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Se inició en el Racing que recibía un legado cargado de títulos
y blasones.
De ese Racing continuador de Alumni en hazañas y en triunfos. El
de Olazar, Marcovecchio, Ohaco, Hospital. . .
Natalio Perinetti es el símbolo de aquella época. Se inició en
el fútbol atraído por un deseo de popularidad. "Seguí los pasos
de mi hermano, que se había hecho famoso con el deporte." Sí,
Juan Perinetti lo llevó al equipo de los consagrados. El ascenso
fue lento, pero el debut, consagratorio. Fue en el clásico de
Avellaneda y vencieron 3-1.
Desde ese momento nació una trayectoria que se prolongaría en el
tiempo. Primero integrando con Pedro Ochoa una de las parejas
derechas más extraordinarias que conoció nuestro fútbol. Aquella
del cantito: "la pareja más bonita. . . ay, ay, ay. . . la
pareja más bonita. . .". Años de éxitos que lo llevaron a
integrar la selección nacional.
En el final, ya veterano, cambió los colores que había defendido
siempre. Se puso la casaca de la banda roja. Se fue atraído por
el fulgor de los "millonarios". Pero sólo fue una breve
aventura. Siempre se lo recordó con la azul y blanca. Fue un "wing
clásico". Ligero y fiel a la raya. Un puntero de pase al
milímetro y centro matemático. "La ponía donde quería", dicen
los viejos hinchas que lo vieron jugar.
Pero además fue un jugador de personalidad. Que sabía hacer
sentir su presencia en la cancha. A veces temperamental. Otras
veces sereno. Nunca ignorado.
Su imagen quedó fijada en la historia. Con aquella peinada de
raya al medio. Con aquellos pantalones inverosímiles que le
llegaban a la rodilla. Con aquellos centros perfectos.
Natalio Perinetti tiene valor a cosa antigua, a perfume añejo. .
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Revista El Gráfico
Edición Especial nº 10