el caso del anticuario revisionista

Le había costado un triunfo conseguirla pero por fin la butaca siglo XlI estaba segura en la bodega del avión carguero Salieron de Goya casi al mismo tiempo; el anticuario en jet. Los primeros minutos miro todo indiferente, después lo divirtió el cenicero empotrado. Subió y reclinó veinte veces su butaca, abrió y cerró maravillado la mesa bandeja. Se dejo mecer, mullido, por el zumbido sordo, el aire acondicionado y el whisky. Una hora y cinco minutos después, en Buenos Aires, lo sabia todo: cuatro planchas de acrilico y un parlante transformaron la butaca jesuítica en un bar musical. Hoy es el decorador preferido del tout Buenos Aires. Volar es poder. El confort de los jet Bac One-Eleven puede cambiarle la vida a cualquiera.

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Aparecida en la revista Siete Días Ilustrados
21.04.1969