Acudiré al mismo rincón, más de una vez al día. Pero no voy a estar sujeto, y tampoco voy a tensionar la voz cuando hable. Caminaré algo suave. No creo que aún me haya despojado de lo vivenciado como para no temblar un poco. Pero descansaré mis piernas como si nada pasara. Habrá tiempos en que vuelva a presentir los riesgos; hoy sepultar es imposible. Mas vale pactar. Llevar con ternura. Convenir. 
Ajustarse a la realidad, pero no mimetizarse del todo. 
Solamente algunos colores.
Causar alguna obligación y mirar. 
Mirar sin saber inventar.
 

Tito demoron

 

o-o-o La cuerda  o-o-o

Cobra fuerza el designio "previsto que está, el efecto de toda seducción es recuperar las posesiones". Conseguir no es sencillo, sobre todo cuando el rol de presa fácil se acentúa por los maleficios. Ni el autocastigo físico pervierte esa forma de víctima, ni aumenta ni disminuye la aflicción.¿Quién se anima a cobrar una espera? ¿Quién tiene tanto en su haber como para satisfacer esa deuda?. El juego sigue, pero nadie se define para hacer de verdugo. Nadie hace lo imposible y liberar parece ser el trato tácito de la caricia.
Tenés que ver como llegó, fragmentada, lesionada, sin fiesta.
Que una calle, o una huella, que una síntesis sin escarmiento. Hecha un grito. Abandonada. Despojada de actividad. Ni para consuelo servía. 
No hay operación mental ni emoción naciente que pueda con eso. La urbanidad tampoco sirve. Es mejor ser inútil, incapaz. No hay química. Ni combinación siquiera. 
Nadie va a pagar el rescate, y probablemente nunca lleguen a extrañarla. Se siente libre, el dolor la provoca. Solamente agradece el insospechado albergue. Necesario y redimidor.
Y sin embargo... muy en el fondo sé que la secuestré.
¿Por qué no duda?. Limitada a su debilidad sigue marcando un destino en el que no existirá defensa alguna. ¿Bajo qué circunstancias?. ¿Qué cadenas?. ¿En qué borde hace equilibrio?. 
Los demás, los hombres no arriesgarían contemplación. No hay ajustes en sus formas. Tampoco inspira liberación. No contemplará la lluvia su pálida sombra. Tampoco la borrará definitivamente. 
Sin remedio. Sin pleito con la naturaleza, realiza lo único que le queda por hacer: callar. Sus ojos, sus pies, sus manos son el idioma. El sonido elaborado, ese que los hombres orientan, pueden perderla otra vez. Lo sabe. Su cuerpo lo proclama. Y mira en los deshechos de la tempestad la familiaridad que ya no perturbará. No hay despojos. Solamente nosotros dos habitamos.
Sin maltrato, sin deterioro, el enemigo que haya tenido en sus desgarros ha perdido.
Apenas un juego sin premisas, casi caótico. No siempre es fácil definir. No siempre es correcto hacerlo. Y aunque la omisión parezca una premisa tácita, la falta de deliberación la saca del recorrido. Un hecho o una idea puede llegar a ser determinante. No creo que pase el examen. Se niega. No decide. No imprime seguridad. Se afloja. Pervierte.
- ¿es loca?
- no, no lo creo ¿qué hay a su costado, sobre la pared?
- puso un recorte de diario, para mí que está loca
- ponete de acuerdo ¿es o está?
- es lo mismo
- no, no es lo mismo, la locura está definida en el Tratado de Psicomeno y nuestros códigos diferencian muy bien que "ser" es una búsqueda enajenada inconsciente y "estar", en cambio, es una situación de lugar, si a ella la cambiamos de lugar, tal vez...
- bueno, por eso te llamé ¿vas a denunciarlo?
- no, tranqui... no te preocupés, ¿si me acerco a ver el recorte...?
- se va a asustar... no sé
- ok, dejémosla en su hueco
- qué pensás?
- que está loca
Por algo, en el movimiento, definimos la búsqueda gutural para muchas situaciones. No podés seguir hablando con los animales. Estás aumentando la cantidad de palabras. Con los sonidos alcanza. Los animales no entienden las palabras. Son los estados de ánimo, la intencionalidad del sonido, los gestos, que potencian lo que pretendés de ellos. Hablar con los animales va en contra de nuestros principios, es como hablar solo. El movimiento ya fijó pautas para esos casos. Guturalismo y silbo. No necesitas seguir llenando al mundo de palabras que se apropian de nuestras sombras. ¿entendés?.
Es el discurso oficial. Ya lo tengo aprendido, en algún momento fui promotor también. Guturalismo y silbo. Dos de las tendencias intelectuales de la nueva generación para evitar la pérdida de intensidad de las sombras.
- vos lo sabés bien, te costó mucho recuperar las sombras de esta casa. ¿O acaso te olvidas de los veranos cuando querías descansar debajo del jazmín?
- si, ya sé, ahora es mi sombra preferida. Puse mucho en recuperarla. Nunca entendí como un lugar pudiera estar tan invadido como para perder esa vehemencia que nos caracterizó.
- es probable que ella haya sido una de los habitantes anteriores
- ¿te parece?
Mientras preguntaba, miré el hueco donde estaba ella. Reflejaba apenas una tenue y suave opacidad. Asocié también que no le conocía sonido. Se habrá tragado todas sus palabras?. Se habrá quedado sin ellas?. Soy de otra generación, las sombras no se perdían tan fácilmente como ahora, éramos más cuidadosos con lo que decíamos y cómo lo decíamos. Pero en definitiva también era nuestra responsabilidad que estos seres sufran su vacío externo. No reflejar es el mal de este siglo.
Camina como extrañando. Delicada y hasta podría llegar a ser considerada talentosa. Porque hay que tener talento para no fatigarse con ese andar sutil y arriesgado. Y sin embargo, a pesar de su atractivo, no puede disimular la escasez.
El recorrido es siempre el mismo. Del hueco al pasillo, y de alli al baño, que no es más que una réplica del pasillo, tanto en su extensión como en su color y luminosidad. Allí no hay sombras. Nunca pude curar ese trayecto. La actividad de reflejo es nula. Completamente.
No es atractivo transitar allí, siempre hay plena luz. La carencia es su identidad. Es extraño que no se fatigue en su insistente búsqueda.
Espectro. Pasado. Privación. Daño.
Sostiene en su mirada
una canción cercana
sin final ni silbo.
Lleva consigo todo el dolor
de un extraño porvenir,
el terror intelectual
de vidas increadas,
el convencimiento
del temido vacío.
No comprende,
no espera,
no sabe de deserciones,
nada conoce de luces.
Llevo el secreto, llano
como el futuro su ansiedad,
gozo de un solo ir y venir
de un solo hilo sin nudos
sin armaduras
sin precipitaciones.
Y él,
tiembla, de pensarme,
loca como estoy,
vencida y sin tiempos
sin obstáculos,
sin razón.
No soporto ese sitio. Estrecho y sin tiempo. Repetido en su extensión, con olores degradados y sin códigos. Es la excedencia que perturba. La suave y sutil excedencia de los minutos sin rasgos definidos. El incólume hartazgo de dos paredes repartiendo a sus presas. Todo en el lugar parece acumularse allí. Tal vez por eso sigue sin sombras, desdeñando a los colores, desafortunando sentidos. Y ella que no repone sus pasos, su búsqueda incesante. La tragaran los ladrillos, sus otras formas. La indiferencia, los salones sin puertas, la ventilación, sus oídos esperando anuncios que no llegan, el exterior que reclama. Se extenderán los rumores hacia el vacío excitado.
Mas allá las ramas.
Las antojadizas siluetas.
El parque creciendo en sombras.
Dibujando los roces.
Más allá el encuentro.
Habitantes que señalan
el inalcanzable descanso.
Y a ella, aturdida.
Ausente
- No está...
- ¿cómo que no está? si las luces siguen en el pasillo.
- No está, no tengo idea. Ayer...
- ¿De qué estas hablando? ¿no pudiste retenerla?. Ninguna en su condición pudo salir. Vamos a revisar.
- Ya revisé toda la casa.
- Al pasillo vamos a entrar.
- No. Vos ya sabés. Yo no entro a esos sitios si no están curados.
- Ok. ¿te fijaste afuera, en el balcón?
- Está cerrado. Aparte ahí las sombras la delatarían enseguida.
- Tenés razón. No pudo desaparecer así nomás. El papel sigue pegado en esa pared y hay una forma todavía.
- Debe ser la que dejó al apoyarse constantemente en la pared, estará manchada.
- Puede ser. Voy a tener que llamar a los Alertas. Que revisen ellos.
- Dijiste que no ibas a denunciar. Igual ¿qué pueden encontrar?
- Nunca se sabe. Ellos tienen los artefactos especiales. Saben como usarlos.
Ya había visto como funcionan esos artefactos especiales. Y esos seres de movimientos torpes. Husmeadores profesionales de intensidades anormales. Buscan, acorralan y atormentan. No conocen otro método. Blasfeman los sentidos y aprisionan la mirada enferma de las formas sencillas. Prefiero correr el riesgo. Darme cuenta que ella se ha rebelado. Que está desparramando sus escamas de penumbra por el resto del lugar. Que terminó de absorberse. No es sencillo vivir con los brillos, promueven esos extraños sentimientos que obligan a inclinar la cabeza ante la certeza heroica de la persistencia de lazos que nos sensibilizan hasta penetrarnos en cada rastro olvidado. Pero me arriesgo. Es mejor presentir el hueco, con esa forma pegada a la pared, en cada cerrar de párpados antes de destinarse a la diaria lucha del descanso nocturno; es preferible eso a tener que compartir el lugar con los Alertas día y noche revolviendo cada rincón. Necesito ganar tiempo. Siempre puedo perderlo mas adelante. Necesito afrontar la profunda responsabilidad de la conquista por ausencia. Los incansables disgustos de la deslealtad cotidiana de la conciencia. Del propio costado eternamente soñado y sangrante. De cada levantarse. De todas las crisis que perduran desordenadamente hundiendo las pocas nuevas realidades que me dejan seguir soñando.
Aquello perdura. La tenue forma en el hueco.
Apenas una mancha florecida en la pared.
- Dame tiempo. Voy a encontrarla.
No existe
si no cubres el hueco
insoportablemente aniñado.

Faena trágica de mil encuentros
mastica el grito la propia defensa.
Asuntos redentores de los rebaños
conquistas de vicios inconscientes.
Vértebras seguras de la herencia
circundan las voces ensangrentadas.

Ninguna voz íntima,
ningún adepto en la reclusión.
Ninguna llamada inferior,
solo cubres el hueco.

Los gritos del señorío peregrinante
atesoran los miedos a la comprensión,
al peldaño del mayor esfuerzo
a la decreciente lejanía
a los vínculos de piedad
a la simpatía
al contacto.
Y si te reclama el viento no golpees la frente.
No es necesario.
Seguramente está adivinando.

No hay que confiar en el viento,
jamás trae milagros
y apenas si puede
con sus viejos vicios animados.
No tiene misterios, no trae alegrías.

Si te reclama el viento,
es porque busca certeza en tu descanso.
Intuición en tu semblanza,
conocimiento en tu trabajo.
No se entretiene en probar tus esfuerzos.
En saber de tu placer.
De tu vida ordinaria y lenta.
Para él todo es rápido.

El viento no mueve las sombras,
no puede con ellas.
No sabe del descanso.
Es una exhibición pudorosa, inmóvil.
Desafiante. Suspendida en volumen.
Apenas una línea la ha trazado con algodón, deformando.
Una marioneta iluminada por la lejanía. Sin llama propia. Sin orientaciones ni estimas. Castigada. Esfumada, lenta y vagabunda forma casi humana desperdiciada sobre una pared. Inexacta.
Una invasión de la ternura.
A la conquista.
Al dominio.
Al escalofrío.
Sin embargo entro.
Adornado e impune.
Y las sombras empiezan a extrañarme.

Es injusto que exista el tratar de alcanzar aquello que está más allá de nuestra ilusión. La imaginación es alcanzable, aunque la necesidad de asir sea un factor que siempre jugó en contra a la hora de las realizaciones. Nada conforma los sentidos como aferrarse. El tacto da sensación de existencia. Ser palpable. Querible. Pretendido. Sin este sentido, sin rozarme con nada ¿cómo puedo realizar los otros?. Algunas veces he tapado mis oídos, la conveniencia así lo mandaba . He dejado de comer por necesidad y he recuperado la falta de gusto en la boca. Hubo momentos que nada había para olfatear y hasta he cerrado los ojos para no reaccionar. No recuerdo haber dejado de sentir en la piel, concientemente. Estar aislado en forma tal que nada me roce. Ni la brisa de la pequeña ventana. Ni el llanto. Tampoco el calor. Tal vez la curiosidad pudo más ahora. Aquí en este pasillo, sin esfuerzo, sin crisis, sin suerte alguna, voy a hundirme con ella en la dejadez, en el sueño, en el hastío. La penuria no pesa y las sensaciones son muy vagas. Aquí puedo descansar, caminar sin roces, sin lucha. Sin odio. Sin sombra.

- ¿Hay que tirar toda la casa?
- No, solamente hundirla, como es de práctica. Después parquizarán arriba.
- ¿Quién vivía acá, ché?
- Uno que se quiso fascinar un brillo
- Uhhh que loco el tipo ehh. ¿Ya está libre?
- Parece que sí. Los Alertas ya estuvieron aquí hace tiempo y dejaron el certificado: "sin recuperación"
- Ché... pero ahí, en el pasillo, hay dos sombras.
- En el legajo dice que son manchas en la pared.
- Bueno, a laburar entonces.

Fin

 

Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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