Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Canal 7 (1969)
Radio Libertad Box (1969)

El hombre que volvió de la muerte

El Botón -Porcel, Olmedo- (1969)

Naftas Esso

Almorzando con Mirtha Legrand (1969)

Radio Excelsior (1972)

Revista Siete Días 1969 (Mafalda)

Sylvapen a fibra (Chunchuna)

Series: Lancer, Un paso al mas allá

 

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Recitales 1981
Estadio Obras
León Gieco
Nunca antes en la historia de la música contemporánea argentina un cantante había logrado reunir tanta gente. La noche del 11 de abril el estado desbordaba. Si bien ese record es meritorio, lo profundamente significativo del recital de León Gieco en Obras fue la formidable comunicación con su público, y la respuesta vibrante, estremecedora que esas cinco mil personas brindaran a este legendario cantante santafecino.
El entusiasmo y la emoción fueron la esencia del recital: la gente no sólo acompañó decenas de canciones sino que, además, coreó tan fervorosamente el nombre del cantante que ese "León... León...", surgido de miles de gargantas impedía oír la música y la palabra de Gieco.
Quizás, en el sentido musical -Gieco se presentó solo con su guitarra y su armónica- no fue el punto más alto de su carrera, ya que sus canciones siempre pueden ser enriquecidas con mayor instrumentación. Pero el verdadero triunfo de este recital es la comprobación definitiva de que León es quien mejor ha interpretado, con sus letras sencillas y rotundas, los sueños no poluidos de la gente. Su visión campestre del apocalipsis urbano consigue conmover hondamente a sus oyentes de la ciudad: los embotellados en departamentos que circulan en el vacío de los subterráneos.
Por eso y algunas causas carismáticas, el rock (cuya saga nacional Gieco explica evangélicamente en cada recital) parece haber encontrado su representante más genuino, su anti-ídolo.
Supervisado por el propio León, este recital tuvo su clima cálido y fraternal a pesar del marco del estadio. El escenario en el centro -como un ring-, una tarima giratoria y la libertad de movimientos (obra del nuevo micrófono sin cables) dieron una sensación de intimidad, de "estar ahí", todos participando.
A ese "ambiente" se sumaron algunos efectos especiales que, más que espectaculares, fueron enternecedores. La gente recibió toda esa buena onda: estaba feliz. Tal vez por eso, después de cinco bises de León, todos seguían gritando: "No nos vamos... No nos vamos..."

 

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