Días de lluvia
PARTE II

"Aunque estemos acostumbrados se hace difícil atravesar la Patagonia en micro. Es que a medida que nos acercamos a su corazón el paisaje se repite aún más en tonos de grises y sepia. Y da para pensar, total tenemos todo el día, ¿porqué si la naturaleza es sabia, armó lugares que no estuvieron a reparo del viento, y finalmente se rindieron ante él?
Si bien es cierto que debe ser normal en un viaje de estas características
que los pasajeros se ataquen de estas dudas, no era el caso de María Inés.
Posiblemente fuese la primera vez que se encontraba lista para charlar con la otra María Inés, la que vivió 30 años sin saber muy bien para qué.
- Cerremos los ojos, pues. Total, afuera no hay mucha para ver (no hay nada para ver)   hagamos memoria.
Lo más lejos que puede irme es a otro viaje, posiblemente largo y triste
como éste, con mamá y papá. Y luego vivir en una casita chica con chicos como yo. Realmente no recuerdo quienes eran.
Hay recuerdos de verme con mamá entre frutales, llenando cajones, y hay otros sentada con papá vigilando su trabajo, cosas chiquitas que cada tanto iba a  vender a otros pueblos.
Pero el recuerdo más fuerte eran sus caras, ajadas, curtidas, opacas. Con una tristeza definitivamente instalada en cada una de ellas.
Fui creciendo con el silencio como compañero, con el gris como color, con las nubes como cielo, y el viento que a todos nos hizo los 'ojos japoneses' como decía mi madrina.
El tío Willy era diferente, él se reía, y si bien era el que nos enseñaba
todas las cosas, las cuentas, las oraciones y el nombre de los pájaros en
francés e italiano, de él siempre aprendimos cómo había que divertirse. Y por eso andaba como los patos, mamá pato adelante, y todos sus hijitos atrás, haciendo la filita.
Hace no tanto tiempo, ayudando a levantar todo de su casa, Graci, la mamá de los nenes que dejó el tío Willy, mirando cartas y alguna que otra foto, me contó en voz apagada:
-  La historia de Telken, la historia de esta zona es la historia de las
pérdidas.
-  Quien viene aquí es porque no puede remediar lo que ya no está.
-  Y quien trae cosas, invariablemente las termina perdiendo.
-  Seguramente es el lugar en donde cada uno, solo con su alma debe lavar culpas, y pagar cuentas viejas, esas que uno siempre trata de olvidar, pero cada vez están más presentes.
-  Mirá el tío Willy, crecí a su lado, lo acompañé dejando todo, mis
afectos, mi educación, mis ideales, y un día alguien decidió que debía irse. ¿Y yo? Yo ya casi soy un árbol, estoy como plantada ¿dónde puedo ir a empezar todo de vuelta? Ya lo hice una vez hace casi cuarenta años, y estoy casada, estoy resignada.
-  Mirá tu mami, igual que yo comiéndose durante todos estos años los
recuerdos que la acompañarán por siempre. Quizás imagines, y aunque todavía podés empezar una vida diferente, llevarás en tu carácter las culpas de los otros, que ni siquiera el viento fue capaz de quitarnos de encima.
El micro ya lleva más de diez horas, y no puede evitar acordarme del piano que había en el salón de los Albinos. Un día lo abrí y faltaban todas las teclas.
La pregunta a Doña Julia, y en voz baja y mirando por encima mío, me dijo:
-  Una tarde para un aniversario, no recuerdo muy bien qué, tu papá arrimó una silla, y con cierta dificultad empezó a tocar y de a poco fue logrando el silencio del ocasional auditorio. Pero no mucho después tu madre no pudo evitar romper a llorar, y terminaron los dos abrazados.  Y Don Cosme, con criterio, pidió que no se tocara más, ¿para qué?, si no hace falta..."

Riki
http://centroalaoya.blogspot.com/

 

 

 

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Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

CRÓNICAS NACIONALES

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Atucha: cuna de la bomba atómica argentina
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Gitaneada a medio llegar

Pero si hasta veo como camina, cercana pero esquiva...Maldición trunca.
Y si maldigo no es por adivinar
cual pudo ser el final, de un sueño callado que en una plaza ya lejana me dio de beber una gitana que ocultó su predecir.
Silencio, cálida sonrisa.
"que tendrás dinero sin prisa
que mañana vendrá por vos
que cuidate de las niñas
que tendrás una buena vida..."
Sí ya sé... y que no todo es alcohol. Presagio callado en una cálida sonrisa.

Y sin que me lo enseñaras aprendí que al final la vida no tiene prisa y el dinero pasa, la mayor de las veces, sin vuelto suficiente. Que sí mujer, que me cuido de las niñas, no vayas a creer tampoco que es mucho lo que bebo, apenas un rocío de uva, que ya te dije alguna vez mas se parece a un llanto. Pero ocultaste en una sonrisa, y no es que me queje de la vida, vaya a saber por qué razón, aunque tus ojos me alertaron pudo más la distracción de perder unos pocos pesos que llevarme el presagio de una futura despedida. Y te repito que si maldigo no es por adivinar, tampoco lo he presentido, pero no puedo dejar de recordar esa callada sonrisa que me distrajo una tarde guardándose un final.
Titongo

 

 
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