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Miguel Rugilo
una fama con bigotes
9 de mayo de 1951. Fecha histórica para el fútbol argentino.
Recordación de un nombre: Miguel Rugilo.
El invicto estadio de Wembley recibía por primera vez a una
selección argentina. Todo el país se aferró a las radios.
Incluso parlantes en las calles ampliaban el alcance de las
transmisiones. Acontecimiento futbolístico. Aparición
internacional en plena época de ostracismo. Después de ignorar
un año atrás el Campeonato del Mundo disputado en Brasil.
Mario Boyé da forma a una esperanza. Su cabeza nos pone en
ventaja 1-0. Ya partir de ese momento la desesperación de los
ingleses creó todas las variantes ofensivas.
Pero siempre el mismo obstáculo.
De alto. De bajo. En media distancia. Desde lejos. Desde cerca.
Con la cabeza. Con los pies. Siempre Miguel Rugilo frustrando el
gol. Una expresión de asombro se dibujó en los rostros de
quienes llenaban el estadio.
Un físico exuberante. Unos bigotes "a la italiana". Una melena
negra y abundante. Fueron los rasgos que los ingleses
inmortalizaron con apodos. Algunos lo llamaron "El León de
Wembley", otros "Lord Mostacho". Todos lo recuerdan como el
salvador de una goleada.
Al final la resistencia se quebró. Faltando muy poco le
convirtieron dos goles y la Argentina perdió el partido. Hubo
quienes lo culpan de esas dos caídas. ¿Acaso se puede ignorar lo
anterior. De ser cierto, ¿sus errores no se perdían en el cúmulo
de aciertos?.
Miguel Rugilo jugó en Vélez Sarsfield. Estuvo en Méjico. Actuó
en Tigre. Pero su carrera quedó detenida aquel 9 de mayo de
1951. En ese instante de la historia lo ubican todos. Cuando fue
"El León de Wembley". Cuando sus atajadas asombraron a la
flemática tribuna del estadio inglés. . .
Revista El Gráfico
Edición Especial