Mao

Fragmentario

testimonios
Mao

"en mí los espíritus del tigre son los principales; los del mono, secundarios"

El documento es rico en referencias a hechos y personas y en figuras literarias. Para que la comprensión de los primeros resulte más fácil son menester algunas explicaciones. Cuando escribió la carta, Mao estaba en Hangchow, un lugar de descanso en la costa oriental de China, y su mujer. Chiang-ching, en la vecina Shanghai. La revolución cultural alcanzaba ya a las principales universidades; a fines de mayo, en Pekín, había sido destituido el comité ciudadano del Partido, incluso el primer secretario Pen-Cheng; las fuerzas de Lin Piao estaban en ascenso y controlaban los órganos de propaganda del comité central. El "amigo" al que Mao alude varias veces en su carta es, precisamente, Lin Piao, y el discurso al que se refiere es aquel en el cual su delfín exaltó la "genialidad marxista" del presidente y propició un movimiento multitudinario para estudiar su pensamiento.

la carta

Chiang-ching:

Recibí tu carta del 29 de mayo. Creo que harás mejor en seguir allí algún tiempo más, según el consejo de Wei [Wen-po -N. de la R.] y Chen [Pei-hsien]. Durante este mes deberé recibir, en dos oportunidades a huéspedes extranjeros. Oportunamente te daré a conocer mis movimientos luego de esos encuentros.
Después que partí de Wulin el 18, me detuve en una zona boscosa del oeste; no tengo nada interesante que decirte al respecto. Llegué aquí, a Paiyun Huangoh, el 28, y ocupo las jornadas en la lectura de documentos. Son realmente interesantes.
Tras un período de confusión, habíamos llegado a una época de tranquilidad. Han transcurrido siete u ocho años y estamos en lo mismo. Los demonios-buey y los espíritus-serpientes [los enemigos del socialismo] se pusieron fuera de sí, no podían hacer menos: se trata de algo que les es dictado por la índole de su clase.
En cuanto al discurso de nuestro amigo [Lin Piao], el comité central piensa hacerlo circular y estoy dispuesto a dar mi autorización. Habló de un golpe de estado: y lo hizo de un modo sin precedentes. Algunas de sus ideas me dejan perplejo. Nunca pensé que los folletos que he escrito tuvieran tanto vigor; ahora que él comenzó a alabarlos y logra que toda China los alabe, la cosa se parece a la escenita de la comadre Wuang que vende zapallos: se los ofrece a los vendedores y arma un alboroto.
Me han impulsado hasta la cima de la montaña para exhibirme y, al parecer, no hay forma de no hacer lo que ellos quieren. Esta es la primera vez en mi vida que en una cuestión importante he prestado oídos a otro en contra de mis convicciones: un giro contra mi voluntad, digámoslo ya [sigue un reclamo histórico a Yuan Chi y Liu Pang].
Estoy de acuerdo con [el escritor] Lu Hsun cuando dice: "Me vivisecciono a mí mismo con más rigor del que pongo cuando vivisecciono a los demás." Cada vez que pego un salto, procedo siempre así; y, sin embargo, los compañeros no lo creen. Tengo fe en mi mismo, pero a la vez dudo también un poco de mí mismo.
Habitualmente se cree que cuando en el monte no hay tigres, el mono es proclamado gran rey. Yo me he convertido en ese gran rey, pero no soy un ecléctico. En mí, los espíritus del tigre son los principales, los del mono son secundarios. Como decía Li Ku, "es fácil romper lo que está alto, es fácil ensuciar lo que brilla; es difícil encontrar juntas primavera y nieve sin mancha, es difícil sobrellevar el nombre que uno ha conquistado". Cierta vez cité estas palabras en una reunión del comité permanente del Politburo.
Para el hombre, nada hay más precioso que tener una idea clara de sí mismo. En la reunión de abril, en Hangchow, di a entender que no estaba de acuerdo con las alabanzas de nuestro amigo [Lin Piao]. Pero, ¿qué se puede hacer? En la reunión de mayo, en Pekín, él repitió las mismas expresiones y los diarios las difundieron con más vehemencia.
Realmente, me alaban como más divino que lo divino y ya no me queda sino permanecer en la cumbre y dejarme ver. Imagino que la idea de ellos es usar a un Chung Kuei [el santón rechazadiablos de las creencias populares], para expulsar a los demonios: en la década del '60 me convertí en el Chung Kuei del Partido Comunista.
No obstante, las cosas se orientan en dirección contraria: cuanto más alto se llega, más violenta es la caída. Estoy preparado para caer, desgarrándome las carnes y rompiéndome los huesos. No importa; la materia no se destruye tan sólo se fractura. En el mundo hay más de cien partidos [comunistas] y la mayoría de ellos no creen ya en el marxismo; han fracturado a Marx y a Lenín: ¿qué nos ocurrirá a nosotros?
Creo que también tú debes prestar atención a estos problemas. No te dejes ensoberbecer por las victorias, reflexiona a menudo acerca de tus puntos débiles, defectos y errores. Todo esto te lo he dicho ya quién sabe cuántas veces; incluso te hablé de ello también en Shanghai, en abril.
Lo que acabo de escribir parece casi un discurso negro: ¿no hablan así también los elementos contrarios al Partido? Pero hay una diferencia entre ellos y yo. Yo tengo la impresión de que ciertas alabanzas no son inapropiadas y te lo digo para ponerte en guardia; ellos, en cambio, quieren acabar con el Partido y mi persona.
En la actualidad no se pueden hacer públicas estas palabras mías. Toda la izquierda habla ahora de ese modo: publicarlas significaría darle una ducha fría y ayudar a la derecha. Nuestra tarea, en este momento, es proceder de modo que derribemos parcialmente a la derecha (no es posible derribarla por completo); después, dentro de siete u ocho años, habrá otra campana que expulsará a los demonios-buey y a los espíritus-serpientes. Y a continuación habrá que emprender aún varias campañas por el estilo.
Hoy por hoy, es difícil decir cuándo se darán a publicidad estas palabras mías, pues las izquierdas y las masas no aceptarían de buen grado lo que he dicho. Quizá después de mi muerte la derecha tome el poder durante algún tiempo: ¡ellos las publican! La derecha acaso haga uso de mis palabras en el intento de izar para siempre su bandera negra: pero ese intento la llevará al desastre.
El emperador cayó en 1911, el poder de la reacción no puede ya durar mucho. Puedo asegurártelo: si en China llegara a haber un golpe de estado anticomunista, la derecha no tendría una vida fácil: y probablemente sería una vida muy breve. La derecha, entonces, se serviría de mis palabras para tornarse fuerte; pero la izquierda puede servirse de otras cosas que yo he dicho: ¡todo ello dará lugar a un bonito espectáculo!.
En algunas ciudades (como en la ciudad de Pekín), no bien aparecieron los revolucionarios, hubo unidades (como las universidades de Pekín y de Tsinghua) donde se produjeron burdas intrigas y todo se desbarató en un relámpago. En todas partes donde la derecha ha procurado sacar partido, la izquierda ha conseguido cada vez mayor vigor. Este es un gran espectáculo de dimensiones nacionales: izquierda, derecha y centro titubeante sacarán de él una útil lección.

Mao

Traducción Hernán Mario Cueva de L'Expresso
Publicado en la revista Crisis en 1973

Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

CRÓNICAS NACIONALES

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