Los 60's

 

Es difícil encontrar en la historia del linaje humano otra época tan plena de cambios y de hechos tan variados como la década de 1960. La razón de ello es que muchas de las semillas que en los terrenos de la política, la ciencia, la economía, el arte, se sembraron en años anteriores - aun tan lejanos como los del siglo XVIII - han alcanzado en ella su madurez. De este modo, el esfuerzo para explicar la urdimbre en que está tejida la tela de nuestro tiempo obliga a un análisis histórico-sociológico de alguna latitud.

 

LOS NUEVOS PERSONAJES

La nuestra es una fase de la residencia del hombre sobre la tierra, que es muy diferente a las anteriores. porque en ella han hecho su aparición algunos factores que estuvieron antes ausentes y que han impreso a la historia actual una aceleración y un entrecruce de elementos disimiles y a menudo contradictorios que le otorgan un carácter especifico. Es de esta situación compleja de donde emanan algunos fenómenos nuevos y otros que no son sino el retorno a antiguas actitudes y convicciones.
Estos noveles personajes de la historia pueden ser definidos bajo los nombres de aceleración demográfica, energía nuclear, grandes fuerzas económicas universales y portentoso avance de los medios de comunicación. Ninguno de estos factores estuvo presente con anterioridad a nuestro tiempo ni jamás alcanzaron otros la magnitud e importancia que si los tienen hoy, en tales términos que están plasmando la fisonomía de la historia que vivimos.
Se sabe que la humanidad creció muy lentamente hasta mediados del siglo XIX. Debieron pasar cientos de años antes que pudiera duplicar la población. En la época de la antigüedad clásica existían unos 250 millones de hombres en la Tierra, que llegaron a 500 millones en el siglo XVII de nuestra era y a mil millones a mediados del siglo XIX. Sin embargo, para llegar a los dos mil millones, la humanidad necesitó menos de cien años, y antes de 1980 alcanzará a los cuatro mil millones. En este fenómeno -como en los demás, según luego se verá- han sido la ciencia y la técnica sus causas principales, porque el avance de la medicina y la urbanización y saneamiento de las ciudades han permitido alargar las esperanzas de vida humana. Así, en tiempos de Pericles ella era de apenas 18 años, y aún hacia 1850 apenas alcanzaba a 32 años. Hoy el promedio es de 67 años, y en los países muy desarrollados -Suecia, por ejemplo- supera los 70 anos.
La mayor densidad poblacional ha provocado una serie de problemas y de modificaciones de la vida social, como es fácil suponer, creando, en los países de economías adolescentes, situaciones muy tensas debido al crecimiento de las necesidades de alimentación, educación y vivienda para las nuevas generaciones.
Sin embargo, lo que tiene más relieve para la tarea de comprender nuestra década es el hecho de que el mundo es joven y la población estudiantil mundial crece aceleradamente. En Brasil, para señalar sólo el país más extenso y poblado de América latina y uno de los que, en estos aspectos, están a la cabeza de la humanidad, casi el 55 por ciento de la población está constituida por personas de 19 años o menos. Pero este cuadro también se da en países más antiguos y desarrollados que los nuestros. Así. en Francia, en los últimos años la población estudiantil se ha duplicado; en Yugoslavia, que en la víspera de la II Guerra Mundial sólo contaba con 17 mil estudiantes, hoy son 200 mil, y en Japón él 20 por ciento de su población se sitúa entre los 15 y los 26 años de edad.
Así ha nacido e! "Poder Joven", nombre que, dado originalmente en USA al movimiento de los universitarios que rechazan Ios fundamentos mismos de !a sociedad en que viven, se ha extendido a todo el mundo. Estos jóvenes -que no han conocido los horrores de la II Guerra Mundial, y, en cambio, sí la prosperidad sin precedentes de Europa y Estados Unidos- rechazan en conjunto a la sociedad actual; no se sienten representados por los gobiernos; desean hacer de la Universidad el foco de un nuevo radicalismo transformador de esta sociedad, de manera que nazca una nueva, más humana, más solidaria, alejada del Estado Industrial y del Imperialismo (que son características de nuestro tiempo).

 

EL MONSTRUO ECONÓMICO

En la década del 30, Freud escribió:

"El hombre avanzara tanto en el dominio de la naturaleza, que aprenderá a destruirse a sí mismo".

Esta profecía sólo tardó en cumplirse poco más de un decenio. Hoy, el hombre ha aprendido tan completamente la ciencia de su propia destrucción, que la guerra se ha convertido en asunto ético, porque compromete la subsistencia misma del hombre sobre la tierra.
Esta situación ha tenido las más vastas consecuencias. Para los efectos de este análisis, basta sólo señalar algunas. A fines de la década anterior, la URSS logró la paridad nuclear con respecto a USA, que hasta esa fecha había tenido el monopolio primero y la hegemonía después en el campo atómico. Ello provocó no sólo el nacimiento de la nueva tesis soviética de la "coexistencia pacífica" entre los países capitalistas y los socialistas (modificando así la teoría marxista-leninista de la inevitabilidad de la guerra entre ambos grupos), sino también un conjunto de acuerdos entre USA y la URSS destinado a perfeccionar la política de reparto del mundo entre ellos, que había nacido en Yalta a fines de la II Guerra Mundial.
Mas ni la aceleración demográfica ni la energía nuclear -con todo lo importantes que son- habrían sido capaces de introducir, por si solas, las profundas modificaciones, el caleidoscopio de hechos muy diversos y el arduo retorno a antiguas aspiraciones, aunque expresadas de noveles formas, que caracterizan nuestra década. Las enormes fuerzas económicas que el capitalismo, la industrialización y el imperialismo han puesto en acción, colaboran eficazmente a ello.
La empresa económico-industrial moderna, es decir, la que se está desarrollando ante nuestros ojos, está muy lejos de ser la misma que conocieron nuestros abuelos. No sólo manejan hoy capitales enormes, sino también operan a nivel planetario, y el uso de las máquinas les otorga más y más poder. El presupuesto de la Ford Motors es mayor que el de muchos países latinoamericanos; el número de personas cuya subsistencia depende de la Steel Company es mayor que la población de Noruega; la Standard Oil realizó en 1958 negocios por un valor equivalente a cerca de los 2/3 del presupuesto de Francia del mismo año.
Han llevado la automatización a extremos inconcebibles hasta hace poco tiempo. En las fábricas Ford el montaje automático permite realizar en 15 minutos lo que antes exigía 9 horas. La Corming Glass, que produce el 90 por ciento de las ampolletas eléctricas de USA, sólo requiere 14 operarios. Veinte obreros de la American Sylvania fabrican 25 mil tubos de televisión al mes. En una empresa de Chicago, una sola persona maneja una maquina que mata, despluma, limpia y embala 12 mil pollos por hora.
Así, su poder ha llegado a ser enorme y se ubica por encima del poder tradicional del Estado, sin haberse aún elaborado una moral de esta verdadera soberanía. No es sólo eso. Es también tentacular, en el sentido de que, más allá de las fronteras políticas, succionan y hacen suyas las empresas nacionales que operan dentro de ellas. Más del 17 por ciento de las mercaderías que exporta Gran Bretaña son producidas por estos conglomerados -casi todos ellos de origen norteamericano-, y se calcula que para 1981 serán dueñas de la cuarta parte de la industria británica. La General Motors y la Ford dominan más del 40 por ciento de la producción automovilística de Alemania Occidental, y la Du Pont de Nemours -monopolio norteamericano de la producción química- se ha adueñado de la compañía "Desarrollo Químico Industrial", la más importante de España en este terreno. En América latina son poseedoras del 50 al 75 por ciento de las industrias que marchan a la cabeza de su desarrollo fabril, y en Canadá, del 97 por ciento de la industria automovilística, 78 por ciento de la de productos químicos y 77 por ciento de implementos eléctricos.
El prodigioso avance de los medios de comunicación colabora a extender la influencia de estas enormes fuerzas económicas, en el sentido de que en sus alas llevan la creación de las necesidades, los hábitos y las convicciones a que responden. Así ha surgido nuestra sociedad del consumo dirigido, en donde no hay ya más espontaneidad en el consumidor y en la cual todos bebemos los mismos líquidos, leemos idénticas tiras cómicas, nos alimentamos de las mismas noticias, vemos los mismos espectáculos y experimentamos parejas necesidades.

EL NUEVO PODER

Cual es la fuerza que se esconde detrás de este cuadro? ¿Qué ha hecho surgir y está dirigiendo los nuevos elementos? Tiene un nombre breve: la ciencia. Es el dominio del hombre sobre la naturaleza el que ha provocado, en apreciable medida, esta situación.
El hombre de la Edad Media y el de las sociedades análogas que existieron fuera de Europa concibieron la naturaleza como morada de los dioses y obra de Dios, por ello intocable. Siglos después, en el alba de la revolución industrial, fue concebida como la garantía de un orden pleno de majestad y dominada por la razón. Sus leyes eran como seguras avenidas que conducían al "progreso indefinido".
Pero la ciencia y la técnica de nuestro tiempo convirtieron la naturaleza en una posibilidad ilimitada, en una fuente de energía, en un taller de trabajo, enseñando al hombre, no a integrarse a ella, sino a dominarla, con un poder tan ilimitado que nada determina previamente si es para su prosperidad o para su perdición.
La estudiaron de acuerdo a métodos exactos, descubrieron sus leyes y aprendieron a crear las condiciones en que los datos elementales causan directamente los efectos deseados. Hicieron así nacer relaciones funcionales que se han tornado cada vez más independientes de la organización humana. Este fenómeno se traduce en el envejecimiento acelerado de los medios de producción y convierte la facultad de innovar en uno de los elementos principales del poder económico -con sus connaturales implicancias políticas y culturales-, revistiendo así a la posesión del saber científico y técnico de igual importancia.

De Gaulle
"De Gaulle y Perón un solo corazón"
Astronautas
Neil Armstrong y Michael Collins
Duke Ellington
Duke Ellington
Ernesto Guevara
Ernesto Guevara
Sabin
Sabin
De Gaulle
De Gaulle
Lanza del Vasto y Chanterelle
Lanza del Vasto y Chanterelle
Robert Kennedy
Robert Kennedy

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"el poder joven...

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...se expresa a gritos"

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Violencia y sangre en el Congo

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La juventud se ha convertido en mayoría dentro de la población mundial

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En una sociedad Alienada el hombre busca su futuro, desata el poder de la ciencia, crea robots, metaliza el arte, pero advierte que está perdiendo los atributos espirituales de una vida llena de materialismo aprisionante

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Por ello, ha cambiado la naturaleza de la hegemonía internacional -que es hoy científica y no meramente política-, y son la URSS y .USA las dos mayores .potencias mundiales, porque a sus inmensos recursos naturales han aplicado la ciencia en magnitud inigualada. El gasto en investigaciones científicas de USA en 1968 fue de 18 mil millones de dólares, que se elevarán a 22 mil millones en 1971, suma que es superior al producto interno bruto de todos los países del Grupo Andino.

MANICOMIO CON MUROS CROMADOS

El drama del hombre de nuestra década ha surgido, porque no es ya dueño de su propio poder, porque, como acabamos de decirlo, los efectos de la ciencia se han vuelto más y más independientes de la organización humana. Al mismo tiempo que el hombre aprende a controlar en forma cada vez más perfecta el mundo, se va encontrando prisionero de su propio instrumento de control. Los sentimientos se van suprimiendo y convirtiéndose en un universo de locura, en el cual el gasto bélico supera las inversiones en educación y alimentación, en el que en los últimos cien anos se ha asesinado a 90 millones de seres humanos, y en el cual la distancia entre la mayoría miserable y la minoría riquísima se agranda y ahonda. El mundo mecanizado de la tecnología se pierde en un desierto de soledad, en donde cada individuo vive por sí y para sí. Así se explica el otro aspecto de nuestra década: su esfuerzo por retornar a viejos valores humanos. Son, por ahora, nada más que gritos de rebeldía contra "la selva de máquinas y dinero", lanzados por los jóvenes, los hombres de color y unos pocos humanistas y artistas. Algunas de las tendencias actuales -como los hippies y su sociedad del amor- procuran volver a una forma de organización en donde la solidaridad humana, la libertad y los sentimientos tengan su lugar. Las tendencias anarquistas pretenden, por la violencia, derribar un Estado que les parece el guardián del orden mecanizado e injusto.
El regreso -un regreso, apresurémonos a señalarlo, que nada tiene de reaccionario, y sí mucho de contradictorio- no se detiene allí. También se refiere al revivir del nacionalismo, como una reacción contra el condominio ruso-norteamericano sobre el mundo y la fuerza innominada y planetaria de los grandes monopolios y conglomerados internacionales. La ola de nacionalismo que parece sacudir el mundo es, en su fondo, una respuesta a la robotización, con todo lo que significa de diversidad y de riqueza de los diferentes espíritus nacionales.
Como puede observarse por este sumarísimo análisis, nuestra década es extraordinariamente compleja. Ha llegado en ella el hombre al problema fundamental:
¿cómo colocar bajo el dominio humano -con todo lo que significa de solidario, libre y diverso- el enorme poder de la ciencia? ¿Cómo convertir nuestras sociedades robotizadas en organizaciones humanas? Tales son los enigmas que nos propone nuestra década y que buscan una contestación a través del cambio y retorno que son urdimbre y trama de nuestra época.

LOS VISITANTES

1960
En una gira que abarca gran parte de América latina, arriba en febrero el presidente norteamericano Dwight Ike Eisenhower. Una imponente comitiva no excluye los mínimos detalles: un helicóptero, por ejemplo, se desplaza cargado con el agua mineral que consume el presidente. Para los solemnes festejos del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo, recalan también en Buenos Aires los mandatarios Adolfo López Mateos, de México; Benito Nardone, de Uruguay; Manuel Prado, de Perú, y Víctor Paz Estenssoro, de Bolivia. A fin de año, en visita no oficial, llega Joáo Goulart, de Brasil.
1961
Ni la visita del presidente italiano Giovanni Gronchi —quien recorre la Argentina durante una semana acompañado de su esposa—, ni la del diplomático y candidato demócrata Adlai Stevenson, ni la del ex presidente brasileño Juscelino Kubitschek, provocan la repercusión de la sorpresiva llegada de Ernesto
Che Guevara, por ese entonces ministro de Industrias de Fidel Castro, quien mantiene una prolongada reunión con Arturo Frondizi en la residencia de Olivos.
1962
En pleno fragor de la conspiración militar que derrocaría a Arturo Frondizi en marzo, aterriza en Buenos Aires Felipe de Edimburgo, marido de la reina Isabel de Gran Bretaña. Azorado, no acierta a comprender el nerviosismo que reina en todas las esferas, aun por encima de la solemnidad del protocolo. Cuando se fue, la Argentina tenía ya otro presidente.
1963
Un viaje significativo es el que hace en noviembre el enviado personal del presidente Kennedy, Averell Harriman: a pesar de que el visitante intenta persuadir al periodismo, con su mejor sonrisa, de que está de paso para Río de Janeiro, la opinión pública no puede menos que pensar que su presencia está íntimamente vinculada con la anunciada anulación de los contratos petroleros, publicitada por el gobierno radical de Arturo lllia.
1964
En abril llega el predicador pacifista Lanza del Vasto acompañado por su esposa, la cantante Chanterelle. En mayo lo hace el presidente alemán Heinrich Luebke. Pero ninguna visita moviliza el interés popular como el arribo, en octubre, del legendario presidente de Francia, Charles de Gaulle. Su liderazgo en el Tercer Mundo le había granjeado las simpatías del peronismo, que lo recibe en las calles al grito de: "De Gaulle y Perón, un solo corazón".
1965
La crónica frívola encuentra abundante material en el arribo del Sha de Persia, Mohamed Reza Pahlevi, y su célebre esposa, la emperatriz Farah Diba. En septiembre arriba el presidente italiano Giuseppe Saragat y un mes después otro presidente, el chileno Eduardo Frei, se reúne con lllia en Mendoza. En noviembre, otros reales visitantes: el rey Balduino de Bélgica y su esposa Fabiola, quienes reciben el homenaje de Buenos Aires, Salta y Córdoba.
1966
El príncipe Felipe de Edimburgo, esta vez como presidente de la Federación Ecuestre Internacional, retorna a Buenos Aires y conoce a un nuevo mandatario: Juan Carlos Onganía, con quien juega al polo. El 5 de abril, mientras los radicales recordaban el aniversario de los comicios anulados en 1932, pasan fugazmente por Buenos Aires, rumbo a Córdoba, Jacqueline Kennedy y sus dos hijos. Se instalan en la estancia de Miguel Angel Cárcano.
1967
El representarte de la antigua dinastía imperial de Japón llega a Buenos Aires el 16 de mayo: el príncipe Akihito y su esposa Michiko son objeto de diversos agasajos. Otro visitante real, Olav de Noruega, arriba en septiembre. Ninguno desata en las calles el calor humano y el fervor casi exagerado que congrega a su paso Albert Sabin, el perfeccionador de la vacuna antipoliomielítica. Otro Visitante, que cumpliría en tierra argentina sus cuarenta años de edad, concentra la simpatía de legiones de admiradores: el senador Robert Kennedy, hermano del ex presidente estadounidense.
1968
Eminentes visitas recibe la Argentina: Indira Gandhi (50), primera ministra de la India, despierta más simpatías que el fugaz paso de Robert MacNamara, quien, como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, recorre las zonas de El Chocón y las plantas siderúrgicas de Somisa y Dalmine. La candente preocupación argentina por las islas Malvinas motiva la llegada de lord Chalfont, ministro de Asuntos Exteriores de Su Majestad Británica. También llega a Buenos Aires Richard Nixon, hoy presidente de los norteamericanos. El recibimiento popular de que es objeto lo ayudará más tarde a comprender las desventuras sufridas por su enviado personal, Nelson Rockefeller. Otro norteamericano, Duke Eliington, conmueve a los jazz-maníacos. Giulietta Massina, esposa y actriz favorita de Federico Fellini, y el novelista inglés Graham Greene, también visitan Buenos Aires fugazmente.
1969
La accidentada gira latinoamericana de Nelson Rockefeller tiene también en Buenos Aires ecos explosivos: tres días antes de su llegada volaron simultáneamente trece supermercados Minimax, ligados económicamente a la familia del visitante. Menos inquietante fue, en cambio, la llegada de dos de los héroes de la conquista lunar —Neil Armstrong y Michael Collins—, quienes recibieron el homenaje popular tras una densa maraña de agentes del FBI. Gina Lollobrigida, en cambio, con la única custodia de Nicolás Pipo Mancera, transitó su ajada y melancólica belleza por las calles céntricas, demostrando que, para la movediza ragazzina de 'Pan, amor y fantasía', el tiempo no pasó en vano.
Revista Siete Días Ilustrados
2 de febrero de 1970

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