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Crema de tomates - Gratín de pan y queso - Atún frito - Ternera a la jardinera - Budín de arroz al chocolate - Gratín de papas - Bananas flambantes

¡sorpresa para tres!
Por Carolina Terremoto
De vez en vez, conviene regalar con una sorpresa al novio. Es bueno presentarse ante el hombre de una con un peinado distinto, un colorado distinto en la trompa, o con una blusita con pespuntes diferentes. Y aunque mi novio tiene la manía de la decencia, tate tranquila que cuando le pongo frente a los mirones algo que me cambia un poco, ¡el ñato me mira como si fuera la primera vez!
Pero los otros días me pasó algo grande. Todavía me tiemblan las piernas, y el cerote que me pilló me corre por la columna vertebral como cubitos de hielo. Quise hacer un poco de biógrafo ante mi novio, y armé un bodrio bárbaro. 
Mejor te lo cuento desde el principio. Estaba yo metida en mi bailadera, gozando de las olas como el Ali Khan en Miami, cuando entraron a golpear en la puerta de calle con tantas ganas como si quisieran echarla abajo. Ya sea por el apurón, o por las ganas que tenía yo de ponerme a cada rato el impermeable fenómeno que me había comprado, salté del agua, me enchufé esa prenda y corrí a abrir. Era Alejandro, ¡Te juro que el tipo revoleó los ojos para los cuatro puntos cardinales! Y aunque ese pancho tiene una rica cara de caballo, esta vez se sintió tan palmado que dio vuelta la cara y entró a hablarme de cotelete. En ese momento yo no me desayuné del fato. Por el contrario, me sentí halagada de hacer sentir vergüenza a un desfachatado como ese. Lo único que se me ocurrió pensar fué que el impermeable nuevo ya estaba haciendo capote entre los barbudos. Es ajustadito, y te marca bien la osamenta en cuanto le atas el cinturón un poco fuerte. Y bueno, le pregunté a Alejandro qué quería, y no pudo contestarme. Entonces le dije que había sido bastante inoportuno, porque yo estaba bañándome cuando llegó, y que si no tenía apuro me esperara a que terminara. Cayó sentado en una silla con cara de ver fantasmas, y yo, arrojándole una revista a la falda, volví al agua. Cuando regresé, el punto no estaba más. Me alegré. Ese tipo anda loco de la vida detrás mío, y algún día se va a armar la gran podrida. Mi novio es tranquilo, pero la vez que le venga mal barajada la mostaza, se arma un crimen pasional. Y Alejandro está siempre a un dedo de pasarse de vivo. Y yo misma, cualquier día que me levante atravesada lo voy a sacar a escobazos, ¡Tate tranquila que no le van a quedar más ganas de venir a verme cuando estoy sola en casa!
Te sigo el cuento; esa misma noche vino mi novio, y quise aprovechar la ocasión para dejarlo reloco, mostrándole mi impermeable nuevo. Le dije que me esperara un segundito, y fui a la pieza. Me estaba calzando la prenda, cuando oí que mi novio conversaba con Alejandro. ¡Yo no sé cómo no se le acalambran las patas al coso ése de tanto venir para estos lados! Salí luciendo mi impermeable, y mi novio me preguntó qué diablos había ido a hacer adentro. ¡No se avivaba de mi pinta nueva! Eso me preocupó un poco porque me acordaba del escándalo que había causado en los nervios de Alejandro, pero en seguida pensé que mi novio es medio lerdón para avivarse en materia de empilches. Pero el pierna del amigo Alejandro le hizo notar el asunto... con unas palabritas que me hicieron poner la carne de gallina. Dijo: "Mira, ñato, qué posta le queda el impermeable de nailon a tu novia". Es muy transparente. No me gusta". Lo que más me reventó fué la cara de chichipío que ponía Alejandro.

Luego de la impronta proveniente de la revista Pobre Diablo (1954) y siguiendo el consejo de las estrellas: ¡cocinen!. ¡Delivery go home!

Crema de tomates: corte en trozos 250 g de papas y medio kilo de tomates. Cuézalos en un litro y medio de caldo, durante tres cuartos de hora. Condimente con sal y pimienta, pase por tamiz y sirva en sopera, sobre rebanadas de pan fritas o tostadas. Esparza por encima perejil finamente picado.

Gratín de pan y queso: bata tres huevos y mézclelos con medio litro de leche caliente. Corte 200 g de pan del día anterior en rebanadas finas. Enmanteque cada rebanada y acomódelas en una fuente de horno enmantecada, alternándolas con rebanadas de queso fresco. Vierta encima el batido de huevos y leche, y gratine á horno caliente durante unos "veinte minutos.

Atún frito: corte un trozo de atún de 750 g en rebanadas de un centímetro de espesor. Péselas por un huevo batido con unas cucharadas de leche, luego por harina y fríalas en aceite caliente, durante cinco a seis minutos. Déjelas escurrir sobre papel absorbente, sazónelas con sal y pimienta, y sírvalas bien calientes, con rebanadas de pan fritas, rodajas de limón y el puré.

Ternera a la jardinera: pique una cebolla chica y dórela en 40 g de manteca o margarina, junto con 100 g de panceta cortada en cubitos. Agregue en la cacerola un trozo de carne de 800 g (peceto, colita, etc.), dórelo, condimente con sal y pimienta y moje con una taza de caldo. Tape y cueza durante una hora y media, a fuego suave, revolviendo de vez en cuando. Añada 250 g de zanahorias, 350 g de papas, 350 g de arvejas y 250 g de chauchas, todo cortado en trocitos, y cueza una hora más.

Budín de arroz al chocolate: haga hervir un litro de leche y échele 120 g de arroz. Cueza durante cuarenta minutos, revolviendo de vez en cuando. Agregue dos yemas, cinco barritas de esencia de vainilla y azúcar a gusto. Cueza un minuto más, y vierta (a preparación en una fuente de horno enmantecada. Bata las dos claras a nieve, agregue cuatro cucharadas de azúcar, mezcle bien y cubra el arroz al chocolate. Pase el budín por horno suave durante cinco a diez minutos, hasta que el merengue se dore. Sirva este postre caliente o frío.

Gratín de papas: corte tres cuartos de kilo de papas en rebanadas de medio centímetro de espesor. Enmanteque una fuente de horno y frótela con un diente de ajo. Acomode las papas, sazónelas con sal, pimienta y nuez moscada, y espolvoree por encima con queso rallado. Bata un huevo con medio litro de leche y eche sobre las papas. Termine con queso rallado y trocitos de manteca, y cueza a horno moderado hasta dorar.

Bananas flambantes: Haga un almíbar con 75 g de azúcar y un cuarto de litro de agua. Perfúmelo con media cucharadita de esencia de vainilla. Pele seis bananas y páselas durante tres o cuatro minutos por el almíbar caliente. Póngalas en una compotera, agregue dos cucharadas de ron caliente, encienda y sirva.

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Carolina Terremoto
1954