Los cinco transitaron
alguna vez, con sus ideas y sus guiones mediante,
en aquel programa que, al empezar la década del
setenta, enfrentó por primera vez al público de
televisión con situaciones y personajes con los
que realmente se podía identificar. Aquellas
"Historias de jóvenes" fue la primera coincidencia
de Carlos Somigliana, 38; Ricardo Halac, 35;
Germán Rozenmacher, 34; Ricardo Talesnik, 34, y
Roberto Cossa, 31. Tienen, individualmente,
algunos éxitos teatrales en su cuenta y comparten
la definición de "los nuevos autores de teatro",
la nueva generación de dramaturgos que irrumpió
hace casi diez años pero que no se constituyó como
grupo sino hasta hace poco tiempo. El público se
enteró cuando 'El avión negro' ocupó el escenario
del teatro Regina y, cosa rara en nuestro
ambiente, no figuraba un solo autor sino ellos
cinco, sin especificar cuál había sido el aporte
de cada uno, solidariamente responsables frente a
lo que pudiera pasar con la obra. La crítica fue
buena, con polémica y todo, y la taquilla también.
No solamente eso, sino
el hecho de que ya eran definitivamente un equipo,
fue lo que los decidió a afrontar otra cara del
teatro: juntos produjeron la pieza de uno de
ellos: Cien veces no debo, de Ricardo Talesnik.
Tienen, además, un nombre oficial: Grupo de
Autores.
Con ese nombre
empiezan una nueva experiencia, que el público
recién podrá ver a partir de enero por Canal 9 y
que SEMANA ya palpó ahora, al grabarse el primer
programa de la serie.
Nos encontramos con
ellos cuando, al mediodía del domingo pasado, los
cinco estaban reunidos en la cabina desde donde el
director Héctor Aure controlaba los movimientos de
Pepe Soriano creando el primer personaje que
escribieron para él. Porque siempre va a haber un
rol para este actor que es en gran medida
responsable de que Las fiestas (el nombre de la
serie) se haya concretado. Fue Pepe, un exclusivo
del canal, el que les pidió ideas para televisión,
ellos contestaron con una carpeta con los temas
resumidos, y como las telenovelas tienen cada vez
un rating más bajo y los programas de calidad
empiezan a competir, llegó el sí de los ejecutivos
y Las fiestas está en marcha.
El tiempo apremia
mucho en el mundo televisivo y también en el
periodístico, sobre todo cuando se quiere dar una
primicia, entonces dejamos la grabación que no se
podía interrumpir para charlar y nos fuimos los
cinco, Pérez Campos y yo, a uno de esos cafés
vecinos al canal, donde seguramente se gestaron
ideas como ésta y donde mucha gente se asoma con
la esperanza de conseguir algún autógrafo.
—Nuestro objetivo es
hacer un programa bueno, desmitificador, crítico.
Sabemos que aquí las limitaciones no son las
mismas que en el teatro, es un medio tal vez más
restringido en cuanto a libertad de expresión,
pero no vamos a autocensurarnos, simplemente vamos
a respetar las reglas del juego —explicó
Somigliana, guionista de algunos capítulos de Cosa
Juzgada y el único que tiene un empleo sin
relación directa con este mundo de escribir cosas:
es empleado de un Juzgado Federal. Rozenmacher es,
en cambio, periodista. Talesnik es el que más
dinero ha ganado con sus derechos de autor y,
vieja broma del ambiente, el único hombre que
puede vivir de la fiaca. Es que "La fiaca" no sólo
fue un éxito aquí, en cine y teatro, sino que se
ha montado en muchos países y ha sido traducida a
muchos idiomas. El último suceso la obtuvo en Río
de Janeiro. Talesnik acaba de volver de allí,
contentísimo claro está. El nos dijo: —El canal
nos quería contratar por un año pero sólo
aceptamos que fueran seis meses, renovables de
mutuo acuerdo, porque queremos cuidar mucho la
elaboración de los libros y, aun cuando se hacen
las cosas en serio, el riesgo del desgaste existe.
No queremos depender de la televisión para vivir.
Deseamos garantías frente a nosotros mismos. Otra
cosa poco usual es que en el contrato se
especifica que el canal y nosotros, de mutuo
acuerdo, elegimos al director. Es Héctor Aure.
—¿Por qué se llama Las
fiestas?
—Porque la excusa para
mostrar la realidad es, en cada capítulo que
durará una hora y media, un acontecimiento
familiar cualquiera —contestó Cossa—. Una fiesta
en ese sentido de celebración, casi de rito, pero
que no necesariamente tiene carácter festivo. Lo
que pasa es que elegimos ese nombre porque los
demás nos parecieron demasiado solemnes. Pero la
fiesta, en cada caso, puede ser un casamiento, un
cumpleaños, un entierro...
—Una situación límite
dentro del entorno cotidiano —aclaró Somigliana, y
agregó, bromeando—: Esa es la manera de definir
las cosas, así se habla, che. Por qué no contás
cómo es este primer capítulo, "La farra". Como el
libro es tuyo, contalo vos.
Entonces Cossa contó:
—Aquí la fiesta, la celebración o la situación
límite que pone a la gente frente a sí misma es
una farra que preparan tres compañeros de oficina,
dos casados y uno soltero (Pepe Soriano, Fernando
Vegal y Federico Luppi), en la casa de Vegal
porque su mujer se fue por dos días a Rosario.
Hacen cuidadosos preparativos, tales como ir a
comprar las bebidas y las masas a comercios que no
son del barrio, para que nadie sospeche, tapan las
ventanas con frazadas para que los vecinos no
noten nada y se ilusionan pensando en la aventura
que van a vivir con las tres chicas que prometió
traer uno de ellos. Pero las chicas fallan, no
llegan. Entonces van a una whiskería e invitan a
tres prostitutas, cansadas, gastadas, nada
parecidas a las mujeres con las que pensaban
compartir la farra. La noche termina mal, nada
sucede como lo habían previsto. El personaje que
hace Soriano se emborracha y finalmente le pide a
uno de los otros que lo cuide, que lo arrape, que
lo lleve a su casa.
—Deprimente, ¿no?
—dije yo.
—Claro, porque el
planteo de los personajes es deprimente, y esa es
la idea, desenmascarar lo que hay detrás de cada
"fiesta", sacar la cáscara que la rodea para que
quede al descubierto lo que re suele esconder
detrás de ellas: la angustia, el "miedo, las
frustraciones —me contestó Halac detrás de esas
dos gruesas curvas negras que tiene por
bigotes—Por eso queremos que intervengan grandes
actores, capaces de reflejar toda esa gama de la
naturaleza humana.
—Ojo que con lo de
grandes actores no queremos decir necesariamente
actores famosos; en algunos casos pueden coincidir
las dos cosas, en otros no. Pepe Soriano es, hasta
ahora, el único actor estable del elenco, pero
aspiramos a que la gente que nos interesa se vaya
acercando al equipo —dijo Germán—; por ejemplo, yo
sueño con "la bobe" (abuela en iddish) que podría
hacer Heddy Orilla en uno de mis próximos libros.
—¿Escriben
individualmente o todos intervienen en cada uno de
los capítulos?
—Cada uno lanza una
idea, se discute, se enriquece con las críticas y
los aportes de los demás y el dueño de la idea
hace su libro. Para fin de año ya tendremos diez
libros escritos, dos cada uno, y posiblemente
cinco o seis de ellos ya estén grabados para
entonces —era Talesnik el que hablaba; Germán
agregó—: Nos preocupa que se digan cosas de los
argentinos, que la gente se encuentre en el
programa. Desde distintos ángulos por supuesto, no
siempre vamos a seguir el mismo estilo. Somigliana
está preparando un libro cuya fiesta es un
cumpleaños infantil, que puede llegar a ser un
infierno. Talesnik también trabaja sobre un
cumpleaños, pero es el de una chica de 18 años
cuyos padres están separados. Yo preparo uno cuyo
personaje central es un "shadjen", un casamentero
judío. También queremos que los capítulos sean
entretenidos.
En ese momento
llegaron al café Noemí Manzano, Chela Ruiz y Elsa
Berenguer, las actrices que interpretan a las
mujeres que frustraron "la farra". Estaban
vestidas como se los exige el personaje y, por
eso, al principio no querían salir en la foto.
Pero salieron. Sin embargo, una de ellas me
aclaró: No creas que siempre nos vestimos así,
¿eh? La aclaración era innecesaria. Nosotros
también creemos, como el Grupo de Autores, que los
famosos (los que uno sabe cómo suelen vestirse) no
siempre son los mejores.
Las fiestas, "La
farra" en este caso, debía continuar su grabación
con el control de los autores. Nosotros ya
sabíamos de qué se trataba; ahora también lo sabe
usted.
GRACIELA BERTONE
Fotos: HUGO PEREZ
CAMPOS
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