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espiando los 60's
la década cuando todo pudo ocurrir
LA TV ATACÓ
Los contenidos
temáticos de la década del 60, amén de aquellos que no pasan del entretenimiento,
remiten a modelos más realistas que los de la década anterior. Sus personajes vivirán
en el marco de grandes ciudades, padecerán la soledad y la lucha por la subsistencia. Sus
mujeres cruzarán el umbral de la casa donde cumplían el rol angélico de guarda
familiar, para enfrentarse con un mundo nuevo. Los amores serán sacudidos por la pasión
o el dolor. Despuntan las críticas sociales y emerge otro grupo social no protagónico
hasta el momento: los jóvenes. Una de las mejores realizaciones de la televisión
argentina, Historias de jóvenes, fue emitida por el 7 y luego por el 13 en sucesivos,
aunque interrumpidos años. Títulos como Cualquiera de nosotros, de Norberto Aroldi, Yo y
un millón, de Jorge Falcón, Soledad Monsalvo o A oscuras viviendo de María Elena
Walsh,, Recordando con amor y Muchachos de mi barrio, de Andrés Lizarraga, Una
historia... la nuestra, de Elsa Martínez, Los argentinos somos así... ¿o no? de Rodolfo
M. Taboada, sugieren una tendencia. Todo en el casi eterno marco de la prohibición con
circular escrita por medio, de palabras censuradas como 'aborto', 'amante', 'sexo'.
Marilina Ross era "La Nena"
"Modernas cámaras de transmisión"
Varios programas
juveniles comienzan a brotar: Ritmo, amor y juventud que en 1962 se convertirá en El club
del clan, La escala musical de Jorge Beillard, o La ola intermedia de Hugo Moser.
Escandalizarán
a algunos medios que los tildarán de 'inmorales y hasta de pornográficos' ya que
presentan en cámaras bailes juveniles con `frenesí desbordado'. Nicolás Mancera
inaugura el primer 'ómnibus', Sábados circulares, con musicales, cámaras sorpresas,
etc. Roberto Galán inicia larga zaga con Remates por tv. El rating comienza a ser
obsesión de los canales privados. Se encumbrarán Biondi, Marrone, Casino, Dr.
Cándido Pérez, señoras. La Familia Falcón. Juan Carlos Altavista se pone el traje de
Minguito Tinguitela y Marilina Ross hacía de La Nena. Los jingles invaden todos los
lugares cambiando el estilo publicitario. Cosa juzgada, con libretos de Dalmiro Sáenz,
Manuel Antín, Alberto Vanasco, David Viñas, etc. reflejan expresiones de inconformismo y
audacia que la época reclamaba. Ya en el 69, los programas de participación de "la
gente" (Galanterías, Ganale a Calígula) transforman al ser anónimo en
espectáculo. El flamante medio de comunicación optó por el facilismo de transcribir la
realidad y no por encontrar los contenidos que se refiriesen a ella a través de las
formas expresivas propias.
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Adolescentes 1965
"Es el triunfo
de los jóvenes, pero hasta ahí no más. ¿por qué? Esta insurgencia no consistiría, en
el fondo, sino en un retorno a los ideales de sus abuelos. Los ídolos de la nueva ola
proceden en su mayoría, de hogares muy humildes; se han enriquecido en poco tiempo y son
exponentes de las ideas más conservadoras y vulgares. Actúan como nuevos ricos,
sin ninguna inquietud que no sea puramente material: en primer lugar, se mudan al centro o
a zonas residenciales. Violeta Rivas, que vivía en Parque Patricios, posee ahora un
departamento a todo lujo en Callao al 2000, que le costó casi seis millones de pesos...
No invierten su dinero a la manera de despreocupados iracundos, sino como hábiles
financistas; además de usar ropa carísima, digna de verdaderos potentados (ningún traje
de "Palito" cuesta menos de 25.000 pesos), compran terrenos y chalets, coches
último modelo, abren cuentas bancarias, adquieren acciones en empresas y arreglan sus
casas con un lujo en el que se mezcla el exhibicionismo más pueril con moblajes tipo Luis
XV. Naturalmente, el aprendiz de tornero de una fábrica de Avellaneda, o el cadete de una
gran tienda del centro, que estudia de noche y debe aportar el exiguo sueldo a su familia,
participa de esta vida rumbosa indirectamente, "por delegación". Estos ídolos,
que profesan una moral más que convencional (Violeta Rivas se jacta de no leer nunca los
diarios y de no haber permitido nunca que nadie la besara en público; dentro de su
impecable Valiant, Johnny Tedesco no cree, en la iracundia:"Lo primero, consolidar mi
situación económica", declaró), son los arquetipos de los adolescentes que los
siguen. Por este resquicio de la moral adolescente, los viejos, aún sin saberlo,
terminarían imponiendo su concepción de la vida..."
"Lo que ha ocurrido parece una revolución, pero no se engañe -explicó un
prestigioso psicoanalista-. Ahora los profetas se llaman Palito Ortega, Leo Dan, Chico
Novarro. Y fíjese en esta palabra tan en boga: fans. Los adolescentes necesitan
fanatizarse para no pensar, para ocultar sus frustraciones.Pero por favor, no me hable de
rebelión. En todo caso, es una rebelión decorativa: consiste en usar pulóveres
colorados."
Están, también, quienes no tienen dudas, quienes creen que estamos en el mejor de los
mundos. Son los que opinan que los flequillos de los Beatles, los pulóveres de colores
estridentes y los movimientos desenvueltos, como la mayor liberalidad sexual, que se nota
en ciertos círculos, significan que la adolescencia actual es más vital, más sana,
"tiene ganas de vivir y vive lo mejor que puede". Pero este optimismo tiene sus
matices. "es un estado de protesta contra la estupidez general de las viejas
generaciones", declaró en el bar "Moderno", de Maipú al 900 (cuartel
general de muchos jóvenes iracundos), un poeta y escritor surrealista. Recordaba, sin
duda los actos que "contra el orden burgués" llevaron a cabo los jóvenes del
grupo Dadá y la primera generación surrealista, allá por los años 20. Rodeado de
pintores, bailarinas, escultores, el poeta (cabello entrecano, expresión abstraída)
añadió: "Aunque no sea del todo positivo, es un fenómeno justificado. ¿Nosotros
qué les hemos dado?. El histerismo colectivo que usted ve en la TV, o en los clubes
adonde van los ídolos, es una respuesta al vacío que les dejamos".
Un profesor de la Universidad Católica Argentina, se expresa con vehemencia. Más que un
intelectual, parece un muchacho de barrio, cordial, emotivo: " Las motivaciones de un
señor de 1920 no son las mismas que las de un joven de 1965. Antes no se conocían los
cohetes, ni los robots, ni la TV. Al alejarse el ayer tan rápidamente, los hombres se
encuentra como existiendo sin pasado. Y aquí debe buscarse la explicación del choque de
las generaciones, porque a pesar de la continuidad matemática, padres e hijos viven
momentos históricos, completamente distintos. En cambio, en lugares atrasados, donde
"no pasa nada", padres e hijos viven en relación de dependencia durante siglos.
Esto parece obvio, pero no tiene nada que ver con la iracundia; simplemente los jóvenes
tienen modos de conducta distintos, creados por lo que yo llamo el proceso de
'aceleración histórica'.
En general, los que aceptan más fácilmente la existencia de un conflicto con sus padres,
son los hijos de familias acomodadas y de la clase media intelectual, estudiantes
secundarios y universitarios, muchos de los cuales se psicoanalizan o han leído libros
sobre psicología. Y también en el reducido grupo de la bohemia porteña: pequeños
artistas, poetas, escritores en ciernes, que deambulan por el bar "Moderno", el
bar "Florida", el "Coto".
En el verano del 65 otros jóvenes, ya no tan adolescentes, Moris tendría unos 23 años,
Zaguri andaba por los 24 y Javier Martinez que era más pibe rozaría los 20, promueven en
Villa Gesell la formación de uno de los grupos que marcaría en una canción la actitud
contestataria de otro pequeño grupo de jóvenes con actitudes contrapuestas al sujeto de
consumo que ofrecía el Club del Clan. "Nos fuimos con Javier Martinez. El se llevó
una batería con 2 bombos, que en ese momento era una novedad total, y yo me llevé una
guitarra estereofónica que me había construido. Le había puesto una pastilla para las
tres cuerdas de arriba y otra para las de abajo, y con eso nos evitábamos el bajista que
era muy difícil encontrar uno bueno en esa época. En Gesell alquilamos un local y le
pusimos Juan Sebastián Bar, lo arreglamos todo y la primer noche que abrimos no había
nadie. De repente el Embajador de Suecia que estaba ahí a una cuadra, entró a tomar algo
y pidió champagne.¡Tuvimos que salir corriendo a comprar un champagne para darle al
embajador!. En muy poquito tiempo empezamos con Javier a tocar y hacíamos un poco de
rock, bolero... ahí ya estaban Iván y Rocky Rodriguez, que tocaba el bajo. Me acuerdo
que Rocky tenía el pelo muy pero muy largo y no se lo quería cortar. Mientras
nosotros tocábamos, Actemin, uno de los plomos de Los Gatos, pintaba leyendas en las
paredes que decían- No hace falta un profeta, hacen falta 3000 millones de profetas -
Ford no puede fabricar una mandarina - Era una especie de happening post-moderno aunque
nosotros no teníamos idea que eso era moderno, éramos gente que hacía lo que le
parecía. Ahí en Gesell armamos Los Beatnicks. Cuando volvemos se van Javier, Iván y
Rocky y con Pajarito rearmamos la banda y empezamos a pensar en la ropa y en la
promoción... nuestra consigna era -Paz, Amor Libre y Antimilitarismo- Ahora eso es muy
común, pero en ese momento generó que se nos acercaran revistas, gente y medios a ver
que había ahí, quiénes eran estos tipos, y se encontraban con nosotros cantando
canciones de protesta, de amor libre. En "Rebelde" la letra decía /Porqué la
gente quiere luchar aproximando la guerra nuclear/cambien las armas por el amor/ y haremos
un mundo mejor/Rebelde me llama la gente/Rebelde es mi corazón/Soy libre y quieren
hacerme esclavo de la tradición/Todo se hace por interés porque este mundo está al
revés/. Era raro, la gente no hablaba de eso. Nosotros queríamos vivir la vida, hacer
nuestra experiencia y no teníamos ninguna idea de grabar, tener éxito, dar
entrevistas... era todo muy novedoso y aparte no éramos copia de Los Beatles ni de Los
Rolling Stones, teníamos el pelo corto y nos vestíamos con sandalias, camperas de
plástico negro y pantalones corderoy". Moris
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