Los 60's

 

La escalada de la minifalda

Tradicionalmente, el centro de la moda ha estado en París. Sin embargo, en esta década la revolución en el vestir ha tenido tres nombres que desmienten la costumbre: Mary Quant, Twiggy y Carnaby Street. Los tres son ingleses, lo que deja en claro, una vez más, la importancia que Inglaterra ha tenido en esta década para todo lo que tiene relación con los cambios.
Hace casi diez anos, Mary Quant -treintena, interesante, inteligente, casada- desató una revolución en la moda gracias a su falta de prejuicios y a ocho mil libras que había ahorrado con su marido. En su taller de diseño de Londres subió varios centímetros la falda femenina, dejándola convertida en la ya famosa "mini". Cuando comenzaron a aparecer las jovencitas vestidas con tan breve atuendo, se iniciaron las polémicas. Los puritanos alzaron su voz tanto como lo habían hecho con el "topless". No obstante, las mujeres aceptaron la prenda y la llevaron cada vez más al norte de las rodillas.
La minifalda se transformó en todo un símbolo de la juventud "in", aunque muchas mujeres maduras también se atrevieron a usarla, mostrando "la parte mas fea de la mujer", la rodilla.
París, Nueva York, Roma y otros centros importantes de la moda aceptaron la "mini" y le dieron su propia idiosincrasia. Paco Rabanne las hizo de metal, mientras Yves Saint-Laurent les imponía su personal estilo. Entretanto, las ocho mil libras invertidas en todo esto por Mary Quant se convertían en una cifra con varios ceros a la derecha.
La pequeña Mary se transformó en la dictadora de la moda, arrebatando el cetro a los franceses. Es una seudorromántica que no admite lo tierno ni lo severo. Una extravagante sobria, que disfraza a la mujer, quitándole o agregándole años, según el caso. La minifalda es el uniforme que llevan las muchachitas para ser mujeres y las mujeres para semejar adolescentes.

LA ESQUELETICA
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Twiggy, nueva expresión femenina cuya figura esquelética la hace ganar millones

Con sus grandes ojos azules lánguidos y su estampa famélica, Twiggy ocupó miles de portadas de revistas y páginas de diarios. Parecía más bien ser una modelo contratada para propaganda de la FAO. Sin embargo, esta jovencita de 41 kilos y 78-55-80 fue consagrada la princesa en el mundo de la moda. Fue el reinado de la "antimujer" o de la "niño-mujer". En los hombres, Twiggy no podía despertar otro sentimiento que no fuera compasión. Para las mujeres, en cambio, especialmente las jovencitas, se transformó en el molde que había que imitar. Hubo docenas de casos de adolescentes que fueron a dar al hospital tratando de perder kilos para parecerse a Lesley Horney, la muchachita arrancada por Justin de Vílleneuve de un colegio británico para convertirla en Twiggy; la modelo que gana 200 dólares por hora de pose.
Uno de los secretos de Twiggy reside en el maquillaje de sus ojos. Usa un triple par de pestañas postizas, con muchas líneas sobre los párpados. Su estilo se impuso, lo mismo que cada uno de los vestidos lucidos por ella para las publicaciones europeas y norteamericanas.
Pero Twiggy ahora es mucho más que una simple y tímida muchachita: es toda una empresa -la "Twiggy Enterprises Limited"-, que fabrica vestidos, pestañas, muñecas, camisas y toda una variedad de artículos identificados con la imagen de la joven.
A los 16 años, Lesley Horney dejó en el olvido a las modelos de la casa Dior. Ella -enjuta, infantil, con su cara de ángel- pasó a ser la única en el mundo de la moda. Viajó a Nueva York e impuso la moda por ella presentada; fue a Moscú, donde su débil figurita se dio a conocer al público de los grandes almacenes GUM, y se prestó para comentarios acerca de las condiciones de vida en Occidente. Para ella no hubo límites. Desde las portadas de las revistas femeninas conquistó el mundo.

LA CALLE REVOLUCIONARIA

EL loco Londres de los años 60 tiene en una pequeña calle -de no más de dos cuadras de largo- el centro revolucionario de la moda: Carnaby Street, la más "in" de las arterias de Europa. No hay turista que no se adentre en ella para tomarse una fotografía y comprar allí alguna prenda.
Fue precisamente en Carnaby Street donde comenzaron los primeros destellos de la moda "psicodélica", que terminó por vestir, con mayor o menor audacia, a los hombres "in" del mundo. Quizás más importante que la moda femenina -que ha existido desde los tiempos prehistóricos- ha sido el auge de la extravagancia masculina, que ha dado un sabor muy especial a esta década.
Las melenas hippies no podían seguir luciéndose sueltas y desgreñadas: nacieron entonces como hongos "salones de belleza para hombres", donde había secadores, fijadores, cremas y todos aquellos cosméticos usados tradicionalmente por las damas. Y los modistas comenzaron a diseñar para los hombres. La preocupación masculina por estar "in" rebasó los ámbitos "snobs" y alcanzó hasta algunos miembros de la familia real. Lord Snowdon, en ocasiones no oficiales, ha reemplazado la corbata de su tenida de etiqueta por el medallón hippie y el "cuello de tortuga"-Carnaby Street -con tiendas pequeñas, decoradas a la antigua y a la moderna- implantó la "línea colorida" para los varones. Quienes quisieran sentirse libres -como los hippies- debían desterrar los ternos grises y ponerse pantalones "pata de elefante" o "Saint-Tropez", ternos "línea georgiana" o "John Steed". Todo con colores antes proscritos en el guardarropa masculino: celeste, anaranjado, rojo, violeta, morado, amarillo.
Según los psicólogos, en esta década que ha acrecentado la igualdad hombre-mujer, el varón -por su inseguridad- debe también ser "bello". Y una demostración de esta teoría -tan disonante para la generación de preguerra- se encuentra en el auge de la industria de lociones, cremas y demás afeites hechos especialmente para hombres.
La moda ha repercutido especialmente en la juventud. Siendo el "Poder Joven" un importante poder comprador, las creaciones de Carnaby Street están principalmente destinadas a los que se encuentran entre los 15 y 25 años. Luego viene la época "out", en que hay que retornar a los sobrios colores de siempre.

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Mary Quant, con audacia mostró la parte mas fea de la mujer: la rodilla y un poco más, provocando escándalo o aplauso varonil

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Carnaby Street en Londres, una calle donde surgieron la moda y el modo de ser de la juventud

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