Semilla de Maldad
El rock and roll no llegó a la masa
juvenil hasta 1955 y para ese entonces tenía muy poco que ver con los negros. Lo que iba
a encender a una generación era el tema de una película. Las películas americanas de
ese entonces comenzaron a plantear los problemas juveniles. Los ejemplos más claros
fueron "Al este del paraíso", "Rebelde sin causa" y "El
salvaje". Los astros, taciturnos, rebeldes, primitivos, eran James Dean y Marlon
Brando. Sin embargo, la música que acompañaba a estas películas era la de grandes
bandas tradicionales de Hollywood. Recién "Blackboard Jungle" (literalmente,
"La jungla del pizarrón, titulada en castellano "Semilla de Maldad"), la
historia de un maestro joven que se esforzaba en educar a sus alumnos, introdujo la
música específicamente juvenil a la pantalla. La canción era "Rock around the
clock" (lit. Rock alrededor del reloj, titulada en castellano "Al compás del
reloj"); el intérprete, Bill Haley.
Una cometa fugaz y eterna
Bill Haley era el clásico ejemplo del
rock "lavado". Nacido en Michigan, Detroit en 1927, era un individuo de aspecto
presentable pero con nada del encanto que constituye un ídolo. Su familia se había
mudado a Pennsylvania cuando tenía 7 años y fue músico semi profesional en su
adolescencia. A los 20 años consiguió un trabajo en una estación de radio local y se
convirtió en su director musical. En 1953 formó su propia banda a la que luego llamó
Comets (por su apellido que era el del cometa Haley) y al año siguiente se aseguraron un
contrato con la Decca americana. inicialmente la banda tocaba un repertorio country and
western (música campesina y del oeste) y jazz y una forma tentativa de R& B. Uno de
los primeros temas que grabó para la Decca era "Shake, rattle and roll"
(Agítese, sacúdase y enrróllese). El tema había sido grabado primero para el sello
Atlantic por Joe Turner, pero la versión de Haley sólo conservó el ritmo del original.
Respecto de las letras, la versión se lavó. En tanto Joe Turner cantaba: "Sal de la
cama y lávate la cara y las manos/ve a la cocina y haz ruido con ollas y sartenes, usas
esos vestidos escotados y el sol brilla a su través/mis ojos no pueden creer que todo
esto sea tuyo" la versión de Bill Haley excluía cualquier sugerencia de que la
pareja viviera junta (casada o no) o de que el hombre tomara conciencia de los encantos de
su dama. Como para el momento era un plato muy picante, el texto se cambió a: "Ve a
la cocina a sacudir esas cacerolas/prepara mi desayuno porque soy un hombre
hambriento/usas esos vestidos y tu pelo tan bien peinado/pareces tan cálida aunque tu
corazón es frío como el hielo".
Haley era consciente de la necesidad de limpiar el contenido: "Evitamos cualquier
cosa sugestiva. Tenemos mucho cuidado con las letras porque no queremos ofender a nadie.
Lo más importante es la música y es fácil escribir letras aceptables."
"Al compás del reloj" fue el primer gran himno del rock and roll. Hay
polémicas acerca de cuál fue realmente la primera verdadera canción de Rock. Pero no
hay duda que "Clock" fue la primera que transformó a los adultos jóvenes en
adolescentes, dividió las generaciones y cambió el curso de los siguientes 20 años.
Este fue el tema que tuvo a los chicos bailando desde Londres a Teherán, de Sydney a
París, de Moscú a Nueva York, de Río de Janeiro a Jerusalén, de cualquier lugar a
cualquier otro donde hubiera una necesidad de los jóvenes de expresarse.
Tanto fue el éxito que la comercialización fue inmediata. El potencial era obviamente
enorme. Por primera vez la industria reconocía que los adolescentes eran un nuevo mercado
independiente con dinero y estilo, exigiendo algo exclusivo: su propia moda, sus propios
peinados, sus propias diversiones, su propia música. Y ahora llegaba su propia película
con el nombre del tema divulgado: "Al compás del reloj". Súbitamente, los
adolescentes se reconocían diferentes, no como adultos poco desarrollados o chicos
crecidos, eran simplemente eso: "teen-agers". Y dividieron el mundo en
"ellos" y "nosotros". Era lo de siempre en la historia de la
humanidad. Pero ahora tenia nombre: rock.
Bailando en los pasillos
En ese momento en que la confusión y la
prensa sensacionalista hacían que los términos "Adolescente" y
"delincuente juvenil" parecieran sinónimos, la película cayó como un cometa
del cielo. La música podía ser fuerte, agresiva, total, pero a la vez era símbolo de la
exclusividad juvenil, una forma ideal de canalizar la energía. Su popularidad demostró
que millones de jóvenes en el mundo podían sentir la alegría de un ritmo contagioso, y
depositar su rebeldía natural de la edad en un símbolo con un nombre.
La película era un film barato, sin pretensiones, que mostraba la historia de cómo Haley
era descubierto mientras tocaba en un local donde todos los chicos bailaban, de cómo
conocía a Alan Freed, de cómo hizo programas de televisión que se transmitieron a toda
la nación, y de cómo llegaba a la cumbre. Sanamente, fácilmente, mostraba cómo chicos
corrientes podían convertirse en estrellas. Y era cierto. El film impuso un estilo para
un montón de copias literales, pero para 1956 era nueva. Los jóvenes y los no tanto
llenaban los cines y era tal la excitación generada que el público llevado por el ritmo
quería bailar. No importaba estar en el cine, se levantaban y bailaban en los pasillos.
En algunos lugares donde esta actitud no fue tolerada hubo actos de vandalismo donde se
desgarraron las butacas. Es imposible juzgar cuántos fueron estos actos, pero uno solo
podía en el clima de esa época pintar negras primeras planas. No importaba que la
película se hubiera dado en Nueva York sin problemas a pesar de la alta tasa de
delincuencia juvenil de la urbe. Pero la magnificación de los hechos ocurridos en la
universidad de Princeton hizo que Europa estuviera alerta. En Irlanda y Gran Bretaña el
film se dio sin problemas hasta que llegó a Londres. Unos doscientos muchachos salieron
eufóricos del cine. Infectados como todo el mundo por la música, bailaron y cantaron la
música que se había metido en sus cabezas. Se tuvo que desviar el tránsito. La prensa
por supuesto aumentó 10 veces el número y bautizó el hecho de "revuelo". Las
autoridades que nunca se habían encontrado con tanta exuberancia juvenil tan franca,
quedaron perplejas y actuaron rápidamente. En los estados sureños de EE.UU., el área
más fervientemente racista, se quemaron discos en las calles. Se hicieron intentos de
prohibir el rock. Pero en el resto del mundo no pasó de una revolución musical, un
símbolo como cualquiera de otra generación, pero con otro nombre.
Un muchacho de Tupelo
En tanto la imagen de Alan Freed era
considerada por la joven generación como una afectuosa imagen paterna, Bill Haley perdía
popularidad en EE.UU. aunque aún era festejado en Europa. La razón era simple: en la
cumbre de su éxito era por lo menos 10 años mayor que su público. El "gancho"
del rulo, los pantalones tipo bolsa y los sacos a cuadros no eran modos
"imitables". Su música era un sustituto del original. Hasta "Al compás
del reloj" había sido escrita por dos veteranos compositores de la Tin Pan Alley
(calle donde estaban las editoras musicales), uno de los cuales tenia 63 anos...
El rock adquiría una fisonomía propia en poco tiempo. En 1951 no existía, en 1955 era
una institución. Algunos artistas negros comenzaban a pisar terrenos antes vedados. Los
discos de rock and roll comenzaban a aparecer en las listas de éxitos. Lo único que
faltaba era una figura líder que uniera a toda la juventud. Un hombre que cristalizara la
excitación, la sensualidad, el individualismo. la arrogancia, el orgullo que estaba
fermentando en los jóvenes. Tenia que ser auténtico, salir de un medio ambiente que
reconociera a la música negra y que la entendiera, que tuviera su propia interpretación
blanca, que fuera de origen humilde y que triunfara, que tuviera un cumulo de experiencias
y frustraciones y que con su triunfo hiciera que todos se identificaran para sentir que
triunfaban con él. Un hombre que fuera joven y bello.
Y cuando la labor pionera de Bill Haley terminaba y otros innovadores del rock and roll
esperaban entrar en una nueva etapa, un muchacho de Tupelo, Mississipi, un chico de nombre
raro, inusual, comenzaba una carrera que le llevaría de los estudios de Memphis a la
gloria mundial. . .
Se perfilaba musicalmente el rostro de un siglo...