No tengo maldad, se lo juro; por eso no
tengo contras. La maldad de los otros la dejo correr. No quiero
revanchas y me sé dar con la gente. Nunca metí la pierna fuerte.
Y eso que piernas no me faltan... El día en que meta pierna
fuerte me echan. Nunca pongo mala intención ni me quejo por el
mal trato. ¿Sabe por qué? Mi ídolo, desde muy chiquilín, fue
siempre Luisito Artime. Me gustó siempre por su fiebre de gol,
por lo fantasma, por lo artillero. Pero lo que más admiré
siempre en él, y tuve la suerte de jugar a su lado algunos años,
fue su corrección total. Su sentido de lo que es un profesional
que cobra debe rendir el ciento por ciento los noventa minutos,
su conducta limpia, su hombría en la cancha; nunca se quejó por
los golpes, y mire que lo golpearon fulero. Yo me porto así
porque Luisito se porta así. Por la misma razón nunca me niego a
los pibes, que vienen a montones para que les firme fotos o
banderines. Conozco muchos países gracias al fútbol y soy un
agradecido a mi profesión y al público, que es parte de todo.
Por eso me porto correctamente y amablemente con todo el mundo.
Y si a usted le dije a las cuatro y media bajo a la confitería,
no tengo derecho a hacerle perder su tiempo. Así procede siempre
Luisito Artime. Y también Pelé. Y uno, si tiene ídolos, debe
aprender de ellos. Alguno puede pensar que cuando yo festejo los
goles que hago corriendo y gritando como un loco estoy haciendo
bandera. Lo que ocurre es que yo cada gol que hago lo vivo. He
conquistado algo. Gasto más energías corriendo después de cada
gol que en un pique de 50 metros, se lo juro. No quiero ganarme
a la tribuna con un gol. Me la gano jugando todo el partido o no
me la gano nada. Pero a la tribuna le gusta ver goles y yo cada
vez que la mando a la red siento que la tribuna y yo hemos
conquistado algo juntos. Y vivo el hecho muy intensamente. Sin
grupos ni poses. Como jugador yo sé que no soy un fenómeno. Y
esto no es una pose. Me consta que me queda mucho por aprender.
Pero me tengo fe y confianza. Y si fuera entrenador del equipo
en que yo juego pondría ciegamente mi confianza en Oscar Mas.
Porque estoy seguro de que no me iba a defraudar. Porque no soy
un necio. Me tengo una fe ciega, pero sé que cuando juego contra
Villar, el de San Lorenzo, juego contra el mejor marcador de
punta de la Argentina, y tengo que poner todas mis facultades en
la jugada. Lo mismo que cuando me viene a cruzar el peruano
Meléndez. Respeto a los grandes jugadores, pero ¡qué quiere!, me
tengo fe en que los puedo...
Revista Gente y la Actualidad
20.05.1971