Hace ya 5 meses que está luchando. Su nombre,
fácil y cantarín, convertido casi en una marca
de fábrica, suena ahora en México como uno más,
sin resonancias: Pinky.
"Aquí me cuesta
trabajar. Pero con una o dos cosas que haga,
ganaré lo mismo que en Buenos Aires. Todo es
cuestión de que empiece a tirar del ovillo. ..
Es duro rendir examen en México, donde los
extranjeros están muy limitados. Siempre se les
da prioridad a los nativos...".
Revista
Siete Días Ilustrados
02.04.1968