Caras sucias
"Para tener una imagen vivida de lo que aconteció, nada mejor que retomar el relato de Rossi: "En Lima mi único problema era el maldito lumbago que casi no me dejaba mover. El doctor Verna me mataba a inyecciones y tenía que jugar con un alambre de cobre alrededor de la cintura. Antes del partido con Brasil me tuvo que infiltrar porque estaba peor que nunca. Y a pesar de todo jugué como si tuviera 20 años. Esa noche, incluso, tuve que traicionar mi estilo. Corrí como loco y hasta me tiré a los pies de los rivales. Me ponía la camiseta argentina y sentía una sensación especial. Y no lo digo por «camelo»... Los brasileños, que al fin de cuentas tenían casi el mismo equipo que después ganó el Mundial, no eran ningunos mancos. Se nos vinieron encima y no nos dejaban ni respirar. La gente empezó alentándolos a ellos, como en todos los partidos. Y se venía Didí, y se venía Zizinho, que aunque estaba viejo todavía era un fenómeno. Y Dino arrancaba por el medio... Yo no tenía voz para seguir gritando. A veces me asustaba yo mismo de mis propios alaridos... Y el Loco empezó con su vueltita. Angelillo se juntaba con Maschio. El Cabezón Sívori empezó a pasar rivales como postes... ¡Qué partido!... Por la mitad del primer tiempo Angelillo la puso adentro y eso nos tranquilizó más todavía. Yo ya me había olvidado del lumbago. Ni me acordaba del alambre... El segundo tiempo fue igual que el primero: a cara de perro. Al final Maschio hizo el segundo, y casi sobre la hora, el zurdo Cruz metió el tercero. Se paró todo el estadio para aplaudirnos". |
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