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"Una de las enseñanzas básicas que me dejó 'La
tregua', en el orden personal, fue precisamente
tomar conciencia de lo dependiente que es
nuestra cultura: esos dos mil llamados
telefónicos de felicitación llegaron recién
cuando la Academia de Hollywood decidió
nominarme para el premio, como si para
considerar que mi película era excelente hubiera
sido necesario una confirmación exterior. El
público argentino reaccionó de una manera muy
sintomática: antes de la postulación, nadie se
animó a ponderar la película. ¿Cómo podés
comparar a Renán, que vive acá a la vuelta, con
un monstruo como Fellini?, pensaban. Después,
cuando vino la nominación, muchos cayeron en el
otro extremo: sobrevaluar lo argentino, como si
nuestro cine fuera, sin lugar a dudas, el más
grande del mundo". A propósito, Renán confesó
que ni él mismo pudo sustraerse a tomar la cosa
en broma: "A medida que pasaba el tiempo desde
su estreno, yo decía que La Tregua estaba
saliendo cada día mejor: la primera semana era
pasable, la segunda era buena (cuando
aparecieron las primeras criticas), la tercera
era muy buena (cuando se convirtió en el éxito
más taquillera del momento) y algunas semanas
después, con el asunto del Oscar, ya era una
genialidad. ¿Acaso no podíamos reconocer de
entrada que era un buen film, sin caer en
ninguno de los dos extremos?"
Sergio Renán
reporteado por Andrés Openheimmer en la revista
Siete Días Ilustrados, 16.10.1975