Mágicas Ruinas
crónicas del siglo pasado

 

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Confirmado Febrero 1971 - Balbin

 

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... y tú verás lo mío sin dejar tu sillón". - Musset
CARTELERA DE
LAS DOS CARÁTULAS
El Teatro de la Humanidad
Temporada 1953
Domingos a las 21.15

Domingo 13
El abuelo
Fin de siglo. Madrid vive despreocupadamente una decadencia que está próxima a hacer crisis. El "Café Universa!" y el viejo Ateneo de la calle de la Montera ven llegar —día a día— a un hombre grave, casi hosco: Don Benito Pérez Galdós.
Sus obras van apareciendo una tras otra, sin demoras ni vacilaciones. Lo urgen su impaciencia de creador y la incontenida riqueza de su espíritu agitado. Hay en todas ellas el dinamismo, la naturalidad y las vibraciones vitales que son la esencia misma del teatro.
Porque Galdós fué eso: un dramaturgo nato.
Ni retoques estilísticos ni preocupaciones de técnica, por eso en sus novelas hay más vida que forma y en su teatro más conflicto que escena.
En medio de una espontaneidad algo desaliñada, surgen por contraste: la grandeza de los personajes, la hondura de las emociones y el profundo sentido humano de los problemas.
Su obra teatral "El abuelo", desborda vida rica en caracteres y en conflictos sentimentales.
Hay mucho de Galdós en la esencia y en la manera de esta pieza, y mucho también en el personaje central —como él— tan grande en su ingenua, primaria simplicidad.

Domingo 6
El pájaro de barro
Cuando se escriba, con la perspectiva y la serenidad que da el tiempo, la historia de la literatura dramática argentina, Samuel Etchelbaum ha de ocupar un lugar de privilegio.
Su amor por el teatro nació casi con su vida, más que una vocación fué el acatamiento de un destino inajenable. A los siete años ya escribía comedias, por eso, cuando en 1919 se estrena su primer pieza "la quietud del pueblo", puede descubrirse en la arquitectura de la obra, soltura de oficio, esa como confianza que se adquiere con la frecuentación continuada de una tarea. Y poco a poco van apareciendo luego corporizados en la materialidad carnal de los personajes todos los temas que él había ido madurando en largos años de aprendizaje. Dos etapas distintas marcan la producción de Eichelhaum. En la primera, hasta el año 1940, le preocuparon los temas universales. Tienen las piezas de esta época entre las que podemos citar: ''La mala sed", ''Cuando tengamos un hijo", y otras, una misma línea total. En este "teatro de conciencias y subconciencias", como lo definió alguien acertadamente, el autor se adentra en las almas de sus criaturas atormentadas.
1940, es pues, una fecha decisiva en el teatro de Eichelbaum; "El pájaro de barro", estrenada precisamente en esa fecha, es también una pieza decisiva. Situada en el cruce de caminos, toma algo de cada una de las dos etapas. El ambiente rural, presentado en el prólogo con encanto poético, la raigambre criolla de la protagonista y ciertos localismos idiomáticos se entroncan con la segunda época, pero la ambición de la idea y el diálogo sobre todo en el último acto, tiene, como sus primeras obras, alcance universal.

DOMINGO 20
"Vacaciones", anuncio casi mágico de descanso, libertad y alegría, se transforma en este caso en una fugaz temporada ensombrecida por tensos y angustiosas conflictos emocionales.
El contraste —y más aún cuando lo es entre la ilusión y el fracaso— es siempre de efecto seguro en teatro. Por eso, el título, aparte de otros, es uno de los aciertos de los autores de esta obra.
Dos tramas se desarrollan paralelamente en la pieza de María Luz Regás y Juan Albornoz, el problema sentimental de la madre y el de Mercedes y Juan Gabriel que a los diecisiete años están viviendo las inquietudes del primer amor.
Ninguna edad más rica en posibilidades. La adolescencia con sus ilusiones, sus ímpetus, sus angustias, sus exigencias y sus fracasos con un clima contradictorio en el que a la pureza se mezclan las solicitaciones turbias del subconciente.
Con estos elementos los autores han escrito una comedia dramática de emoción comunicativa, diálogo cuidado algunos momentos, de efecto teatral, recio y seguro como en la escena final del segundo acto.
Comedia psicológica, analiza la turbación que producen en el alma los primeros llamados del amor con su imperiosa necesidad de absoluto, y nos deja entrever en el problema de la madre que esos desgarramientos acompañarán también a los otros personajes, a lo largo de la vida porque el amor es una "tentativa desesperada de dos conciencias por coincidir totalmente".

DOMINGO 27
Ha llegado un inspector
Priestley, el escritor que goza de mayor popularidad en Inglaterra, es —también— el censor más severo del pueblo inglés.
Hay limpieza en la censura de Priestley a sus conciudadanos porque lo lleva un ferviente deseo de verlos mejores, y es honesta la reacción de Inglaterra al reconocer la buena fe, su generoso desvelo con que Priestley asume la responsabilidad de ser inglés.
Se inicia como poeta, triunfa como novelista, plantea como ensayista problemas políticos y sociales, expone ,sus opiniones artísticas en dos volúmenes de critica, lleva a cabo, durante la guerra, una intensa campaña mundial para alentar a Inglaterra tan angustiosamente necesitada de ayuda, pero su contribución al teatro, es, de la obra de Priestley, lo que va a perdurar. 
En tres de sus obras: "Esquina peligrosa", "El tiempo y los Conway" y "Yo estuve aquí una vez", muestra Priestley su preocupación filosófica, por el tema del tiempo. Cada una de ellas es una tentativa distinta para encarar, desde un ángulo nuevo, el abstracto, pero, apasionante problema del tiempo.
Estas piezas, representadas en los escenarios de Inglaterra y del mundo lo consagraron como uno de los dramaturgos más interesantes de nuestro tiempo, fama que se acentuó con sus piezas posteriores: "Llegaron a una ciudad", "Música en la noche" y "Ha llegado un inspector", obra de trascendencia por su simbolismo y el elevado mensaje que encierra.

Radio del Estado
setiembre 1953

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