"En rigor de verdad, la estatura de Solyenitzin, el
contestatario, aparece sobredimensionada por ambos bandos: la
fanática ortodoxia de algunos compatriotas que ve traición a la
patria en una crítica a menudo de orden municipal, por una
parte. Por la otra, cierto mundillo literario liberal
—adormecido por los saraos, los orondos sillones de las
academias y la permisiva penumbra de las salas de conferencia—
ávido por encontrar mártires y Quijotes en una profesión que
sólo produce sur-menages y best-sellers. Entre ambos, altivo,
hosco y solitario, se yergue el propio Solyenitzin, algo
perplejo por su detonante popularidad, por las aglomeraciones de
periodistas que le formulan preguntas insólitas, que hurgan en
su vida privada, que lo persiguen como a un astro de la
televisión. "Creo que tendré que acostumbrarse a este estilo de
vida, a esta modalidad de la prensa" Revista Siete Días
Ilustrados, 04.03.1974