Futilísima Ruinosa Satelital
No hay cosa más inútil que dar consejos

Teta o mamadera

En 1971 las preocupaciones no eran muy diferentes a las de otros años, no vayan a creer tampoco que el mañana fue mejor, o acaso si Vds. tuvieran el túnel del tiempo ¿les comentarían de un futuro mejor en 2009 que en esos momentos? o que la constante que significa el hambre estaba extinguida... buehhh a leer por los medios actuales no figura ni a placé, es más importante una pinchadura telefónica que un chico cagado de hambre o tirado en un pasillo en un subte. Y esas constantes son históricas. Aún las rutinarias subsisten. Dejando de lado las que ponemos como superlativas, también estaban en el '71 las mundanas. Suele aceptarse en los corrillos cercanos al mundo de la miscelánea, que durante la gran inmigración, lo italianos (que eran para los criollos algo así como los chinos de los supermercados) terminaron siendo aceptados cuando algún cuñado presentó a los descendientes de nuestro mestizaje galaico a su novia italiana. Y era demasiado evidente para el resto que esa mujer era diferente. Es por eso, tal vez, que la eterna pregunta sobre el amamantamiento haya nacido dentro de ese conflicto de aceptación o no familiar. Seguramente la pregunta empezó ahí, cuando entró la joven italiana a una familia cuyas mujeres, digamos eran medio rasas... tablas. Teta o mamadera era la cuestión. Y aún sigue sin resolverse.
En Futilísima Ruinosa Satelital, si bien estamos por el slogan mundialmente aceptado: "los niños no mienten, chupe teta", no dejaremos de rescatar esas cuestiones, madres de entredichos familiares, y que cada quien saque su conclusión y obre en consecuencia. Va el siguiente artículo de época:


LACTANCIA: PECHO vs. BIBERÓN
El conflicto comienza casi siempre un tiempo antes de tomar las decisiones: frente a la necesidad de elegir entre la lactancia natural (materna) y las leches en polvo, los flamantes padres, a veces todo el grupo familiar y en algunos casos el mismo médico, se enfrentan con un problema para el que no hay recetas preestablecidas Sin embargo, quizás haya una, como se irá viendo en esta misma nota: cualquiera de las dos formas —si se hace bien, con gusto y sin tensiones— puede ser perfectamente satisfactoria.
Son varios los factores que pueden perturbar la vocación maternal de amamantar a su recién nacido: 1) las menores posibilidades físicas, falta de leche suficiente y otras parecidas; 2) los problemas de trabajo, horarios, dificultades económicas y, también, 3) ciertas razones psicológicas que no siempre se descubren, pero que pueden ser suficientes para impedir una buena lactancia natural.
Hasta no hace mucho la "superioridad" de la lactancia materna parecía una verdad que no necesitaba demostración. Los médicos absorbían ese conocimiento en su carrera y eso contribuía a su difusión generalizada. Hoy en día, sin embargo, se pueden hacer muchas observaciones a esas ideas; he aquí algunas:
• Cada vez es menor la lactancia natural, menor también la cantidad de madres que quieren dar el pecho y —aún entre las que quieren— son cada vez menos las que pueden hacerlo. Atención al siguiente dato: hasta un 25 por ciento de las madres que usan la mamadera darían el pecho si pudieran.
• Esto puede explicarse de varias maneras. Una es que entre los seres humanos puede heredarse el carácter genético desfavorable del pecho pobre: las crías no se mueren si la madre no tiene leche; desde hace infinidad de tiempo se utiliza algún tipo de alimentación artificial. Con los animales eso no sucede; las crías de las hembras que no tienen leche no sobreviven y ese carácter se pierde.
• Además muchas madres se embarazan varios años después de haber llegado a la madurez sexual, lo que determina a veces un menor rendimiento de sus glándulas mamarias.
• Aunque no se sabe todavía la causa, lo cierto es que parecería existir una menor capacidad de lactancia mientras más desarrollada intelectualmente esté la mujer. ¿Factores psicológicos inhibitorios?
• ¿La aumentación artificial es insegura? La era cuando no se habían conseguido las normas de asepsia y hasta de esterilización que tienen las leches en polvo, por ejemplo. Con el hervido, también las leches pasterizadas son seguras. No debe olvidarse, sin embargo, que existen vastos sectores en los que la leche no maternal puede ser todavía fuente de infección y el elemento desencadenante de las tremendas diarreas de verano.
• No siempre la alimentación materna es completa. No es cierto que toda madre con leche es capaz de alimentar a su hijo (quizás no lo fue nunca). Hasta un tercio de las primerizas tienen secreción insuficiente.
• La leche de madre es protectora: si, pero no en forma tan completa como se creía, salvo para dos o tres procesos, en los que otorga al lactante las defensas (anticuerpos) necesarias durante varios meses.
• Tampoco se puede ser muy categórico en afirmar que la leche de madre es más barata: el alimento que la madre aporta al bebé, debe ser ingerido por ella; si no lo hace corre el riesgo de desnutrirse. Y lo que come la madre cuesta, sin duda.
• Como se ve, muchos de los argumentos de los defensores a ultranza de la alimentación materna han demostrado ser poco sólidos. Convendrá, sin embargo, completar el panorama adjudicándole sus verdaderos méritos.
La lactancia materna —si la madre tiene las posibilidades física, psicológica, de horario de trabajo, etc.— no tiene inconvenientes, por supuesto. Además, puede ser ventajosa. Y entre las razones que pueden demostrarlo, tomemos una: la posibilidad de facilitar una relación más profunda entre la madre y su bebé, una relación de la que sólo conocemos algunas de sus fascinantes facetas. Por ejemplo, la asociación reiterada con el rostro de la madre y seguramente también con su olor, su voz, su piel, son elementos de importancia en el desarrollo psico-neurológico de los primeros meses. Hasta escuchar los latidos de la madre parece ser un factor a tener en cuenta: vale la pena atender al hecho de que la gran mayoría de las mujeres coloca a su pequeño sobre el lado izquierdo. Valga la siguiente experiencia como confirmación: se hizo dormir bastante más pronto a un grupo de lactantes con un disco que repetía los latidos cardíacos que a otros grupos que disponían del silencio, de música muy suave o de un metrónomo ritmado en 72 latidos por minuto.
Razones de fondo para postular la alimentación materna, cuando es posible, pero no olvidemos que casi todos sus postulados pueden inteligentemente ser cumplidos con la alimentación artificial. La mamá que utiliza a esta última no debe creer que ha dejado de cumplir con su bebé y fabricar entonces su prolijo sentimiento de culpa, reforzado a veces por la reprobación callada o expresa de los que la rodean, que no han sabido entenderla.
Está dicho al principio: las dos formas pueden sen perfectas, si están bien hechas, serenamente y con amor.

Si el presente es el resultado de nuestros actos pasados Futilísima Ruinosa Satelital no garantiza los consejos que se rescatan como para ser aplicados en esta época.

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