Futilísima Ruinosa Satelital
No hay cosa más inútil que dar consejos

Pepe Biondi y el circo

"Pepe Biondi, un corazón de oro y una gracia chispeante e inagotable, que supo honrarme con su amistad tan franca y llana, nació en Buenos Aires cuando el siglo era joven, cuando la familia Podestá ya entraba en la veteranía artística y ya declinaban en la pista la agilidad de Frank Brown y la plasticidad delicada de Rosita de la Plata.
La familia Biondi habitaba por entonces una humilde vivienda de madera en Lomas de Zamora, lindante con un gran terreno baldío donde el "Circo Anselmi", a fines de la Primera Guerra Mundial, levanta sus reales. Don Miguel Anselmi, aquel rubio y apuesto caballero del circo criollo, continuador de la tradición que iniciaran sus mayores, Luis y Gabriel Anselmi, en Chascomús, en 1862, era quien regenteaba el circo. Noche tras noche, el pequeño Pepe escuchaba la música pegadiza del circo y oía los aplausos estruendosos del público. Comenzaba a nacer la vocación por aquel arte peregrino que solo veía a hurtadillas desde el patio de su casa. Entre el personal del circo había un hombre de piel negra, fornido y bien plantado, de nacionalidad brasileña, que oficiaba de "tony" con el nombre de Chocolate. Un día, el negro Chocolate, que gozaba de amplia popularidad entre el piberío del barrio, conoció a Pepe y se percató de sus inclinaciones. Este hombre, cuyo verdadero nombre era Juan Bonamorte, decidió pedir a la madre de Pepe la autorización necesaria para llevar al niño fuera de su casa e iniciarlo en el arte circense. La madre accedió. Desde entonces se inició para Pepe lina etapa que le depararía emociones de toda índole. Se incorporó al circo sufriendo, en el duro aprendizaje, las mil y una peripecias de todos los que se lanzan a la gran aventura de la carpa. Aprendió acrobacia, barras fijas y todas las habilidades de la profesión.
El circo recorrió muchos baldíos. Pepe Biondi conoció desde niño el halago del aplauso y las amarguras de todos los artistas circenses en los tiempos duros y en las jornadas sacrificadas." (El circo criollo, Livio Ponce)

SEDUCTORA A LOS 8 DÍAS
¿ Qué es lo que más contribuye á hacer una mujer hermosa? Seguramente que su blanca dentadura. Pues bien, lean ustedes :
"Muy señores míos:

He usado el DENTOL como dentífrico por espacio de 8 días, y al cabo de este tiempo sorprendía ya la blancura de mis dientes. Estoy, pues, decidida á continuar con un dentífrico que tan rápidamente procura resultados en verdad brillantes.

Firmado: Amelia Ballargeau
Marans (Charente - Inférieure) ".

El DENTOL (agua, pasta y polvo) es, en efecto, un dentífrico que, además de ser soberanamente antiséptico, está dotado de un perfume, como ningún otro agradable.

Creado de conformidad con los trabajos de Pasteur, destruye todos los malos microbios de la boca; impidiendo, por lo tanto, la caries de los dientes, las inflamaciones de las encías y los males de la garganta.

En muy pocos días comunica á los dientes una blancura sorprendente; destruye el sarro y deja en la boca una sensación de frescura deliciosa y persistente.

Aplicado sobre algodón calma instantáneamente los dolores de muelas, por violentos que sean.

De venta en las buenas Droguerías, Farmacias y Perfumerías


El médico en casa

Propiedades medicinales de la cebolla.—La cebolla usada como alimento es considerada por muchos higienistas como un vegetal saludable que debiera generalizarse más, sino fuera por su olor desagradable. Como substancia medicinal tiene varias aplicaciones de reconocida eficacia, que no deben ignorarse en el hogar doméstico, como remedio simple y eficaz.

Para los catarros de pecho no hay mejor remedio, que la cebolla cocida ó asada aplicada en el pecho en forma de cataplasma, exteriormente; y comiéndola alivia mucho la tos, manteniendo limpios los bronquios cuando se obstruyen de mucosidad, que es lo que causa la tos; y si se come con frecuencia, al principiar el catarro, impide que éste se desarrolle, desapareciendo en los primeros ataques.

Un escritor médico recomienda en un período de medicina que á los niños se les dé á comer dos ó tres veces por semana cebollas tiernas, crudas; ó cocidas si son grandes y sazonadas con cuyo uso frecuente se les evita varias enfermedades peculiares á la infancia.

Otro escritor de la facultad médica encomienda el uso constante de la cebolla como preventivo contra la difteria y otras enfermedades contagiosas, durante el tiempo que duren estas epidemias. La cebolla, añade, debe comerse á menudo en la primavera, lo menos una vez por semana, pues sus propiedades profilácticas vigorizadoras son excelentes. Desafío á toda la facultad médica, dice el mismo escritor, á que cite un solo caso fatal de difteria, angina ó escarlatina en los niños cuyas madres les han dado á comer cebollas con frecuencia; y aún aquellos que han sido atacados de algunas de estas enfermedades se curarán, sin duda, si se les aplica el remedio de la cebolla como hemos dicho.

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