"Estábamos filmando un corto publicitario,
cuando en el descanso se me acercó un amigo a
preguntarme si podía traer a almorzar con
nosotros a un jugador del Sporting, que hacía
poco había llegado procedente de Buenos Aires, y
que se sentía muy solo en Portugal —rememoró la
modelo—. Nuestro primer encuentro fue muy breve:
yo tenía mucho que hacer y me levanté de la mesa
antes de concluir el almuerzo. Debo confesar que
mi primera impresión de Chirola no fue muy
buena: había escuchado decir que él salía con
muchas chicas y eso no me gustaba nada". Por
cierto, la simpatía del deportista no tardó en
sepultar todos los preconceptos: "Antes de
despedirse, me invitó a salir la noche siguiente
—prosiguió, divertida—. Yo, acepté, aunque con
resquemores. Pero después me felicité por
haberlo hecho: no tardé en enamorarme locamente
de Chirola".
Revista Siete Días Ilustrados
29.08.1975